Dos fugitivas y amantes, vagando por la campiña, van a parar a un castillo donde, por la noche, se topan con un conjunto de misteriosos personajes, tres hombres bruscos y duros y dos mujeres, una de ellas vampira, así como a una serie de mujeres encadenadas. Poco después, aparecerá un vampiro, líder del grupo.
Dirección: Jean Rollin. Producción: Les Films ABC. Productor ejecutivo: Sam Selsky. Guion: Jean Rollin [sin acreditar]. Fotografía: Renan Pollès. Música: Pierre Raph. Montaje: Michel Patient. FX: Carol Fiedler (maquillaje). Intérpretes: Marie-Pierre Castel (Marie), Mireille Dargent (Michelle), Philippe Gasté (Frédéric), Dominique (Erika), Louise Dhour (Louise), Michel Delesalle (el vampiro centenario), Antoine Mosin (primer bárbaro), Olivier François (segundo bárbaro), Dominique Toussaint (tercer bárbaro), Agnès Petit (tercera víctima de los vampiros), Agnes Jacquet (primera víctima de los vampiros), Anne-Rose Kurrat (segunda víctima de los vampiros), Paul Bisciglia (hombre de la bicicleta), Jean-Noël Delamarre (amigo de Michèle y Marie). Nacionalidad y año: Francia 1972. Duración y datos técnicos: 87 min. color 1.66:1.
Hace muchos años, cuando en España la bibliografía sobre cine fantástico se podía contar con los dedos de una mano, el aficionado se topó con una sorpresa editorial, El vampiro en el cine, de David Pirie[1]. Ahí, el guionista, novelista y ensayista inglés glosaba el cine del francés Jean Rollin de forma entusiasta, y todos los que leímos ese libro, solo con ese texto como referencia y algunas atractivas fotos, nos sentimos desesperados por no poder acceder a gran parte de esa filmografía. Hoy en día, cuando mucho de ese cine internacional sobreviviente es más o menos accesible, hemos podido vislumbrar la obra de Rollin, y tenemos la capacidad de forjarnos nuestra propia opinión.
Ignoro si Jean Rollin realmente amaba el cine, si pretendía hacer obras artísticas, o simplemente era un caradura que rodaba de cualquier manera películas que a la que acudía un público que, sospecho, se podría dividir en dos facciones: por un lado, los amantes del género de terror, que consumían/consumen todas las muestras disponibles del mismo; y por otro, los erotómanos. Vistas en la actualidad estas cintas, la indigencia a todos los niveles (la económica es lo de menos) que traslucen provocan bochorno y vergüenza ajena.
Requiem pour un vampire [dvd/tv: Réquiem por un vampiro, 1972] la rodó Rollin después de Le frisson des vampires [dvd/tv: Los temores de los vampiros / El amanecer de los vampiros; vd: Escalofríos de vampiro, 1971] y antes de La rose de fer [dvd: La rosa de hierro, 1973], que no pertenece a su ciclo de los no muertos, pero que semeja inspirada en un detalle argumental procedente del film que nos ocupa, de los pocos salvables del mismo, aquel en el cual la pareja de féminas, intentando huir de la torre/castillo morada de los vampiros, una y otra vez van a parar de nuevo al mismo lugar, y que parece copiado de uno de los grandes momentos de la magistral Operazione paura [dvd: Operazione paura / Operación miedo, Mario Bava, 1966].
Dentro de la ficha del film en el IMDb, y en el apartado de «Trivia», se refiere: «Jean Rollin afirmó haber escrito el tratamiento en una ráfaga improvisada, apilando incidentes unos encima de otros con poco cuidado por la verosimilitud o cualquier otro tejido conectivo». No hace falta que lo jure. La incoherencia de la cinta es total, pero es que además el descuido formal resulta patente en todo momento, con planos desenfocados, fallos de montaje y errores interpretativos constantes, entre otras perlas. La película luce algunos planos que, estéticamente, por medio de determinados focos de color, pueden resultar atractivos, pero ahí acaba cualquier virtud en el apartado visual.
Réquiem por un vampiro arranca con una persecución automovilística pésimamente rodada; en el primer coche viaja un conductor y dos payasas, una de las cuales dispara por la ventanilla trasera al segundo vehículo, cuyos integrantes no vemos. Al fin los despistan, pero el chófer es herido de muerte. Las dos payasas se deshacen del automóvil y del muerto prendiéndoles fuego (Rollin rueda la secuencia en tres largos planos, para amortizar gastos y rellenar metraje) y luego se ponen a vagar por la campiña francesa, siempre vestidas de clown. Viven diversas aventuras, a cuál más absurda, hasta que, transcurrido un tercio del film, llegan a una especie de torre/castillo, donde habitan los vampiros de la trama.
Algo así como el ochenta por ciento del metraje carece de diálogos, lo cual podría considerarse una audacia experimental. En realidad, sospecho que Rollin se escudaba en esas supuestas experimentaciones, en huir de las ligaduras narrativas, en buscar nuevas vías de expresión, para simplemente despreocuparse de nada salvo de rodar a su grupo de amigos, divertirse y sacar un dinerillo a costa de los que pasaban por taquilla.
Dentro de la vacuidad de la trama, el realizador aprovecha cualquier instante para desnudar a algunas de las mujeres del reparto. Hay una larguísima escena en las cual los tres individuos acólitos del vampiro (bárbaros se les denomina en la ficha técnica) se dedican a abusar sexualmente de tres mujeres que tienen encadenadas, y Rollin se regodea con amplitud en esas tomas. De hecho, da la impresión de que la película está rodada en su integridad con la mera intención de centrarse en esas imágenes, y todo lo demás es superfluo.
En el aspecto vampírico, tenemos un vampiro líder del grupo, que es descrito como de muy avanzada edad, a tal punto que ya apenas tiene poder. Los diferentes miembros de su séquito, esos tres bárbaros y dos mujeres, han sido vampirizados por él, pero en distintos grados, dada ya su debilidad en ese sentido: solo una de las mujeres, Erika, ha accedido a la condición de no muerta (luce unos desmesurados colmillos que parecen comprados en una tienda para niños), y además, no del todo. Los demás aún resisten la luz del sol y todavía no les han crecido los colmillos (son de lenta dentición).
El film carece de cualquier tipo de interés que no sea el de seducir a determinado tipo de espectador con las escenas de sexo light servidas por un grupo de actrices apáticas e inexpresivas. De hecho, a nivel interpretativo la película ofrece unas labores, en su integridad, que entran dentro de la categoría del amateurismo, aunque algunas de las «actrices» ya hayan trabajado con anterioridad con Rollin. Sin lugar a dudas, un bodrio sin parangón y una de las peores películas de vampiros de todos los tiempos.
Anecdotario
- Título alternativo en Francia: Requiem.
- Títulos anglosajones: Caged Vampires / Crazed Virgins / Dungeon of Terror / Sex Vampires / The Crazed Vampire/ Virgins and Vampires / Requiem for a Vampire / Crazed Vampires / Dungeon of Virgins / Virgins and the Vampires.
- El rodaje tuvo lugar en Crêvecoeur, en Laboissière-en-Thelle, y Le Mesnil-Conteville, en Oise, en Francia.
- El productor Sam Selsky está acreditado como $am $elsky.
- La hermana gemela de Marie-Pierre Castel, Catherine, iba a interpretar el papel de Mireille Dargent. Las gemelas Castel aparecieron juntas en otras películas de Jean Rollin.
- Estrenada en Francia el 30 de abril de 1972. En España se editó en DVD por parte de RsR en 2004 dentro de la colección «Terror Erótico – Vamps Vampiras».
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: •
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] traducción del inglés Juan Manuel Ibeas Delgado. Barcelona: Círculo de Lectores, 1977.