Junto a un orfanato está la nueva mansión del conde Yorga. Asiste a una fiesta de disfraces que allí se celebra y conoce a una joven de la cual queda prendado. Más tarde, con su grupo de mujeres vampiro, practica una orgía de sangre y muerte, eliminando a todos los que están con la muchacha en ese instante, y a ella se la lleva a su mansión y la hipnotiza, haciéndola olvidar lo sucedido, a la espera de que la mujer se enamore de él.
Dirección: Bob Kelljan. Producción: Peppertree Productions Inc. para American International Pictures (AIP). Productor: Michael Macready. Guion: Bob Kelljan, Yvonne Wilder. Fotografía: Bill Butler. Música: Bill Marx. Montaje: Laurette Lovell, Fabien D. Tordjmann. FX: Roger George (efectos especiales). Intérpretes: Robert Quarry (conde Yorga), Mariette Hartley (Cynthia Nelson), Roger Perry (Dr. David Baldwin), Yvonne Wilder (Jennifer Nelson), Tom Toner (reverendo Thomas Westwood), Rudy De Luca (teniente Madden), Philip Frame (Tommy), George Macready (profesor Rightstat), Walter Brooke (Bill Nelson), Edward Walsh (Brudah, sirviente de Yorga), Craig T. Nelson (sargento O’Connor), David Lampson (Jason, novio de Ellen), Karen Ericson [acreditada como Karen Houston] (Ellen Nelson), Helen Baron (Mrs. Marcia Nelson), Jesse Welles (Mitzi Carthay), Michael Pataki [acreditado como Mike Pataki] (Joey), Corinne Conley, Allen Joseph, Peg Shirley, Liz Rogers, Paul Hansen, Marilyn Lovell, Richard H. Campbell… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1971. Duración y datos técnicos: 97 min. color 1.85:1.
Count Yorga, Vampire [tv/dvd: Conde Yorga, vampiro, Bob Kelljan, 1970] finalizaba de una manera que hacía facilísimo proseguir con una secuela a partir de ahí. Sin embargo, su continuación, The Return of Count Yorga [tv/dvd: El retorno del conde Yorga, 1971], rodada pocos meses después del estreno de la previa, parece olvidar esos elementos y se inventa unos por completo nuevos. Aquí, se habla al principio de que la zona es azotada por los vientos de Santa Ana. También llamados en español vientos de Santana, y en inglés «devil winds», esto es, «vientos del diablo», son unas condiciones climáticas extremadamente secas que aparecen en el sur de California y norte de Baja California durante el otoño y a principios de invierno. Se cree que los vientos de Santa Ana afectan a la energía y al comportamiento de las personas, y suelen aparecer en la ficción como responsables de un estado de ánimo tenso, inquieto e iracundo entre los angelinos. Aquí, se supone que sus poderes sobrenaturales traen de vuelta a Yorga, sus mujeres vampiro e incluso su servidor humano Brudah. Pero eso hay que adivinarlo por una conversación casual entre Cynthia y el reverendo que dirige el orfanato.
En esta ocasión vuelve a dirigir Bob Kelljan, y el guion lo escribe él, pero ahora acompañado de otra persona, Yvonne Wilder, quien además interpreta en la película a Jennifer, que es muda, mas no sorda (otra cosa que hay que adivinar, cuando percibimos que se levanta de la cama al oír un ruido). Este fue su único trabajo como guionista (no sorprende), pero como actriz tiene un importante recorrido, y por ejemplo apareció en la versión teatral original de West Side Story, así como en la película de Robert Wise y Jerome Robbins, interpretando a Consuelo. Y era esposa del director de esta película, de ahí esa doble contribución.
Como suele ser muy habitual en las secuelas, en realidad la trama es un calco remozado de la del film anterior, con una distribución muy análoga pero cambiando ciertos elementos. Esta película está rodada con un capital más holgado que la previa, así que lo que en aquélla era supuesto, aquí se puede representar. En la previa se hablaba de un experto, y aquí tiene aparición, en la persona del profesor Rightstat (interpretado por George Macready, que en la primera película era el narrador), en un elemento bufo bastante poco satisfactorio, aunque por suerte breve. En la anterior se hablaba en off con la policía, y aquí esta tiene aparición…
Por lo demás, la estructura es similar, con planos de diálogos en la calle (rodaje en San Francisco, para exhibir el presupuesto de que se dispone) y nueva incidencia en el escepticismo sobre los vampiros, que ahora adquiere rasgos casi paródicos, en especial por el policía que interpreta el debutante Craig T. Nelson. Esa holgura económica ayuda a un mayor lustre visual para el film, y Kelljan se sirve también de ello para ofrecer una planificación más depurada. Véanse, por ejemplo, los estallidos de recuerdos que asaltan a Cynthia, muy bien integrados en la imagen y el audio. Sin embargo, el guion, por el contrario, es muy inferior. En la cinta primigenia la trama era muy sencilla, pero el desarrollo del libreto se ajustaba a las condiciones y sacaba provecho de ello. Aquí, en un intento de mayor ambición, se les ha ido de las manos, y está lleno de dispersiones, fallos de continuidad y, sobre todo, un humor muy tontorrón que elimina la ironía de su precedente, y alcanza límites de ridículo constantes.
Incorpora nuevos elementos, eso sí, como la referida aparición de la policía, el personaje de la muda Jennifer (en un intento de ofrecerla en plan estrella, pero que luego sobra en la trama) o, sobre todo, un niño de unos diez años, Tommy, interpretado por Philip Frame, quien hizo dos apariciones previas en sendos episodios televisivos y después de la presente se mostró en otra película, y luego nada más. Al poco de empezar la película, mientras está jugando por el campo con una pelotita, llega a un cementerio, de donde las mujeres vampiro de Yorga se empiezan a levantar de las tumbas; el chico intenta escapar, pero retrocede para recuperar la pelota, y luego sigue corriendo, topándose con Yorga. A partir de ahí, el chaval aparecerá de forma constante aferrado al dichoso esférico, y se convierte en algo así como el Renfield del vampiro, pero tan sugerente elemento no es sabido aprovechar, una vez más.
La primera entrega bebía, en estructura argumental, un tanto del Drácula de Stoker (o de la primera versión cinematográfica de Terence Fisher), con el grupo de fieles acompañantes velando el descanso de la que está siendo vampirizada, mientras el Mal está en la propia casa. Aquí también hay elementos de la novela, como el referido niño-Renfield, pero la aparición inicial de las vampiras en el cementerio, o la espeluznante escena de la orgía de sangre, parecen buscar inspiración en un reciente éxito como fue La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968, George A. Romero), que además supuso una ruptura de los moldes narrativos del género hasta entonces imperantes. Por lo demás, se vuelven a ofrecer los ataques de los vampiros de igual modo que en la anterior, esto es, corriendo y con los brazos extendidos; en un momento determinado, cuando lo hace el conde Yorga, para alargar la situación Kelljan lo ofrece a cámara lenta, con el resultado de que la escena resulta grotesca. Y es que, al final, la propia película acaba siendo grotesca y pierde las posibilidades atmosféricas que ofrecía sobre el papel.
Anecdotario
- Títulos alternativos: Curse of Count Yorga / The Abominable Count Yorga / Yorga Returns.
- Título en México: El regreso del conde Yorga.
- Debut cinematográfico de Craig T. Nelson, y último film de George Macready.
- La mansión del Conde Yorga en la película es la Casa Dorinda en Santa Bárbara, California, que ahora es una comunidad de jubilados.
- La película que el conde Yorga ve por televisión es Las amantes del vampiro (1970), la de Hammer, que se ofrece con un doblaje hispano que la hace aparentar una parodia.
- Tras esta se planeó una tercera película de Yorga, que habría presentado a un Conde destrozado viviendo en las alcantarillas de Los Ángeles creando un ejército de no muertos rondando las calles, pero nunca llegó a materializarse.
- Secuela de Count Yorga, Vampire [tv/dvd: Conde Yorga, vampiro, B. Kelljan, 1970].
- Estrenada en Estados Unidos el 18 de agosto de 1971 en una premier en Los Ángeles, California, y después en el resto del país a partir del 20 de agosto de 1971.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *½
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra