En África, un cazador hiere a un león, y su acompañante, Mike Stacey, debe rematarlo, internándose en territorio simbaza, cuyos moradores veneran a este felino. De resultas de ello, Stacey es maldecido por el jefe de la tribu, y de regreso a Londres comenzará a sentirse mal, al tiempo que se ve vigilado por nativos africanos.

Dirección: Lindsay Shonteff. Producción: Futurama Entertainment Corp., Galaworldfilm Productions, Gordon Films. Productores: Sidney J. Furie [sin acreditar], Richard Gordon, Kenneth Rive. Productor delegado: Gerald A. Fernback [sin acreditar]. Guion: Brian Clemens [con el seudónimo de Tony O’Grady], con diálogos y escenas adicionales de Leigh Vance. Fotografía: Gerald Gibbs. Música: Brian Fahey; música de nightclub: The Bobby Breen Quintet. Montaje: Barrie Vince. Dirección artística: Tony Inglis. Intérpretes: Bryant Haliday (Mike Stacey), Dennis Price (mayor Lomas), Lisa Daniely (Janet Stacey), Ronald Leigh-Hunt (doctor), Mary Kerridge (madre de Janet), John Witty (inspector de policía), Jean Lodge (Mrs. Lomas), Beryl Cunningham (bailarina en el nightclub), Danny Daniels (simbaza), Dennis Alaba Peters (Saidi), Tony Thawnton (Radlett), Michael Nightingale (segundo cazador), Nigel Feyistan (simbaza en Londres), Louis Mahoney (experto africano), Valli Newby (pickup del nightclub), Andy Myers (Tommy Stacey), Jimmy Feldgate (barman)… Nacionalidad y año: Reino Unido, Estados Unidos 1965. Duración y datos técnicos: 84/82/77/62 min. B/N 1.66:1.

 

El productor Richard Gordon (de quien habrá que ocuparse en algún momento) y el director Lindsay Shonteff habían llevado a cabo la película Devil Doll [tv: El muñeco diabólico, 1964], con protagonismo de Bryant Haliday como un ventrílocuo que, de forma paulatina, irá siendo dominado por su marioneta. El film tuvo cierto éxito, y ambos cineastas buscaron otro proyecto para el actor con el que intentar seguir la fortuna. Lo encontraron en un guion escrito por el excelente Brian Clemens, y que en esa etapa se titulaba Lion Man. Por algún motivo, Clemens hizo retirar su nombre de los créditos y usó el seudónimo de Tony O’Grady, aparte de que Leigh Vance —La ciudad bajo el terror (The Frightened City, John Lemont, 1961), Dr. Crippen [tv: Doctor Crippen, Robert Lynn, 1963], El molino negro (The Black Windmill, Don Siegel, 1974)— hizo algunos cambios en el libreto.

El director, Lindsay Shonteff, fue el típico cineasta británico sin excesivo relieve, que sería responsable de veintidós películas entre 1961 y 2009[1], en particular dentro del género policiaco/criminal. La citada Devil Doll fue su segunda obra, y también sería responsable de El millón de ojos de Sumuru (The Million Eyes of Sumuru, 1967), según una novela de Sax Rohmer. El resultado de la presente es muy pobre en muchos sentidos, aunque ofrece premisas dramáticas de cierto interés, que se pierden en la traslación a imágenes. De escaso presupuesto, las escenas ambientadas en África exponen abundantes tomas de archivo, con leones vagando por la sabana, contrapeadas con planos de los actores deambulando por un parque británico, el Regent’s Park de Londres, y el contraste es sangrante.

Pero en realidad, el gran problema estriba en una falta de imaginación por parte de Shonteff a la hora de rodar el guion. Este presenta la situación desde dos perspectivas: o bien la maldición ha surtido efecto, y Mike Stacey sufre, en Londres, los embrujos que se perpetran en el corazón de África, o todo está en su mente, causado por la culpabilidad y los remordimientos. En algunos momentos, mientras el cazador delira, vemos que en la jungla el jefe de los simbaza está realizando determinado ritual sobre el guía que intentó matar a Stacey (influido, acaso, por el poder mental del africano), y en una especie de traslación, los efectos sobre el guía se patentizan sobre el cazador, como si el otro hombre fuera un muñeco vudú. O, en realidad, esas situaciones se dan por una mera casualidad. Ahí el director crea una especie de fundidos entre ambos personajes que facilitan la relación, y detentan cierto interés.

