La familia Delambre sigue haciendo experimentos con la intención de lograr transmitir la materia. En cierta manera, lo han conseguido, habiendo «saltado» el maduro Henri desde Canadá hasta Inglaterra, y luego ha regresado a su punto de origen. Sin embargo, tanto él como previos conejillos de indias humanos, sufren una degeneración celular en el proceso. Las víctimas anteriores están encerradas en cobertizos de la mansión de campo donde realizan las pruebas.
Dirección: Don Sharp. Producción: Lippert Films para Twentieth Century Fox Film Company. Productores: Robert L. Lippert, Jack Parsons. Guion: Harry Spalding, según concepto y personajes de George Langelaan. Fotografía: Basil Emmott. Música: Bert Shefter. Montaje: Robert Winter (supervisión). Dirección artística: Harry White. FX: Harold Fletcher (efectos de maquillaje). Intérpretes: Brian Donlevy (Henri Delambre), George Baker (Martin Delambre), Carole Gray (Patricia Stanley), Yvette Rees (Wan), Burt Kwouk (Tai), Michael Graham (Albert Delambre), Jeremy Wilkin (inspector Ronet), Charles Carson (inspector Charas), Mary Manson (Judith Delambre), Rachel Kempson (Madame Fournier), Warren Stanhope (encargado del hotel), Mia Anderson (enfermera), Arnold Bell (Porter), Stan Simmons (criatura musculosa)… Nacionalidad y año: Reino Unido 1965. Duración y datos técnicos: 86 min. – B/N – 2.35:1 – CinemaScope – 35 mm.
Robert L. Lippert, productor responsable de las dos anteriores películas del ciclo, La mosca (The Fly, Kurt Neumann, 1958) y El regreso de la mosca (Return of the Fly, Edward Bernds, 1959), se hizo cargo de esta tercera y última cinta del ciclo, Curse of the Fly [dvd/tv: La maldición de la mosca, 1965]. Lippert, pese a ser norteamericano, tenía una fuerte relación comercial con el Reino Unido. En 1951 había firmado un contrato de cuatro años con la Hammer para producir y distribuir películas de la compañía del Martillo en Estados Unidos, mientras que la productora de Drácula (Dracula, Terence Fisher, 1958), comercializaba las cintas de Lippert en el Reino Unido. Ahora hacía uso de la «Eady Levy», una tasa instaurada en el Reino Unido para dispensar soporte a la industria fílmica de las Islas. Con anterioridad Lippert había dado origen a la cinta Witchcraft [tv: Brujería, 1964], con producción del británico Jack Parsons, dirección del hammeriano Don Sharp y guion de Harry Spalding. Esta vez volvió a contar de nuevo con los tres.
Spalding no estaba muy seguro del proyecto, pero Lippert logró convencerle. En todo caso, la continuidad no está muy clara. Se supone que Henri Delambre (Brian Donlevy) es hijo del André Delambre del primer film, y Martin (George Baker) y Albert (Michael Graham) sus nietos. Si ya las fechas no cuadraban en la película anterior, aquí se explica que a causa de los experimentos los intervinientes en los mismos envejecen con mayor rapidez. En todo caso, ese supuesto hijo de André, Henri, no sabemos de dónde sale, pues con anterioridad solo conocimos a Philippe como tal. Aquí contamos también con el regreso del inspector Charas, interpretado por Charles Carson, aprovechando que es más viejo y con unas gafas oscuras se supone que se disimula el escaso parecido con Herbert Marshall.
Si la cinta anterior de la saga era un pastiche que mezclaba ciencia ficción con noir, aquí tenemos una estructura de raíces góticas. El film arranca con los cristales de una ventana estallando a cámara lenta, plano de gran belleza, sin duda; después del hueco asoma una mujer en sujetador y bragas, Patricia Stanley (Carole Gray), y sale corriendo a cámara lenta de igual modo, al tiempo que aparecen los créditos. Se ha escapado de un manicomio, y durante un tiempo del metraje se prestará atención a este hecho, aunque después queda claro que ninguna significación tiene dentro de la trama; es un mero recurso para alargar el metraje y una excusa para que la policía se ponga a investigar en torno a los Delambre, cuyas previas actividades, ahora, parecen en conocimiento de todo el mundo.
