Un hombre obsesionado con el juego dice no conocer el miedo y apuesta a que puede pasar la noche en un museo de cera. Sin embargo, en lo tenebroso de la noche…

Dirección: Maurice Tourneur. Distribución: Cinema Éclair. Guion: André de Lorde, según su propio relato y obra teatral. Intérpretes: Henry Roussel (Pierre de Lionne), Emile Tramont (Jacques), Henri Gouget (el gerente del museo de cera)… Nacionalidad y año: Francia 1913. Duración y datos técnicos: 11 min. B/N con tintados 1.20:1.

 

Le Théâtre du Grand-Guignol, conocido de forma simplificada como Grand-Guignol, fue un teatro situado en el barrio parisino de Pigalle, que se abrió en 1897 y se cerró en 1962. Su fundador respondía al nombre de Oscar Méténier (1859-1913), y el local disponía de 293 butacas, siendo el más pequeño de todo París. Con anterioridad el lugar fue una capilla, y eso ayudó a conferir al sitio, nada más entrar en él, un aire lóbrego e inquietante, con confesionarios y columnas góticas repartidos por el lugar. En una representación típica del Grand Guignol los espectadores veían cinco o seis obras cortas, todas ellas con un estilo que intentaba ser fiel a los ideales naturalistas del teatro, y las más populares y conocidas eran las obras de terror, por lo general no de temática sobrenatural, sino sobre locura y crímenes muy sangrientos, donde los efectos gore aparecían con abundancia. El público se excitaba tanto que, a veces, los actores debían pedir silencio, y algunos de los espectadores se desmayaban, vomitaban o se excitaban sexualmente (no sabemos hasta qué punto). El período de mayor esplendor del lugar fue entre las dos grandes guerras, y hasta miembros de la realeza visitaron el local.

El más importante de los autores que escribieron para el teatro fue André de Latour, conde de Lorde, conocido como André de Lorde (1869-1942), que redactó para los espectáculos de las gradas entre 1901 y 1926, llegando a crear hasta 150 obras (breves, recordemos). De día trabajaba como bibliotecario en la Bibliothèque de l’Arsenal, y el resto del día lo dedicaba a desarrollar sus obras macabras. Dado que el tema de muchas de ellas era la locura, a veces contaba con la ayuda del psicólogo Alfred Binet, creador de los tests de inteligencia. Algunos de sus escritos fueron llevados al cine, en determinados casos guionizados por él mismo, como la que acontece. Las películas más importantes hechas a partir de sus libretos fueron The Lonely Villa (1909), de David Wark Griffith, según Au Telephone, El sistema del doctor Goudron y del profesor Plume (Le Système du docteur Goudron et du professeur Plume, 1913), de Maurice Tourneur, basada esta en el relato de Edgar Allan Poe, o no puedo dejar de citar un título tan adorable como El castillo de la muerte lenta (Le château de la mort lente, 1926), dirigido por el cineasta conocido como Donatien (en realidad, Émile-Charles-Bernard Wessbecher). Más adelante su obra adoptaría otras formas, y fue el autor (en colaboración), por ejemplo, de la que daría lugar a la deliciosa Memorias de una doncella (The Diary of a Chambermaid, 1946), de Jean Renoir.

Maurice Félix Thomas fue más conocido como Maurice Tourneur (1876-1961), padre del luego también célebre realizador Jacques Tourneur. Admirador de D. W. Griffith, comenzó dirigiendo en 1913, y no sorprende que ya en 1914 trabajara en Estados Unidos, repartiendo sucesivamente su carrera entre su país de origen y el continente norteamericano. Entre sus filmes más importantes habría que citar La hija del arrabal (The Rise of Jenny Cushing, 1917), El pájaro azul (The Blue Bird, 1918), según el cuento de Maurice Maeterlinck, La isla del tesoro (Treasure Island, 1920), con Lon Chaney en un papel, El último de los mohicanos [dvd: El último mohicano] (The Last of the Mohicans, 1920), codirigida con Clarence Brown, Lorna Doone (Lorna Doone, 1922), The Mysterious Island [dvd: La isla misteriosa, 1929], correalizada con Lucien Hubbard y Benjamin Christensen, En nombre de la ley (Au nom de la loi, 1932), Las dos huerfanitas (Les deux orphelines, 1933), Volpone (Volpone, 1941), en colaboración con Jacques de Baroncelli, o La mano del diablo (La main du diable, 1943). Como puede comprobarse, tocó muchos géneros, aunque se le percibe cierta predisposición hacia el terror y el fantástico, como atestiguan El pájaro azul, The Mysterious Island y La mano del diablo, así como Trilby (Trilby, 1915), While Paris Sleeps (1923), también con Chaney, y que de nuevo tiene como centro temático un museo de cera, o sus colaboraciones iniciales con De Lorde en formato de cortometraje, como es el caso que nos ocupa, la citada adaptación de Poe, o la tardía L’homme mystérieux (1933).

Con solo once minutos de duración, Las figuras de cera (Figures de cire, 1913) está considerada, si no la primera, al menos una de las iniciadoras de la temática de los museos de cera en el cine de terror, y posteriores películas reincidirían en unos planteamientos argumentales similares, como El hombre de las figuras de cera (Das Wachsfigurenkabinett, Paul Leni, Leo Birinsky, 1924), La horrible noche del baile de los muertos (Nella stretta morsa del ragno / Les fantômes de Hurlevent /        Dracula im Schloß des Schreckens, Antonio Margheriti, 1971) ―esta no transcurre en un museo de cera, pero la premisa es prácticamente la misma, reemplazando ese local por una mansión misteriosa― o Wax (Víctor Matellano, 2014).

Así pues, aquí tenemos al presuntuoso Pierre que, muy ufano, decide pasar la noche en un museo de cera, pues orgulloso proclama que no conoce lo que es el miedo, y se apuesta un dinero para demostrarlo. Una vez en el local, el aspecto amenazador de las figuras, entre las que hay una galería de criminales, el gélido viento que se cuela por algún lugar y las sombras misteriosas lo comienzan a poner nervioso… Rodada en 1913, en aquel entonces el lenguaje cinematográfico se comenzaba a desarrollar. Hay abundantes planos donde el encuadre es estático, disponiendo lo que en esa época se conocía como «cuadros», pero el montaje divide la composición para conferir una narración fluida; en otros instantes, Tourneur crea travellings laterales para seguir al protagonista y mostrar lo que él va viendo; y, en un momento excelente, toma a Pierre en un plano americano, él mira algo que tiene enfrente y entonces la cámara desciende para mostrar una figura femenina tendida en un ataúd de cristal, para de nuevo reencuadrar al actor. Una planificación, pues, avanzada a la época, que concede dinamismo a la exposición.

El equipo formado por el director Tourneur, el autor De Lorde y el actor Roussel ya había colaborado con anterioridad en comandita en la citada cinta El sistema del doctor Goudron y del profesor Plume, también representada en el Grand Guignol en su día. La película se creía perdida hasta que en 2007 se descubrió una copia tintada en formato de 35 mm y dañada (faltas, rastros de descomposición, quemaduras), y posteriormente fue reestrenada por la empresa francesa de restauración, edición y producción cinematográfica Lobster Films.

Ejemplo de los daños en la copia superviviente

Aunque Figures de cire fue escrita originalmente como una obra de teatro por De Lorde, en los créditos de la película se indica que está basada en su relato corto (en francés, «nouvelles»), que adaptó de su obra y publicó en una colección homónima en 1932.

 

Anecdotario

  • Título anglosajón: The Man with Wax Faces.
  • Tuvo una reposición en 1918 en Francia como L’homme aux figures de cire.
  • Estrenada en Francia en 1913. En España debutó el 6 de julio de 1914 en Valencia.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ***

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra