Una expedición procedente de Venus regresa a la Tierra, estrellándose el cohete en el mar, muy cerca de Sicilia. Un muchacho, Pepe, rescata un cilindro que transporta a una larva venusina y la vende a un zoólogo que trabaja por la zona. De la larva surge un pequeño homúnculo, una especie de reptil humanoide, que irá creciendo de forma paulatina mientras es acosado por los humanos…

Dirección: Nathan Juran. Producción: Morningside Productions para Columbia Pictures. Productor: Charles H. Schneer. Guion: Bob Williams [Robert Creighton Williams] y Christopher Knopf, según un argumento de Charlotte Knight y Ray Harryhausen. Fotografía: Irving Lippman, Carlo Ventimiglia. Música: Mischa Bakaleinikoff, y música de stock de Daniele Amfitheatrof, George Antheil, Mario Castelnuovo-Tedesco, Anthony Collins, David Diamond, George Duning, Louis Gruenberg, Werner R. Heymann, Friedrich Hollaender, Lucien Moraweck, Arthur Morton, David Raksin, Miklós Rózsa, Hans J. Salter, Marlin Skiles, Max Steiner, Leith Stevens. Montaje: Edwin H. Bryant. Dirección artística: Cary Odell. FX: Ray Harryhausen (efectos técnicos), Lawrence W. Butler (director de efectos especiales). Intérpretes: William Hopper (coronel Robert Calder), Joan Taylor (Marisa Leonardo), Frank Puglia (doctor Leonardo), John Zaremba (doctor Judson Uhl), Thomas Browne Henry (general de division A. D. MacIntosh), Tito Vuolo (comisario de policía Unte), Jan Arvan (signore Contino), Bart Braverman [acreditado como Bart Bradley] (Pepe), Arthur Space (doctor Sharman), George Khouri (Verrico, el pescador), Don Orlando (Mondello, el pescador), George Pelling (Maples), Sid Cassel (granjero), Maurice Marks (Dr. Blankford), William Woodson (narrador del inicio [voz]), Ray Harryhausen, Neil Collins, Paul Cristo, Noel Drayton, Darlene Fields, Duke Fishman, Michael Garth, Ronald Hyde, Paula Kyle, Richard LaMarr, Saverio LoMedico, John Marlin, Mike Morelli, Rollin Moriyama, George Nardelli, Paul Ravel, Jerry Riggio, Barry Russo, Stephen Soldi, John Sorrentino, Fred Walton… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1957. Duración y datos técnicos: 82 min. – B/N – 1.85:1 – 35 mm.

 

20 Million Miles To Earth [dvd: A 20 millones de millas de la Tierra, 1957] supuso el primer proyecto eminentemente personal de Ray Harryhausen. Bajo producción de su socio Charles H. Schneer se crea la Morningside Productions, que desde ese momento amparará los propósitos de ambos (o también de Schneer en solitario, en películas de otras temáticas), partiendo de concepciones originales que asumieran, y que luego distribuía alguna major, como Columbia en la mayoría de los casos.

 

Una expedición procedente de Venus regresa a la Tierra (qué maravillosa precuela podría salir de ahí), estrellándose el cohete en el mar, muy cerca de Sicilia. Un muchacho, Pepe, rescata un cilindro que transporta a una larva venusina y la vende a un zoólogo que trabaja por la zona. De la larva surge un pequeño homúnculo, una especie de reptil humanoide, que irá creciendo de forma paulatina mientras es acosado por los humanos, para ser abatido al final cuando está encaramado en lo alto del Coliseo romano.

La película se inscribe dentro de la corriente de ciencia ficción de la época[1], con una criatura alienígena asolando ahora las urbes, en una especie de reemplazo del redosaurio, el pulpo y los platillos volantes previos. Sin embargo, la idea ofrece unas raíces que van más allá de eso. Por un lado, podría considerarse la presente como un remake libérrimo de King Kong (King Kong, Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack, 1933), con un esqueleto dramático muy similar: así, tenemos la criatura que, suelta por la ciudad, es hostigada por el ejército, mientras que, en realidad, se trata de un ser acosado que provoca el daño a partir del miedo y la persecución, y que es abatido por último en lo alto de un edificio emblemático, cayendo y siendo rodeado por la multitud —aunque ese armazón narrativo ya procede de El mundo perdido (The Lost World, Harry O. Hoyt, 1925)—.

Por otro lado, pese a que la criatura es de origen extraterrestre, ya posee concomitancias mitológicas, como sucederá en los posteriores ciclos helénicos y de Simbad. Aun cuando en ningún momento de la cinta se le llame así, Harryhausen lo bautizó (y así es como se le conoce en todas las referencias) como Ymir[2], una criatura de la mitología nórdica, también llamada Aurgelmir, y que fue el fundador de la raza de los gigantes de la escarcha; fue matado por los hijos de Bor, y su sangre ahogó a los colosos. Odín y sus hermanos usaron el cuerpo de Ymir para crear Midgard, el mundo de los hombres, en el centro de Ginnungagap, y otras partes suyas conformaron la tierra, los mares, las montañas, etc.

Ampliando un tanto la referida conexión del film con el cine de ciencia ficción de aquellos años hay que apuntar que muchos de los representantes de esa corriente han sido vistos como parábolas acerca del peligro comunista que la sociedad norteamericana veía en esos tiempos, como reflejo de la Guerra Fría imperante. Así, a esa temática se han adscrito películas como La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1956), de Don Siegel, que sin embargo ofrece lecturas más poliédricas desde la perspectiva política, o Red Planet Mars [dvd: Marte, el planeta rojo, 1952], de Harry Horner, que, por su parte, en su esquematismo a ese nivel adquiere dimensiones casi surrealistas.

Puestos a incorporar 20 Million Miles To Earth a esa variante resulta significativa la ambientación en Europa de la misma. El clímax final transcurre en Roma, la ciudad que nuestra memoria cinéfila identifica con las imágenes de una de las joyas del neorrealismo como es Roma, ciudad abierta (Roma, città aperta, 1945), de Roberto Rossellini, que manifestaba las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en la sociedad italiana. Sobredimensionando, quizás, las lecturas, podría verse el film de Juran como una representación de ese miedo a un nuevo peligro por parte de Europa y cómo Estados Unidos, por medio de su ejército, supone la salvación, imponiendo sus bases en nuestros territorios e implantando su hegemonía.

Ha de destacarse la condición inocente de la criatura, arrebatada de su entorno natural antes de su propio nacimiento; así pues, ve la luz en un lugar desconocido y hostil. Lo primero que le hacen es encerrarlo en una jaula, de la cual escapará, vagando hasta llegar a un granero, donde un perro lo ataca, después un militar lo castiga con una pértiga y por último un granjero le clava una horca en la espalda. A partir de entonces el ejército le acosará, no quedándole otro remedio que la defensa, para ser finalmente abatido por la crueldad de los hombres. Se mencionará de pasada que no ataca si no se le hostiga (al parecer, la expedición en Venus se topó con más ejemplares similares), pero el único intento de salvar a la criatura es por interés científico y para descubrir el modo en que se puede sobrevivir en Venus. El ecologismo, imagino, estaba muy lejos en esta época, y el respeto por otras especies ni era considerado.

Pese a esas en cierto modo convenciones, y al carácter algo impostado del tipismo italiano de los personajes, clásico del cine de la época, la película transmite una intensidad y emoción inauditas. No ofrece esos bajones ocasionales en otras cintas de Harryhausen que acontecen cuando no hay participación de sus criaturas, posiblemente también porque aquí el Ymir tiene bastante papel, pero la fuerza de las imágenes, el ardor de la música y la sólida puesta en escena de Nathan Juran, en el primero de los tres encuentros de éste con Harryhausen (y muchos más con Schneer) hacen de la presente, a mi juicio, la segunda mejor película de nuestro animador.

Además, aquí es uno de los momentos en que Harryhausen como director ofrece una capacidad más inspirada, con el nacimiento del Ymir, desconcertado ante un mundo que no entiende, frotándose los ojos ante la súbita luz, o la magistral escena del granero, con esa apabullante imagen de la criatura avanzando en plano medio hacia la cámara y rugiendo, quizás el instante con una mejor interpretación de uno de sus chiquillos. Esa secuencia del silo, por cierto, tiene una espléndida resolución a un problema: cuando aparece el perro, este es real, por supuesto, pero Harryhausen había realizado un muñeco del can para la pelea con el Ymir; sin embargo, el resultado le salió pésimo, según confiesa, por lo cual resolvió todo mostrando la lucha por medio de sombras, logrando un momento de lo más atmosférico. Este detalle hace resaltar otra virtud de nuestro hombre, y es su capacidad como director de fotografía, otorgando una hermosa iluminación tenebrista a esos momentos[3].

