«El Terror», un asesino cuya identidad se desconoce, ocupa una casa de campo inglesa convertida en posada. Los huéspedes, entre los que se encuentran la espiritista señora Elvery y el detective Ferdinand Fane, están asustados por los extraños ruidos y la misteriosa música del órgano que resuena por el caserón en ocasiones. Connors y Marks, dos hombres recién salidos de la cárcel, han jurado vengarse de «El Terror». Tras una noche de caos que incluye un asesinato, se revela la identidad del misterioso personaje.

Dirección: Roy Del Ruth. Producción: Warner Bros. Productor: Darryl F. Zanuck. Productor delegado: Jack L. Warner. Guion: Harvey Gates, con títulos de Joseph Jackson, a partir de la obra teatral de Edgar Wallace. Fotografía: Barney McGill. Música: Louis Silvers (director musical); William Axt, Giuseppe Becce (música de stock). Montaje: Jack Killifer, Thomas Pratt. Intérpretes: May McAvoy (Olga Redmayne), Louise Fazenda (Mrs. Elvery, una espiritista), Edward Everett Horton (Ferdinand Fane, detective de Scotland Yard), Alec B. Francis (Dr. Redmayne), Matthew Betz (Joe Connors, un criminal recién excarcelado), Holmes Herbert (Goodman), Otto Hoffman (Soapy Marks, otro criminal recién excarcelado), Joseph W. Girard (superintendente Hallick de Scotland Yard), John Miljan (Alfred Katman), Frank Austin (Cotton, el mayordomo), Jules Cowles (papel secundario sin determinar), Conrad Nagel (narrador de títulos de crédito hablados)… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1928. Duración y datos técnicos: 85 min. (versión sonora) 80 min. (versión muda) B/N 1.37:1.

 

Edgar Wallace (1875-1932) fue un escritor inglés que, en su día, tuvo grandes éxitos de ventas, aunque en el presente está olvidado y también bastante desprestigiado. Por lo general, su literatura estaba circunscrita al género criminal, con intrigas algo rebuscadas, y en ocasiones rozaban el género de terror[1]. Desde finales de la década de los cincuenta del pasado siglo, y hasta más o menos mediados de los setenta, la cinematografía alemana lo adaptó de manera profusa, en una amplia serie de un subgénero denominado «krimi», y que también ofrecía ocasionalmente ciertos ecos terroríficos, y pueden representar una de las fuentes de influencia para el giallo italiano. Una de sus novelas fue El abad negro / El fraile negro (The Black Abbot, 1926), que se centra en torno al fantasma de un monje que ronda los alrededores de una vieja abadía, protegiendo un tesoro. En 1927, el propio Wallace convirtió la novela en una obra teatral, con el nombre de The Terror, que debutó en el Winter Gardens Theatre de New Brighton, una estación balnearia en Wallasey, Merseyside, Inglaterra, y luego se trasladó al Lyceum Theatre del West End londinense, donde alcanzó 246 representaciones. El reparto original de la representación escénica incluía a John Turnbull, Felix Aylmer, Franklyn Bellamy, Dennis Neilson-Terry, Carol Reed (el futuro director de cine) y Mary Glynne.

El cine sonoro puede ser rastreado hasta el año 1888, fecha en la cual pioneros como Eadweard Muybridge y Thomas Alva Edison hicieron experimentos en ese sentido, y en años sucesivos aparecieron ingenios como el kinetoscopio o el kinetófono. Luego llegarían el cinemacrofonógrafo o fonorama, el fonocinemateatro o el tetroscopio. Eran artilugios curiosos, que a veces requerían el uso de auriculares, por lo que su exhibición pública resultaba algo engorrosa. En 1919, el inventor estadounidense Lee De Forest obtuvo varias patentes que darían lugar a la primera tecnología óptica de sonido sobre película con aplicación comercial. En la Universidad de Illinois, el ingeniero investigador de origen polaco Joseph Tykociński-Tykociner trabajaba de forma independiente en un proceso similar, y el 9 de junio de 1922 hizo la primera demostración en Estados Unidos.

El kinetoscopio se veía así

 

El 15 de abril de 1923, en el Teatro Rivoli de Nueva York, tuvo lugar la primera proyección comercial de filmes con sonido sobre película. Consistía en un conjunto de cortometrajes en los que aparecían algunas de las estrellas más populares de la década de 1920, como Eddie Cantor, Harry Richman o George Jessel, realizando actuaciones escénicas como vodeviles, actos musicales y discursos que acompañaban a la proyección del largometraje mudo Bella Donna (Bella Donna, 1923), de George Fitzmaurice. Entre ese lote, por cierto, figuraba el corto de once minutos From Far Seville, protagonizado por Concha Piquer; en 2010, se encontró una copia de esa cinta en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, y gran parte de la prensa anunció que era la primera cinta sonora de la historia, sin tener en cuenta todos los precedentes previos.

Al año siguiente, el estudio de De Forest estrenó el primer filme dramático comercial rodado como cinta hablada, el cortometraje de veinte minutos Love’s Old Sweet Song, dirigido por J. Searle Dawley. El proceso de De Forest continuó utilizándose hasta 1927 en Estados Unidos para docenas de cortos. En 1925, Sam Warner, de Warner Bros, entonces un pequeño estudio de Hollywood con la ambición de situarse en lo alto, vio una demostración del sistema de sonido en disco de Western Electric, y decidió hacer uso de él. En abril de 1926 la Western Electric Company firmó un contrato con los hermanos Warner, concediéndoles una licencia exclusiva, y para explotarla se organizó la Vitaphone Corporation, presidida por Samuel L. Warner. El 6 de agosto de 1926 se presentó públicamente el sistema Vitaphone con el estreno de Don Juan (Don Juan, Alan Crosland), el primer largometraje en el que se utilizó un sistema de sonido sincronizado de cualquier tipo, cuya banda sonora contenía una partitura musical y efectos sonoros añadidos, pero sin diálogos grabados. Lo acompañaban ocho cortos de actuaciones musicales, en su mayoría clásicas, así como una introducción filmada de cuatro minutos por Will H. Hays, presidente de la Motion Picture Association of America (el luego famoso e infecto censor), todo ello con sonido grabado en directo. Estas fueron las primeras películas verdaderamente sonoras exhibidas por un estudio de Hollywood. Le siguió el largo El fresco de las trincheras (The Better ‘Ole, Charles Reisner, 1926), con una técnica similar, y luego llegó El cantor de Jazz / El ídolo de Broadway (The Jazz Singer, Alan Crosland. 1927) y, con él, la revolución.

Esta película protagonizada por Al Jolson consta en las referencias como «la primera película sonora de la historia», de nuevo y, aun así, tampoco es del todo exacto. Igual que Don Juan, tiene la música grabada y sincronizada, efectos sonoros, así como canciones y unas pocas palabras ajustadas con los labios. A partir de ese momento se ofrecieron películas «parcialmente habladas», hasta que al fin debutó la primera cinta por completo sonora. El 6 de julio de 1928 se estrenó, pues, Lights of New York, un thriller dirigido por Bryan Foy. La producción de la película le costó a Warner Bros. 23.000 dólares y recaudó 1.252.000. Warner siguió, con todo, haciendo filmes sonoros de forma parcial, y luego llegó el segundo, The Terror (1928), que es considerado, también, la primera cinta de terror sonora de la historia.

En la época había una fiebre de parloteo en el cine, y por ello no es de extrañar que para rodar estas primeras películas habladas se buscara como fuente de inspiración el teatro. Muchas de estas cintas iniciales, entre 1928 y 1931, ofrecen un empacho de diálogos, y se hacen estáticas, no solo por el exceso de charla sino porque los actores debían estar inmóviles para que los micrófonos convenientemente camuflados registraran sus palabras. Es curioso, porque el cine mudo alcanzó en la etapa entre 1925 y 1928 una madurez impresionante, y hay muchos títulos de ese período que pueden considerarse entre las mejores películas de todos los tiempos.

De nuevo, pues, The Terror se rodó con el sistema Vitaphone de sonido grabado en un disco; se solía proyectar el film, mudo, y al lado un fonógrafo con los diálogos grabados en discos y que debía sincronizarse con la película. Como era obvio, en esa época no todos los cines podían permitirse instalar sistema de proyección de cine sonoro, así pues se prepararon dos copias diferentes de la obra, una sonora, y la otra muda, con duraciones diferentes. Hoy día, lamentablemente, ninguna de las dos versiones sobrevive, perdidas desde, al parecer, la década de 1970, y solo quedan los discos de la copia sonorizada en el  UCLA Film and Television Archive, si bien, según WorldCat[2], la UCLA dispone de una copia del film. Fue, también, la primera producción Warner sonora que no acudía a carteles de intertítulos, remanente de la época del cine silente. Los títulos de crédito eran leídos en voz alta por un narrador, que era el actor Conrad Nagel, vestido con capa y máscara.

La crítica de la época la recibió con opiniones variadas. En agosto de 1928, Time dijo que la película era «mejor que La escultora de la paz[3]. [Aquí estamos ante un] film sonoro donde May McAvoy y Alec Francis, dos de los aterrorizados, son veteranos»[4]. Tres meses después, John MacCormac, informando desde Londres para The New York Times sobre el estreno de la película en el Reino Unido, escribió:

La opinión universal de los críticos londinenses es que The Terror es tan mala que es casi suicida. Afirman que es monótona, lenta, arrastrada, fatigosa y aburrida, y no estoy seguro de no estar en gran medida de acuerdo con ellos. Y, lo que es más importante, Edgar Wallace, que escribió la película, parece estar también conforme con ellos. «Bueno», fue su comentario, «nunca he pensado que el cine hablado fuera un serio rival para el teatro»[5].

 

Anécdotas

  • Rodada con un presupuesto estimado de 163.000 dólares. Según los registros de Warner Bros., la película ganó 1.221.000 dólares en el mercado nacional y 243.000 dólares en el extranjero.
  • Secuela (más o menos), o semi-remake: Return of the Terror (1934), de Howard Bretherton.
  • Otras versiones de la novela y/u obra teatral:

The Terror (1938), de Richard Bird [Reino Unido].

ITV Play of the Week: «The Terror» (1956), de Peter Cotes [episodio serie TV; Reino Unido].

El encapuchado (Der unheimliche Mönch, 1965), de Harald Reinl [Alemania].

  • En Estados Unidos, la versión sonora se estrenó el 6 de septiembre de 1928, y la muda el 20 de octubre.

 

Bibliografía

El abad negro; por Edgar Wallace; traducción del inglés por H. C. Granch. Barcelona: Maucci, [s.a.: ¿1944?]. Colección: Las novelas de la palma; nº 17. T.O.: The Black Abbot (1926). También publicado en español como El monje negro.

«El terror». En El terror y otras historias sorprendentes; por Edgar Wallace; selección, traducción y comentarios, Juan Santisteban. Madrid: A-Z, 1990. Colección Edgar Wallace; nº 6. T.O.: The Terror (1929).

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ?

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Normalmente, en diversas fuentes se le suele acreditar como «el guionista de King Kong». En realidad, fue contratado por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack para escribir la historia de este mítico film, pero murió tras desarrollar una premisa de pocas páginas, después convertida en guion, con bastantes variantes, por Ruth Rose y James Ashmore Creelman.

[2] WorldCat es un catálogo colectivo que detalla las colecciones de decenas de miles de instituciones (principalmente bibliotecas), en muchos países, que son miembros actuales o pasados de la cooperativa mundial de OCLC, una organización cooperativa estadounidense sin ánimo de lucro «que proporciona servicios tecnológicos compartidos, investigación original y programas comunitarios para sus miembros y la comunidad bibliotecaria en general».

[3] Se trata de una película de la época, de título original The Lion and the Mouse (1928), dirigida por Lloyd Bacon y protagonizada por May McAvoy, Lionel Barrymore y Alec B. Francis. Era un film mudo con algunas escenas habladas, y entraba en la categoría de drama judicial.

[4] «Cinema: The New Pictures». Time, 27 de agosto de 1928. Archivado del original el 21 de noviembre de 2010: https://web.archive.org/web/20101121040222/http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,928905,00.html

[5] MacCormac, John: «The Terror (1928)». The New York Times, 18 de noviembre de 1928: https://www.nytimes.com/1928/11/18/archives/talkers-in-britain-grouped-players.html