En 1830, cuarenta años después de la última manifestación de su temido vampirismo, los herederos Karnstein utilizan la sangre de un inocente para engendrar el mal que es la bella Mircalla, o como era en 1710, Carmilla.

Dirección: Jimmy Sangster. Producción: Hammer Films para Anglo-EMI Film Distributors [RU], American Continental Films Inc. [EE.UU.]. Productores: Harry Fine, Michael Style.  Guion: Tudor Gates, según los personajes creados por J. Sheridan Le Fanu. Música: Harry Robinson [Harry Robertson]. Fotografía: David Muir. Dirección artística: Don Mingaye. Montaje: Spencer Reeve. FX: George Blackler (supervisor de maquillajes). Intérpretes: Barbara Jefford (condesa Herritzen), Ralph Bates (Giles Barton), Suzanna Leigh (Janet Playfair), Yutte Stensgaard (Mircalla / Carmilla Karnstein), Michael Johnson (Richard Lestrange), Helen Christie (Miss Simpson), Mike Raven (conde Karnstein), Christopher Cunningham (cochero), Harvey Hall (inspector Heinrich), Michael Brennan (terrateniente), Pippa Steel (Susan Pelley), Judy Matheson (Amanda McBride), Caryl Little (Isabel Courtney), David Healy (Raymond Pelley), Jonathan Cecil (Arthur Biggs), Erik Chitty (profesor Herz), Jack Melford (obispo), Christopher Neame (Hans), Valentine Dyall (conde Karnstein [voz]), Kirsten Lindholm, Luan Peters, Nick Brimble, David Richardson, Vivienne Chandler, Erica Beale, Mel Churcher, Melita Clarke, Jackie Leapman, Sue Longhurst, Patricia Warner, Christine Smith, Fred Wood… Nacionalidad y año: Reino Unido 1971. Duración y datos técnicos: 95 min. Color 1.85:1.

 

Anticipándose al posible éxito comercial de The Vampire Lovers, dos días después de finalizarse el rodaje de esta, James Carreras ya había organizado una reunión con el fin de discutir el guion de la que sería su secuela, Lust for a Vampire [tv/vd/dvd: Lujuria para un vampiro, 1971]. El director elegido en esta ocasión era el gran Terence Fisher pero, debido a un accidente de coche[1], con la consecuencia de la rotura de una pierna, y tras pensarse en el propio Harry Fine, al final se firmó con Jimmy Sangster, guionista habitual de la casa, quien había debutado en el campo de la realización con la interesante El horror de Frankenstein (The Horror of Frankenstein, 1970), especie de remake de La maldición de Frankenstein impregnado de una enorme ironía.

 

 Jimmy Sangster (1927-2011) era hijo de un agente inmobiliario y recibió educación en la Ewell Castle School. Comenzó en el cine como claquetista y, tras servir en la RAF, se inició como tercer ayudante de dirección en los Ealing Studios, casa responsable de muchas grandes comedias británicas y una obra maestra del terror, Al morir la noche (Dead of Night, Alberto Cavalcanti, Charles Crichton, Basil Dearden, Robert Hamer, 1945). Con el tiempo pasó a la Hammer, donde se inició como auxiliar de producción, así como ayudante de dirección, director de segunda unidad y jefe de producción. Tras el éxito de El experimento del doctor Quatermass, se le ofreció redactar el guion de X the Unknown [tv: X – Lo desconocido, Leslie Norman, 1956][2], que inicialmente se pretendía hacer pasar como parte de la saga, hasta que por desacuerdos con el creador de Quatermass se cambió el nombre del protagonista. Sin embargo, ante este ofrecimiento Sangster respondió: «No soy escritor, soy jefe de producción». A lo que, según él, la Hammer replicó: «Bueno, ven con unas cuantas ideas y, si nos gustan, te pagaremos. Y si no, pues no te pagamos. Como tienes un sueldo como jefe de producción, no puedes quejarte»[3].

El resto es historia. Se hizo cargo del guion de la película, que fue además muy sólido, y después aportó nuevos enfoques a los mitos de Drácula y Frankenstein, entre otros, hasta alcanzar un crédito de casi cuarenta libretos fílmicos y otros tantos televisivos. Como director, tras la referida y la presente, volvió a hacer una tercera película para la Hammer, el simpático terror psicológico Miedo en la noche (Fear in the Night, 1972), y en televisión realizó un episodio para cada una de las series Cannon, Banacek y Faraday y Compañía. También fue autor de varias novelas, así como de las memorias Do You Want it Good or Tuesday?: From Hammer Films to Hollywood: A Life in the Movies (1997) y el ensayo sobre escritura de guiones Screenwriting: Techniques for Success (2003).

Se ofreció a Ingrid Pitt la oportunidad de volver a encarnar el personaje protagonista, posibilidad que la actriz rechazó, aduciendo que el guion era demasiado malo. Peter Cushing también debía aparecer, en el rol de Giles Barton, pero su esposa estaba muy enferma por aquel entonces y decidió abandonar antes del inicio del rodaje, siendo sustituido con muy escaso margen por el joven Ralph Bates —quien ya había dado vida al doctor en Horror of Frankenstein; es decir, que en cierto sentido también había reemplazado a Cushing, en la cinta del personaje dirigida por Sangster—.

Dados los roces habidos en la anterior entrega con la censura británica, esta vez los elementos lésbicos fueron reducidos de forma tajante, al punto de que aquí Carmilla se enamora incluso de un hombre. Al inicio del film, pues, hay unos leves y muy tímidos apuntes de relaciones entre las chicas, y hacia el final vemos cómo se está alimentando de una de las estudiantes con gran gozo por parte de ésta. Pero una gran porción del metraje lo cubre una espantosa historia de amor entre Mircalla y el personaje de Richard Lestrange (interpretado por el actor Michael Johnson, a la sazón auténtico protagonista del film, aunque aparezca el quinto en el reparto). Las escenas de desnudos en el film son risiblemente gratuitas (aunque complacientes, que diría alguno) y se percibe que están introducidas sin ningún intento de justificación dramática con el fin de contentar al público que buscaba ese componente.

Con todo, a nivel de guion en general no puede decirse que el trabajo de Tudor Gates fuera demasiado inspirado. En cierto modo, reelaboró el libreto de The Vampire Lovers, fusionándolo con diversos elementos de Las novias de Drácula (principalmente, el entorno del colegio para señoritas, con un vampiro infiltrado en su interior). Así pues, tenemos de nuevo a Carmilla, que es traída por la condesa Herritzen (Barbara Jefford), que ahora resulta ser su tía, para ser dejada en el lugar y poder practicar allí sus artes de depredación.

Van acompañadas ambas por un individuo enigmático, que recupera en cierto modo el rol del Hombre de Negro, aunque aquí es más locuaz y viste de otra manera (en la mayor parte del film, como si fuera a cazar perdices, y con capa a lo Christopher Lee en la escena final). El personaje, que responde al nombre de conde Karnstein en los créditos —si bien en el film se hará pasar por médico— está encarnado por Mike Raven (1924-1997). Este había sido bailarín de ballet, teniente de infantería y productor televisivo, pero logró un gran éxito como disc jockey en una emisora de radio pirata. Tal vez por ello se le añadieron diálogos a su papel —aunque en muchas ocasiones se le ve solo observar en silencio mientras Carmilla ataca, como hacía el Hombre de Negro—, si bien, curiosamente, la voz que se oye no es la suya[4]. Se le intentaría convertir en una especie de figura menor del género, y después de esta apareció en El monstruo (I, Monster, Stephen Weeks, 1971) para la Amicus, Crucible of Terror [tv: La prueba del terror, Ted Hooker, 1971] y Disciple of Death (Tom Parkinson, 1972), donde incluso participó en el guion.

Aquí, de nuevo, los vampiros pueden salir a la luz del día sin problema alguno. Y, aunque eso procede de la novela, supone una gran comodidad argumental para que aquéllos interactúen con los humanos. De igual modo, exhiben los colmillos de siempre y les repele la cruz, aunque, en un curioso hallazgo del libreto, si esta se invierte la aversión desaparece, al convertirse en un símbolo satanista. También se refiere que la familia Karnstein regresa cada cuarenta años para aterrorizar la villa situada a la falda del castillo, como si fuera una maldición cíclica.

Por lo demás, al inicio del film se menciona que los vampiros tienen la capacidad de reencarnarse (al final incluso se añade que eso hace difícil poder identificarlos, al variar de cuerpo) y, de hecho, Carmilla es traída de vuelta a la vida por medio de un ritual de artes oscuras, al derramarse sangre de una muchacha sobre un esqueleto. Dada la escasa explicitud al respecto, se podría creer que ni siquiera el esqueleto es el de Carmilla, sino que los oficiantes atraen el alma de la vampira a un cuerpo cualquiera; esa idea, en cierta manera, remite a la resurrección del conde en Drácula, príncipe de las tinieblas, aunque en esta se parten de las auténticas cenizas del vampiro.