El diseño de Harryhausen de la criatura es excelente. Al principio lo concibió con dos cuernos y dos ojos, y después con un solo ojo y un cuerno —ello recuerda al cíclope de Simbad y la princesa (The 7th Voyage of Sinbad, N. Juran, 1958)—, para también hacerlo más humanoide, con un torso de tal característica, para que el público se identificase con él. Tiene musculadas piernas de reptil, como de tiranosaurio, un torso, como se dijo, humano, con brazos masculinos terminados en garras de tres dedos, una aleta dorsal que conduce a una gruesa cola de lagarto que termina en un látigo bífido y un rostro de saurio humanizado, con colmillos y bigotes colgantes. El Kraken que después mostraría en Furia de titanes (Clash of the Titans, Desmond Davis, 1981) tiene un aspecto parecido, pero sin los bigotes[4]. Le introdujo en el interior una válvula, en concreto una bolsa que se usa para medir la tensión, que inflaba y desinflaba, para fingir su respiración en la escena en que está atrapado y sedado en el zoológico (aunque en un momento del diálogo se diga que carece de pulmones, así como de corazón) —esa escena, por cierto, recuerda mucho al King Kong 2 (King Kong Lives!, 1986), de John Guillermin—.

El proyecto fue variando a lo largo de los años. Inicialmente, pretendía ser acerca del «auténtico» Ymir, y ambientarlo en épocas mitológicas, pero mientras Harryhausen desarrollaba la idea de The Elementals, hacia 1952[5], lo varió a The Giant Cyclops [El cíclope gigante], para ofrecérselo a Jack Dietz, pero éste lo rechazó; en esa etapa la estructura argumental ya era muy similar a la definitiva, adaptándolo en la actualidad. En octubre de 1954, con el título de The Cyclops [El cíclope], Ray escribe un esbozo de dos páginas, que sitúa en el lago Michigan, donde el cohete se estrella y, tras escapar y crecer la criatura, es atrapada, siendo confinada en el zoo de Chicago; huye de nuevo, mata un elefante y es atraído por el olor de los animales en los Chicago Stockyards[6], donde al final es abatido con una bomba de demolición.

Prueba que rodó Harryhausen para The Elementals, hacia 1952

Más adelante, una antigua amiga y profesora de Harryhausen, Charlotte Knight[7], a partir de ese esbozo —que Ray había retitulado The Beast from Cylinder 29 [La bestia del cilindro 29]— escribió un tratamiento, añadiendo los personajes. De nuevo, el 12 de noviembre de 1954, Ray redactó otro boceto, ahora titulado Cyclops, que ambientó en California y los alrededores de San Diego. Después escribiría otra premisa, The Space Beast [La bestia espacial], donde la criatura era descrita como un sátiro[8], que crece en el zoo y va devorando toda criatura con que se topa. Deseoso de viajar a Europa, y una vez el proyecto The Elementals, a transcurrir en París, es frustrado, realiza una nueva sinopsis, la quinta, y traslada la acción a Italia, con todos los lugares que deseaba conocer introducidos en la trama, como la columna de Trajano, el monumento a Víctor Manuel II o la Casa de la Ópera.

Durante el rodaje de Earth vs Flying Saucers, Ray relató la idea a Charles Schneer, y este mostró inmediato interés, y cuando finalizó la filmación de la anterior se pusieron a calcular un presupuesto aceptable a partir de la premisa, que trasladaron para ampliarla a modo de guion a Robert Creighton Williams y Christopher Knopf, ya como 20 Million Miles To Earth, es decir, «A 20 millones de millas de la Tierra», o «A 32 millones de kilómetros de la Tierra»[9]; Harryhausen dibujó imágenes concretas que tenía en mente, y los guionistas incorporaban esas situaciones a la historia que pergeñaban, convirtiéndolo en un todo.