Peor resuelto está un elemento a priori muy sugerente. En un momento determinado, el protagonista, mientras se encuentra en un pub, descubre un rostro acechándole desde la puerta. Es un africano vestido con traje y sombrero, pero en el rostro luce pinturas tribales. El efecto es impactante. Stacey sale tras él y lo persigue entre la multitud. Ahí, Shonteff comete el error de enfocar al perseguido, y en planos desvinculados del punto de vista del cazador, seguimos viéndole, y con el rostro pintarrajeado, con lo cual el efecto de ambigüedad se pierde. Otro tanto sucede cuando, en otro instante, en plena campiña inglesa aparecen dos cazadores africanos con lanzas que comienzan a acosarlo; el modo de concebir la planificación, con cortes de montaje, elimina el efecto de punto de vista que otorgaría una riqueza ambivalente a la situación. De tal manera, y salvo esos instantes, Curse of Simba carece de tensión, y la inadecuada música, más propia de un thriller, no ayuda a proporcionar a los resultados de la atmósfera que precisa.

Por lo demás, la película resulta muy larga y aburrida. Hay una escena, en un local nocturno de Johannesburgo, donde se ofrece de relleno el clásico número musical exótico, que dura varios minutos, haciéndose interminable, y que nada aporta dramáticamente al conjunto. Pese a la valía interpretativa de Bryant Haliday, su personaje está concebido de un modo muy antipático, y la preocupación que el espectador debiera sentir por su destino pierde la empatía que habría de experimentarse. Además, los problemas con su esposa carecen de excesivo relieve dentro del contexto, y resulta muy forzado cómo, después de todo lo acontecido, de pronto ella comienza a preocuparse por él.

El film además está impregnado de un tufo racista apabullante; arranca con una voz en off que declama: «África, un país [sic] que durante siglos estuvo oculto al hombre civilizado… África, donde los pueblos primitivos todavía practican religiones malignas que tejen una oscura red de muerte alrededor de todos los que pecan contra sus dioses». De tal manera, los africanos son presentados como unos bárbaros asesinos, y los blancos como desdichados objetivos de su salvajismo. Ello deriva en que uno no sienta preocupación por el destino de Stacey, y el final «feliz» de la cinta resulta frustrante y deja muy mala impresión en el espectador. Solo la fuerza de esos breves instantes referidos, así como la intensidad de determinados primeros planos otorgan algo de ímpetu a una película muy mustia. Un capítulo de la serie Dimensión desconocida (The Twlight Zone, 1959-1964), titulado «The Jungle» (1961) [3.12], dirigido por William F. Claxton, y escrito por Charles Beaumont, ofrecía un planteamiento similar y un resultado muy, pero que muy superior.

 

Anecdotario

  • Título del guion original: Lion Man.
  • Títulos en Estados Unidos: Voodoo Blood Death / Curse of the Voodoo.
  • Rodada en un principio con un presupuesto estimado de 35.000 libras, y para filmarse en cuatro semanas. Sin embargo, el mal tiempo originó un retraso de una semana y que el coste aumentara en 15.000 libras más.
  • La filmación comenzó el 20 de mayo de 1964, en los Shepperton Studios, Studios Road, Shepperton, Surrey, Inglaterra, Reino Unido, así como en el Regent’s Park de Londres.
  • Anunciada como una secuela de Devil Doll [tv: El muñeco diabólico, 1964], no tienen absolutamente nada que ver, y solo coinciden en el director, el protagonista y los productores Richard Gordon     y Kenneth Rive.
  • Diversas fuentes refieren como duración del film 77 minutos y hasta 62, pero la copia que he visto dura 84. Otras fuentes adjudican 82 minutos a la copia estadounidense.
  • Aunque la producción comenzó en 1964, los vehículos utilizados en las escenas del safari son jeeps Willys MB de la época de la Segunda Guerra Mundial y un coche de mando/reconocimiento Dodge WC 56 ¾-Ton de 1942, con el que Mike atropella al simbaza en el clímax de la película.
  • La película fue distribuida en el Reino Unido por Gala Film Distributors Ltd y en Estados Unidos por Allied Artists.
  • Estrenada en el Reino Unido en mayo de 1965 y en Estados Unidos el 22 de septiembre de 1965. En España se emitió por la primera de TVE la madrugada del viernes 19 de agosto de 1994, como La maldición del vudú, y al parecer se editó en vídeo como La maldición de Simba, pero no he hallado datos concretos.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *½

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] El director falleció en 2006, por lo que esa última película de 2009, Angels, Devils and Men, parece que tuvo una postproducción larga por algún motivo.