El ritual es oficiado por Mike Raven, pero en dos ocasiones hay un breve inserto de los ojos del personaje… que en realidad son los de Christopher Lee —tomados de Drácula vuelve de la tumba—. Todo ello podría hacer pensar que ese elemento se añadió a última hora, para justificar el cambio de actriz de una película a otra. Sin embargo, cuando hacia la mitad vemos grabados de la antigua Carmilla, comprobaremos que tiene el mismo aspecto que la de ahora, es decir, con los rasgos de Yutte Stensgaard.

Yutte Stensgaard, en efecto, es la actriz que interpreta en esta ocasión al personaje creado por Sheridan Le Fanu. Nació en Dinamarca en 1946 y emigró al Reino Unido en 1963, con la idea de trabajar en el cine y convertirse en una gran estrella. Debutó en la pantalla grande con la italiana La ragazza con la pistola (Mario Monicelli, 1968), y asomó en una docena de filmes, casi la mitad de ellos del género, y en televisión hizo otras tantas apariciones en series. En la presente, ciertamente es más joven que Ingrid Pitt, y por tanto se adecua más al papel en ese sentido, además de ser bellísima, pero su interpretación no puede sino calificarse de catastrófica. Carece de sensualidad, de turbiedad, y su personaje transita por toda la película sin cambiar casi de semblante, siendo inexpresiva en la mayoría de los momentos, y cuando debe plasmar una sonrisa maligna parece más bien que esté cachondeándose. En la ridícula escena de amor, además, cuando debe aparentar estar arrebatada por el frenesí erótico lo que hace es ponerse bizca.

De hecho, la escena de amor fue bastante polémica, no por lo que se ve en ella, sino por lo que se oye. A alguien de la Hammer se le ocurrió la feliz idea de añadir una canción a esos instantes, y el resultado es terrible. «Strange Love», interpretada por Tracy, una cantante adolescente británica que grabó unos pocos discos entre 1969 y 1971, puede que nos sonara agradable escuchándola en la radio, pero en medio de una película de terror destroza por completo la atmósfera. Se oye por dos veces, una en el encuentro sexual entre Carmilla y Lestrange sobre el césped —donde parece haber una insinuación de cunnilingus—, y otra en una inmediata escena onírica, donde en realidad se desata la polémica, definiéndose por parte de muchos como un video-clip que provoca sonrojo.

Pero lo peor de la película, por supuesto, es la muy poco inspirada realización por parte de Jimmy Sangster, quien hubo de ponerse al cargo con solo una semana de margen —si ello sirve como excusa—. Si en El horror de Frankenstein había sabido insuflar a la trama de un perfil irónico constante, sin invalidar la turbiedad y lo oscuro de la historia, en la presente da la impresión de que decide empezar en tono de comedia y luego, de pronto, se olvida de ello, tornándose serio. El arranque del film ya es terrible, con la muchacha paseando por el bosque con una musiquilla alegre, que casi nos hace creer que, antes que con un film de terror, nos encontramos con una parodia al estilo de Carry on Screaming [tv: Continuad gritando, Gerald Thomas, 1966]. Especialmente espantoso es el profesor de lengua que llega a la posada, y del que, por suerte, de inmediato se deshace el protagonista, y que semeja el típico personaje de mariquita que aparecía en las comedias españolas de los setenta.

Resalta también la nula capacidad de dirección de actores que procura Sangster, donde cada uno de ellos parece estar en una película diferente. El propio Ralph Bates, excelente intérprete, al inicio semeja procedente de una comedia —a lo cual tampoco ayuda esa espantosa caracterización, como una especie de clérigo puritano y melindroso—, aunque más tarde parece encauzarse. Resulta difícil, en este caso, imaginarse qué hubiera hecho Peter Cushing con ese personaje. En ese sentido, el guionista Tudor Gates comentó:

Peter es un actor de un gran nivel, y creo que por eso fue por lo que la película no es lo que podría haber sido. Por supuesto, cuando Peter Cushing canceló [su compromiso], reescribí el guion para adecuarlo a Ralph Bates, que fue quien lo reemplazó[5].

Y Ralph Bates añadió:

Lo hice como un favor a Peter y a Jimmy Sangster. Pensaba que era un film insípido, y lamento haber tenido participación en él. Pero, una vez más, Jim es un amigo muy, muy cercano, así como Peter, que, como amigo, me alegro de haberle librado de una situación muy lastimosa[6].

Mayor profesionalidad ofrecen las actrices Helen Christie (como la directora de la institución, Miss Simpson) o Judy Matheson (como la profesora Amanda McBride), pero las jovencitas del internado son espantosas, así como los huraños labriegos del cercano pueblo.

Sangster es incapaz de otorgar misterio, emoción o sensualidad a las imágenes, y filma de cualquier manera las escenas, aunque en ocasiones puedan deparar planos atractivos, gracias a la dirección artística[7], como esas imágenes de Carmilla en la campiña rodeadas de niebla. Tremenda es la escena de llegada de Lestrange al internado, con las jovencitas haciendo ejercicio y, después, un espantoso plano de ellas posando en la escalera de entrada, que más bien semeja un anuncio de colonias. Además, la saturación de zooms destroza en todo momento cualquier intento de conferir algo de elegancia a la puesta en escena, y parece más propia de un spaghetti-wéstern de tercera. Solo hay un momento en el cual Sangster hace alarde de cierto ingenio visual, y es cuando, hacia el final, el conde Karnstein expone su control mental sobre Carmilla: este mueve simplemente un dedo, y en un mismo plano lo tenemos a él, al fondo, y a la mujer vampiro en primer plano, dominada por la fuerza psíquica del hombre en un único encuadre que aúna causa y efecto. Pero el film se mueve de un modo mustio, desangelado, carente de potencia, y se detecta en todo instante una falta de sensualidad y un exceso de zafiedad.

Al final, Mircalla/Carmilla muere —en un clímax que recuerda a los de las películas de la Universal, con la muchedumbre enfurecida asaltando el castillo e incendiándolo—, e incluso hay planos del fuego que recordarían al ciclo AIP/Corman/Poe y, pese a todo, su forma de perecer se podría considerar ingeniosa. El conde Karnstein clama que «el fuego no puede matarnos», y él y la condesa se quedan sin ningún temor rodeados por las llamas. Aún volverán a dar señales de no vida, se nos insinúa, en un futuro no lejano, aunque no reaparecieron en la película siguiente del ciclo.

 

Anecdotario

  • Título en Argentina y México: Ataúd para un vampiro.
  • El rodaje del film tuvo lugar entre el 6 de julio y el 18 de agosto de 1970.
  • Para el estreno original en el Reino Unido se realizó un corte por parte de la BBFC que sustituía una toma de Amanda en topless por otra parcialmente cubierta durante la escena de la cama en la que es mordida por Mircalla. Los estrenos en vídeo fueron sin cortes, aunque el DVD de Warner de 2002 incluía curiosamente la copia de cine editada. El DVD de Optimum de 2008 es la versión sin cortes.

  • Su escena más destacada muestra a Yutte Stensgaard empapada en sangre y parcialmente cubierta por trapos empapados en sangre, aunque la escena filmada no es tan explícita como la mostrada en un fotograma promocional.
  • El plano final de la película con el castillo en llamas está tomado de otra película de la Hammer, Las cicatrices de Drácula (Scars of Dracula, Roy Ward Baker, 1970).
  • Secuela de The Vampire Lovers [vd: Las amantes vampiros; tv: Las amantes vampiras; vd/dvd: Las amantes del vampiro, Roy Ward Baker, 1970]. La trilogía se cierra con Drácula y las mellizas (Twins of Evil, John Hough, 1971).
  • Se estrenó en el Reino Unido el 17 de enero de 1971. En España no se vio en cines, obviamente, por motivos de censura, pero después se ha emitido por televisión y editado en vídeo. 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *½

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Otro accidente de coche fue lo que le impidió dirigir Drácula vuelve de la tumba (Dracula Has Risen from the Grave, 1968), reemplazándole Freddie Francis.

[2] Sin embargo, con anterioridad tiene crédito en ese sentido en el mediometraje Hammer A Man on the Beach (Joseph Losey, 1955).

[3] Según se refiere en el DVD Fanex Files: Hammer Films (2009) de Alpha Video, dirigido por A. Susan Svehla, en el minuto 12:20.

[4] Corresponde a Valentine Dyall, quien fue narrador en muchas películas, y que interpretaba al sirviente en la magistral La casa encantada (The Haunting, Robert Wise, 1963). Fue llamado «el Vincent Price británico».

[5] En una entrevista con Randy Palmer en la revista Fangoria nº 40, y tal como es citado en JOHNSON, Tom; DEL VECCHIO, Deborah: Hammer Films: An Exhaustive Filmography. Jefferson (Carolina del Norte): McFarland & Co., 2012.

[6] En la revista Bizarre nº 3 (1974).

[7] De la que se hace cargo Don Mingaye. Debería haber correspondido al mítico Bernard Robinson, pero murió muy poco antes de iniciado el rodaje, a los cincuenta y siete años de edad.