Dibujo-boceto de Harryhausen para la película

Fue entonces cuando Charles H. Schneer decidió crear Morningside Productions, para tener las manos más libres de cara a las distribuidoras que compraran los proyectos. Sin embargo, ahí Ray tuvo un ligero encontronazo con Charles: éste deseaba rodar el film en color, aprovechando las excelencias paisajísticas que exhibiría, pero Ray lo prefería en blanco y negro por una razón técnica: Kodak acababa de lanzar un nuevo tipo de película monocromática en 35 mm que no perdía nitidez en las segundas copias, con lo cual los trucajes quedaban mejores, algo que no se podía conseguir por medio del color. Charles quedó convencido y se rodó en blanco y negro.

Y al fin Ray realizó una visita inicial de dos semanas a Italia, con el fin de conseguir localizaciones. Después regresó a casa y se puso a diseñar al Ymir, del que, en un inicio, creó un solo modelo, para después efectuar otros dos, uno parcialmente articulado y más pequeño, para las tomas lejanas, y otro por completo sólido, para la escena en que el profesor lo coge de la mesa. También hizo un guante de látex de tamaño humano de la garra del Ymir, cuando éste la saca de la jaula y agarra a la chica. De nuevo, como era costumbre, el padre de Ray realizó el esqueleto de la criatura, y él lo recubrió de gomaespuma.

Ray también hubo de diseñar el cohete, que quería que fuese creíble, pero al mismo tiempo distinto, cuya visión impresionara de algún modo. Al final, efectuó una mezcla entre las bombas V2 germanas, los primeros cohetes que la NASA estaba desarrollando y otros diseños de los científicos de la época. Por cierto que el efecto de la caída del vehículo es, visualmente, lo menos convincente de toda la película, al rodar el descenso por medio de stop motion cuando hubiera quedado más contundente por el método tradicional.

Charles y Ray regresaron a Italia el 21 de septiembre y comenzaron a rodar en el pueblecito costero de Sperlonga, que hacía las veces de Sicilia, y luego se trasladaron a Roma, para lo cual llevaron allí solo dos cámaras y al protagonista, William Hopper (hijo de la periodista y cotilla oficial de Hollywood Hedda Hopper), reemplazando a los demás intérpretes por extras, y haciendo uso de una segunda unidad italiana para las tomas generales. Después volvieron a Estados Unidos, donde se rodó la práctica totalidad del film, en los estudios de la Columbia y en Corriganville, California. Algunos de los interiores de la nave espacial se rodaron en la Planta Eléctrica Edison, añadiendo algunas vigas de madera y humo; otros de los planos se filmaron en los decorados del barco de El motín del Caine (The Caine Mutiny, 1954), de Edward Dmytryk, que el director artístico Cary Odell modificó un tanto. Y no fue hasta la llegada a Estados Unidos cuando contrataron al director, Nathan Juran, y mientras este rodaba la fotografía principal, Ray se encerró en su estudio para efectuar la animación, comenzando con el plano del cohete cayendo en el mar. En la escena del nacimiento del Ymir diseñó uno más pequeño y lo introdujo en un molde, que llenó de gelatina blanca, dejándola endurecer. Después fue rompiendo poco a poco la gelatina, rodándolo por stop-motion.

La escena en la cual el helicóptero lanza la red metálica sobre el Ymir se rodó por medio de un autogiro auténtico, en retroproyección. La red era pequeña, que fue pintada de plata, para semejar metálica, y se colocó de tal modo que parecía pender del helicóptero, pero estaba situada al mismo tiempo que el modelo de la criatura.

Determinados elementos de la presente después fueron incorporados a The Valley of Gwangi [tv/dvd: El valle de Gwangi, Jim O’Connolly,  1969], como el niño (aquí llamado Pepe) y la pelea del monstruo con el elefante. El elefante, por cierto, en determinados planos es uno real, y en otros una animación; Ray quería que el paquidermo fuera mayor, de cuatro metros y medio, pero no lo consiguió, así pues rodó planos con un cuidador interpretado por un hombre bajo, de un metro y veinte, para que las proporciones lo hicieran semejar más grande. Es extraordinario cómo Harryhausen anima al elefante, el realismo que le aporta, la sensación de pesadez que le confiere en los movimientos.

 

Anecdotario

  • Títulos de rodaje: The Beast from Space / The Giant Ymir.
  • Título en Argentina y Chile: La bestia de otro planeta.
  • El rodaje tuvo lugar en la Hyperion Water Reclamation Plant y en el Iverson Ranch, en Los Ángeles, California, Estados Unidos, así como en Italia en Sperlonga, Latina, y distintas localizaciones de Roma.
  • Los rugidos de Ymir en la película son variaciones de bramidos de elefante acelerados y modulados en tonos a diferentes velocidades.

  • En el dossier de prensa original, el proceso de stop-motion de Ray Harryhausen se llamaba «Electrolitic Dynamation». El nombre de este truco de ventas se acortaría finalmente a solo «Dynamation».
  • Estrenada en Estados Unidos en junio de 1957. En España no tuvo estreno oficial, aunque ha tenido un pase en salas el 19 de marzo de 2017, en Barcelona y ha sido editada en DVD. 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Al igual que, con anterioridad, había hecho Harryhausen con El monstruo de tiempos remotos (Beast From 20.000 Fathoms, Eugène Lourié, 1953), It Came From Beneath the Sea [tv: Surgió del fondo del mar / La fiera del mar; dvd: Surgió del fondo del mar, Robert Gordon, 1954] y Earth vs.the Flying Suacers [tv/dvd: La Tierra contra los platillos volantes, Fred F. Sears, 1956].

[2] Charles H. Schneer, al leer la denominación en el esbozo que realizó Ray, dijo que la palabra Ymir se parecía demasiado a «emir», por lo cual decidieron no hacer uso de ella.

[3] El coloreado de esa escena en la versión policroma es un absoluto destrozo de la labor fotográfica realizada originalmente en ella.

[4] En un cómic de Spider-Man habrá una criatura similar en la etapa en que nuestro personaje viaja a la Tierra Salvaje, y junto al tarzanesco Ka-Zar combate contra Gog, un gigantesco extraterrestre de gran semejanza a Ymir. Estos sucesos tuvieron lugar en el nº 103 de The Amazing Spider-Man (diciembre de 1971), con guion de Roy Thomas y dibujos de Gil Kane.

[5] Tras el éxito de El monstruo de tiempos remotos, el productor Jack Dietz comentó a Harryhausen que estaba en busca de otro proyecto, así pues éste se puso a rememorar ideas pasadas y se topó con la presente, centrada en una serie de criaturas voladoras. Ahora, le añadió la circunstancia de que la acción transcurría en Francia, comenzando en los Pirineos, y finalizando en París. Ray pensó que el director podría ser de nuevo Eugene Lourié, por lo cual su nacionalidad francesa ayudaría a llevar adelante el proyecto con más facilidades. El 20 de febrero de 1953 Ray envió a Dietz una serie de láminas (en una de ellas, un elemental ataca a unas personas en un teleférico, y en otras se ve el clímax final) junto a una sinopsis de cinco páginas. En ella, un entomólogo, junto a su mujer y su perro, busca muestras en los Pirineos franceses, y descubren el cráter de una colisión de una nave espacial, a cuyo alrededor yacen muertos unos gigantescos gusanos y, colgando de los árboles, crisálidas aún vivas de dos metros y medio de largo. Se llevan una de las crisálidas al laboratorio, pero por la noche nace un ser con aspecto de murciélago, que ataca al profesor, pero logran abatirlo. Se trasladan al cráter, para acabar con las demás crisálidas, pero estas han nacido también y han volado lejos. En París el profesor presenta al mundo científico la criatura, pero advirtiendo que hay otras que han anidado en la Torre Eiffel y están esperando atacar la ciudad. Al final, brota un pozo de petróleo en aguas del Sena, que echa a arder, y las llamas atraen a las criaturas como a polillas.

[6] Los Mataderos de Chicago, un lugar de gran tradición turística del lugar, visitado inclusive por reyes, donde se despiezaban las reses, y que estuvo operativo entre 1865 y 1971.

[7] Escribió los guiones también de los cuentos de hadas que rodó Ray Harryhausen en sus inicios, pero sobre todo fue una activa actriz televisiva. A veces ha constado como Charlott, así en los créditos de la presente.

[8] Un sátiro, por supuesto, de la mitología griega. Eran criaturas mitad hombre mitad carnero, con orejas puntiagudas y cuernos en la cabeza, cola de cabra y una erección permanente (de eso, imagino, prescindiría Harryhausen). Se les solía asociar con los dioses Pan y Dioniso, y vagaban por bosques y montañas.

[9] Sin embargo, Venus está situado a una distancia aproximada de 61 millones de kilómetros de la Tierra en su punto más cercano.