Tres naves soviéticas se dirigen hacia Venus, pero durante el camino un meteorito golpea una de ellas, desintegrándola; precisamente era la nave auxiliar que transportaba combustible para las otras dos en su posterior salida de Venus. Envían otra nave con ese objetivo, pero en el transcurso las otras habrán de esperar orbitando el planeta. Uno de los cosmonautas sugiere bajar a la superficie con un planeador para ir explorando Venus.

Dirección: Pavel Klushantsev. Producción: Leningrad Popular Science Film Studio. Productores: Vladimir Yemelyanov, L. Presnyakova. Guion: Alexander Kasantsev, Pavel Klushantsev, basado en la novela homónima de A. Kasantsev. Fotografía: Arkadi Klimov. Música: Iogann Admoni, Aleksandr Chernov. Diseño de producción: Vyacheslav Aleksandrov, Mikhail Tsybasov. FX: V. Shelkov (director artístico de efectos especiales), Anatoly Lavrentyev (fotografía de efectos especiales). Montaje: Volt Suslov. Intérpretes: Kyunna Ignatova (Masha), Vladimir Yemelyanov (Ilya Vershinin), Georgi Zhzhyonov (Bobrov), Gennadi Vernov (Alyosha), Yuri Sarantsev (Scherba), Georgi Tejkh (Kern)… Nacionalidad y año: URSS 1962. Duración y datos técnicos: 83 min. – Agfacolor – 1.37:1 – 35 mm.

 

El cine de ciencia ficción soviético es prácticamente un desconocido en España, salvo clásicos como Aelita o los filmes de Tarkovski. Sin embargo, El planeta de las tormentas gozó de estreno en nuestro país en la época franquista (en 1969, en concreto), sin duda debido a su ausencia de componentes políticos, siendo en realidad una película de aventuras, una space opera sobre la exploración de un planeta desconocido.

El director, Pavel Klushantsev (1910-1999), fue un curioso cineasta que rodó solo seis películas, todas centradas en el espacio. Su debut fue en 1947 con Meteory, a la que seguirán Kosmos (1951) y Doroga k zvezdam (1958); se trata de documentales de astronomía los dos primeros, siendo el tercero sobre la conquista lunar, para la cual fue asesorado técnicamente por Mikhail K. Tikhonravov (1901-1974), que en esa época trabajaba en secreto en la primera nave espacial desarrollada por los soviéticos, y el film le fue instado hacer por las autoridades soviéticas con motivo del lanzamiento del primer Sputnik.

Klushantsev saltó a la ficción con el film que comentamos, y después solo haría dos más en la onda de las previas: Luna en 1965 y Mars en 1968. Experto en efectos especiales, hizo uso de sus conocimientos en todos estos films. Fue motivo de un documental con el film danés Stjernedrømmeren / The Star Dreamer (2002), de Mads Baastrup y Sonja Vesteholt. Pese a su afición por la astronomía y la conquista espacial, El planeta de las tormentas ofrece Venus más acorde con la mitología imperante en la época, como un planeta rodeado de densas nubes y poblado por dinosaurios; de paso, eso sí, desgrana en la película teorías sobre la llegada a la Tierra de viajeros espaciales en el pasado y las muestras arqueológicas que perviven sobre el suceso, adelantándose a «estudiosos» como Erich von Däniken en su libro Recuerdos del futuro (Erinnerungen an die Zukunft, 1968).

Tres naves soviéticas se dirigen hacia Venus, pero durante el camino un meteorito golpea una de ellas, desintegrándola; precisamente era la nave auxiliar que transportaba combustible para las otras dos en su posterior salida de Venus. Envían otra nave con ese objetivo, pero en el transcurso las otras habrán de esperar orbitando el planeta. Uno de los cosmonautas sugiere bajar a la superficie con un planeador para ir explorando Venus. Así pues, el ingenio, tripulado por dos hombres y un robot llamado John, efectúa una maniobra de exploración buscando un buen lugar de aterrizaje, pero de inmediato se estrellan. De todo esto último nos enteramos desde la nave principal gracias a las comunicaciones.

Este efecto, obvio es, ayuda a economizar en cuestión de efectos especiales, pero resulta muy sugerente en cuanto a la creación de un suspense progresivo de cara al espectador. Todas las vivencias las experimentaremos desde el punto de vista de unos personajes escogidos, y nunca nos adelantaremos a ellos. También resulta muy efectivo, en este sentido, el uso de la niebla que cubre el planeta, con constantes tomas de los cúmulos que ocultan lo desconocido. Explorando la sonda enviada, solo percibirán neblina, unas extrañas formaciones y un misterioso sonido semejante a cantos de sirenas y que, como éstas, les atraerán indefectiblemente.

Una vez en la rocosa superficie del planeta, y mientras son guiados por esa especie de canto de sirena, habrán de hacer frente a plantas carnívoras, tiranosaurios del tamaño de un hombre que avanzan a brincos, brontosaurios a su tamaño normal, pterodontes de ojos luminosos…. «Cualquier cosa es posible en Venus», declamará el comandante de la expedición al inicio de la misma.

La baza fundamental del film son unos efectos especiales, tan superados como atractivos, pero que en la época fueron innovadores, influyendo inclusive a Kubrick para su mítica 2001. La planta carnívora y los dinosaurios son elementos de una obvia manufacturación, pero resulta sumamente interesante el vehículo aerodeslizador Sirius, muy similar al empleado quince años después en la primera entrega de la saga de Star Wars de George Lucas[1], y de muy hábil resolución. A ello se une la representación de Venus como un lugar misterioso por medio de las citadas brumas, esos supuestos cantos de sirenas, y una hermosa fotografía que hace uso de contraluces e iluminaciones para otorgarle ese aire de irrealidad que concede tanta fuerza al film.

Por lo demás, la película arrostra cierto tono de fatalismo, de pesimismo, aunque en muchas ocasiones sus personajes bromeen o diserten sobre teorías evolutivas en Venus y en la propia Tierra, o de la superioridad del ser humano sobre el ser cibernético; pese a todo, uno de los personajes soltará una perla como «Un robot puede pensar; una mujer no» (aunque después su opinión quedará en entredicho). Y es que lo peor de la película es el desarrollo de los personajes, más simplificados que los del cine norteamericano del género una década atrás.

Lo que queda, pues, como dijimos, es un film de aventuras simpático y agradable, reforzado con una misteriosa recreación de Venus. El punto de vista que referíamos con anterioridad, siempre ofreciendo la perspectiva de los cosmonautas, es violentado justo al final, cuando éstos abandonan el planeta y la cámara queda allí, mostrándonos algo más que no desvelaremos para hipotéticos y futuros espectadores del film, algo hermoso, poético y maravilloso, que hace subir enteros en la apreciación de los resultados. Una película, en suma, que no es una obra maestra del género, pero de inusitado interés para el aficionado al mismo.

 

Anecdotario

  • Título en Argentina y México: El planeta de las tormentas.
  • Títulos anglosajones: Cosmonauts on Venus / Planet of Storms / Planet of Tempests / Planeta Burg / Storm Planet.
  • Los asesores científicos fueron B. T. Denison, K. K. Flyorov, A. M. Kasetkin y A. V. Markov.
  • El estreno de la película en 1961 coincidió con el vuelo de Gagarin.

  • Los cosmonautas llevan en la muñeca la brújula estándar (tipo Adrianov) de las fuerzas armadas soviéticas.
  • El astronauta Kern lucha con un arma Borchardt C93, que en 1961 llevaba décadas desfasada (se fabricó entre 1894 y 1898) y no encaja en una película del futuro.
  • El coguionista Alexander Petrovich Kazantsev (1906-2002), fue autor de ciencia ficción, ufólogo y compositor de ajedrez. Atraído por los fenómenos desconocidos, estudió el suceso de Tunguska así como la teoría de los antiguos astronautas y los canales marcianos. En su novela Фаэты («The Destruction of Faena», 1974) planteó la teoría del planeta Faetón, que luego se convertiría en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Apareció en el documental Recuerdos del futuro y regreso a las estrellas (Erinnerungen an die Zukunft, Harald Reinl, 1970). Kazantsev fue condecorado con la Orden de la Guerra Patria, la Estrella Roja, la Bandera Roja del Trabajo, la Amistad de los Pueblos, la Orden de la Insignia de Honor y numerosas medallas. En 1996, recibió el título de ciudadano honorario de Akmola (actual Astana) como uno de los nativos más famosos de la ciudad. Su hija mayor, Nina, fue una de las primeras científicas nucleares de la URSS y participó en la creación del armamento nuclear soviético. Su hijo Nikita es un conocido informático y coautor de la novela de su padre Фантаст («Fantástico»).

  • El personaje de la cosmonauta femenina Masha, retratada como emocional y posiblemente mentalmente inestable, fue criticado por el gobierno y la prensa soviéticos como misógino, y perjudicó la carrera de Klushantsev.
  • En 1970, el director Klushantsev fue reconocido con la medalla como Artista de Honor de la Federación de Rusia.
  • En 1965 en Estados Unidos se realizó la película Voyage to the Prehistoric Planet, de Curtis Harrington, haciendo uso de los planos de efectos especiales de la presente; en cierto modo es un remake, con Faith Domergue haciendo el papel de Masha (Marsha en esta versión).
  • En 1968, la película Voyage to the Planet of Prehistoric Women, de Peter Bogdanovich, hizo uso de escenas de la previa, tanto de las imágenes rusas como de las americanas; en este caso, se trataba de una nueva historia.
  • Estrenada en la Unión Soviética el 14 de abril de 1962 y en España en 1969.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ***½

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Y también recuerda al supercoche de la serie de televisión británica Supercar, de Gerry Anderson, que se emitió en Gran Bretaña de 1961 a 1962.