Los Delambre viven en una hermosa casa de campo con caballerizas, en cuyo laboratorio siguen con la investigación del teletransporte, aunque han cambiado el diseño de la maquinaria, y la cabina ahora es en posición horizontal en lugar de vertical. Albert, uno de los hijos, está afincado en Londres (se supone que ha viajado en avión), y allí instala la máquina de recepción, y Henri viaja hacia allí por medio del ingenio. Sin embargo, el proceso le ha provocado quemaduras producidas por los elementos del teletransporte en pecho y espalda. El proceso de teletransporte funciona, pero induce una degeneración celular paulatina, y de hecho las anteriores víctimas de las pruebas, la esposa de Martin, Judith (Mary Manson), y dos ayudantes de laboratorio viven encerradas en las caballerizas, y convertidas en, se supone, monstruos infectos de degradación, como los errores científicos de la novela El caso de Charles Dexter Ward (The Case of Charles Dexter Ward) de H. P. Lovecraft, escrita en 1927.
Como en el film anterior, se vuelve a hacer uso del formato de CinemaScope y el blanco y negro, lo cual aporta una elegancia visual meritoria, y ello brinda una textura estética apreciable. Incluso hay una escena nocturna con tormenta, para acrecentar el ambiente gótico que se refirió. Al principio, se intenta impedir que la recién llegada, Patricia, que se ha casado por el sindicato de las prisas con Martin, se entere de lo que sucede, y la tienen sedada constantemente y, cuando no, le hacen luz de gas. Como Martin, que parecía un encanto, ahora es bígamo, el ama de llaves, la oriental Wan (Yvette Rees), que cuida de su señora encerrada, siente unos celos terribles de la nueva, como el ama de llaves de Rebeca (Rebecca, Alfred Hitchcock, 1940), y no para de hacerle putaditas. Y los inquilinos misteriosos y encerrados remiten a la novela Jane Eyre (Jane Eyre, 1847), de Charlotte Brontë, por lo cual todos esos componentes góticos a los que aludíamos se acrecientan.
Don Sharp, responsable de algunos títulos Hammer como The Kiss of the Vampire [tv/dvd/bd: El beso del vampiro, 1963], se apoya estéticamente en el film, y maneja como puede una trama que se le va de la manos de forma constante. Hay un plano impresionante de una de las criaturas, un hombre muy delgado entre las sombras, pero eso es todo. El hecho de que las víctimas del teletransporte vayan degenerando tiene su interés, pero es escaso para sostener todo el film, de ahí todos los líos melodramáticos que Harry Spalding, el guionista, se va inventando, para sostener la trama a lo largo del metraje.
¿Y la mosca? Bueno, en un momento determinado, una revolotea por ahí, y eso es todo. Por lo demás, la desgracia de la familia es citada como «La maldición de los Delambre o de la mosca», para justificar el título. Hubiera sido difícil razonar que, por tercera vez, un molesto díptico entrara en la fórmula, pero este hecho provocó que el público, decepcionado por la ausencia de un hombre mosca, diera la espalda a la película, y fue un fracaso. Al final del film un rótulo indica «¿Es este el fin?», que semeja un intento de seguir explotando la fórmula con nuevos aportes, pero el referido fiasco lo impidió. Ya no hubo más moscas… hasta Cronenberg.
Anecdotario
- Título en México: La maldición de la mosca.
- Rodada a partir del 19 de octubre de 1964, con un presupuesto estimado de 90.000 dólares, en los Shepperton Studios, Shepperton, Surrey, Inglaterra, Reino Unido.
- Claude Rains iba a haber interpretado a Henri Delambre en un momento determinado del proyecto.
- En el estreno en el Reino Unido se amputó el plano de la criatura multiforme fusionada.
- Estrenada originalmente en programa doble junto a Los diablos de la oscuridad (Devils of Darkness, 1965).
- Estrenada en Estados Unidos el 31 de marzo de 1965 y en el Reino Unido en enero de 1966. En España permaneció inédita hasta su edición en DVD por parte de Twentieth Century Fox Home Entertainment, en 2006, en un pack junto a las dos anteriores películas de la saga.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *½
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra