Han pasado cuatro años desde que Regan fue exorcizada, y nada recuerda de los traumáticos sucesos. Tiene dieciséis años, y comienza a tener extraños sueños que son tratados por una especialista. Mientras, el padre Lamont, de quien fue mentor el padre Merrin, intenta esclarecer qué le sucedió al sacerdote…

Dirección: John Boorman, [Rospo Pallenberg]. Producción: Warner Bros. Pictures. Productores: John Boorman, Richard Lederer. Productor asociado: Charles Orme. Guion: William Goodhart, [John Boorman, Rospo Pallenberg], según los personajes de William Peter Blatty. Fotografía: William A. Fraker. Música: Ennio Morricone. Montaje: Tom Priestley, [John Merritt, sin acreditar]. Diseño de producción: Richard Macdonald. FX: Dick Smith (efectos de maquillaje), Van der Veer Photo Effects (efectos visuales), Albert Whitlock (artista de matte), Gerry Johnston (supervisor de efectos especiales). Intérpretes: Linda Blair (Regan MacNeil), Richard Burton (padre Philip Lamont), Louise Fletcher (Dr. Gene Tuskin), Max von Sydow (padre Merrin), Kitty Winn (Sharon Spencer), Paul Henreid (el cardenal), James Earl Jones (Kokumo adulto), Ned Beatty (Edwards), Belinda Beatty (Liz), Rose Portillo, Barbara Cason, Tiffany Kinney, Joey Green, Fiseha Dimetros, Ken Renard, Hank Garrett, Lorry Goldman, Bill Grant, Shane Butterworth, Karen Knapp… Nacionalidad y año: Estados Unidos, Reino Unido 1977. Duración y datos técnicos: 118 min. / 102 min. – color – 1.85:1 – 35 mm.

 

Una vez más, un éxito no podía ser pasado por alto: El exorcista logró en el mundo entero una recaudación de más de cuatrocientos millones de dólares. Warner Brothers planeó una secuela al gran triunfo de Friedkin, Exorcista II: el hereje (Exorcist II: The Heretic, 1977), de la que se oyó hablar durante mucho tiempo, con confirmaciones y desmentidos constantes, tanto respecto al proyecto como al propio título de la película. Los implicados en la entrega original se mostraron contrarios a una secuela, si bien tanto William Friedkin como William Peter Blatty mantuvieron conversaciones con el estudio para ofrecer ideas, desvinculándose finalmente cuando vieron que sus propuestas no eran aceptadas. Tanto Linda Blair como Ellen Burstyn se negaron a participar en cualquier secuela, aunque después Blair aceptó cuando le presentaron un «buen guion», según ella; más tarde, la actriz se escudó en que las constantes reescrituras lo estropearon. Antes de que ella aceptase, se consideró para el papel a Melissa Sue Anderson, Rosanna Arquette, Jamie Lee Curtis, Jodie Foster, Mariel Hemingway, Helen Hunt, Jennifer Jason Leigh, Kristy McNichol, Tatum O’Neal o Brooke Shields, algunas de ellas ya previstas para la primera entrega. Como Burstyn no aceptó a aparecer, su personaje fue cambiado por el de su secretaria Sharon (que al final de la primera rompía lazos profesionales con su jefa y, por ende, con la familia), así pues la actriz Kitty Winn retomó su papel en un cometido muy secundario sin especial relevancia, casi de comparsa.

Como intérpretes masculinos se barajaron muy diversos nombres. Para el papel de padre Lamont (que en el guion originario era el padre Dyer, de la primera película, pero como el actor, el padre William O’Malley, estaba ocupado, se cambió) se pensó en Jon Voight[1], David Carradine (desechado al final por disputas respecto a la serie Kung Fu, también de la Warner), Jack Nicholson (cuyos honorarios resultaron ser demasiado caros) o Christopher Walken (actor al que el estudio no consideró adecuado). El teniente Kinderman, que en la película anterior fue interpretado por Lee J. Cobb, también aparecía originalmente en la presente, pero tras la muerte del actor se rescribió el guion de forma considerable y fue eliminado del mismo.

El papel del doctor Tuskin fue concebido en un principio como varón. En esa etapa del proyecto, los actores barajados fueron Chris Sarandon (que no gustó a Boorman), George Segal (al igual que Nicholson, demasiado caro para el presupuesto de la cinta) y, de nuevo, David Carradine, así como Alan Arkin, Richard Dreyfuss, Martin Sheen… ¡y Gene Wilder! Cuando se decidió cambiar de sexo al personaje, el guionista sugirió a Jane Fonda o Ann-Margret, pero Boorman eligió a la grandiosa Louise Fletcher.

Linda Blair se negó a soportar un maquillaje similar al que detentaba en la primera entrega, así pues todos los planos en los cuales se la ve poseída están en realidad interpretados por una doble. Y la dirección fue ofrecida de nuevo a Stanley Kubrick, pero este pasó olímpicamente del tema. Más tarde, el proyecto fue otorgado a John Boorman, tras ser considerado el montador Sam O’Steen, pero se prefirió alguien con mayor experiencia.

El guion se debió al autor teatral William Goodhart, muy interesado en teología y ocultismo, aunque sufrió constantes reescrituras (no acreditadas) tanto por parte del propio Boorman como de Rospo Pallenberg, habitual colaborador suyo y responsable del libreto de la magnífica Excalibur (Excalibur, 1981). Goodhart basó el guion en las teorías de Pierre Teilhard de Chardin, un paleontólogo y arqueólogo jesuita que ya inspiró a Blatty para el personaje de Merrin en el libro (y que en la presente es citado), y que creía en una mente telepática universal, una especie de versión de parapsicología barata y amplificada del inconsciente colectivo jungiano. Boorman sugirió a Goodheart algunos retoques, a lo que este se negó, de ahí las reescrituras antes mencionadas, realizadas tanto en pre-producción como a lo largo del rodaje.

La noche del estreno las carcajadas fueron apoteósicas. Al principio todo parecía ir bien, pero ante la aparición de la máquina sincronizadora, las risas comenzaron a sonar, y el público arrojó incluso objetos a la pantalla. La película fue retirada de pantalla hasta dos veces para realizar retoques, permutas, reubicaciones y añadidos al montaje. Sonoro fracaso para el film con mayor presupuesto de la Warner hasta ese momento, catorce millones de dólares, aunque en principio se pretendía que fuera un film pequeño, de no más de tres millones. Además, durante el rodaje hubo problemas; según dice Linda Blair, desde la mitad del mismo hasta el final, Richard Burton estuvo todo el rato ebrio, y entre el equipo imperaba un ambiente tenso; además, Boorman enfermó y el rodaje se paralizó cinco semanas[2], y también cayeron enfermas Kitty Winn y Louise Fletcher, y el montador original abandonó y hubo de ser reemplazado. Se necesitó rodar de nuevo algunas escenas, al estar sobrexpuestas, y las langostas importadas de Inglaterra se murieron demasiado pronto (de dos mil quinientas, morían cien diarias). Ese fiasco ocasionó que el rodaje de una nueva secuela se paralizase, pese a que se tenía previsto.

En DVD está editada (al menos en zona 1, que es la copia que yo poseo) con el montaje original de Boorman, antes de los retoques señalados, y que es con los cuales la vimos en el cine, y de este nuevo visionado procede mi comentario siguiente.

La película comienza presentándonos al segundo exorcista, el padre Lamont, enfrentado a un caso de posesión en un país de Sudamérica, en el cual la víctima morirá entre llamas. Después se nos muestra a Regan, ahora una vivaz adolescente que convive con la secretaria de su madre y toma clases de baile, mientras asiste a una psicóloga para tratar unos sueños recurrentes que la acosan. El Vaticano impone a Lamont la misión de descubrir qué mató al padre Merrin, por lo que acude a visitar a Regan y, de paso, a su psicóloga. La profesional posee un aparato sincronizador que hipnotiza al paciente y después introduce al médico en la misma fase sofrológica para internarse mejor en los recuerdos del enfermo; además, parece producirse un efecto telepático con lo cual la exploración es muy completa.

La mera idea de semejante aparato es una tontería, y es un fallo de guion bastante ostentoso, que además sostiene dramáticamente la película durante gran parte del metraje, aunque durante la primera experiencia ello brinda un efecto visual muy interesante, como la sobreimpresión que se produce con el exorcismo originario; el rostro de la Regan posesa se superpone al de la actual y, en especial, la psicóloga sufre el trance del padre Merrin, padeciendo un ataque al corazón, durante el cual la Regan poseída, de nuevo en sobreimpresión, le manipula el pecho, hiriéndola, mientras la actual lo masajea, confortándola.

Otro paralelismo similar acontece cuando Lamont observa el dibujo que Regan ha hecho de él, mostrando su rostro envuelto en llamas. El sacerdote intuye que hay un incendio, como así será. Mientras lo intenta sofocar, observa el rostro de una muñeca consumiéndose por el fuego, al igual que la mujer que en el inicio auxilió; además, la doctora Tuskin verá a Lamont rodeado en llamas, del mismo modo que sucede en el dibujo.

La doctora Tuskin representará la razón, mientras que el padre Lamont es la fe, y ambos personajes se enzarzarán en discusiones morales acerca del tema, representando cada uno una postura, si bien los diálogos que mantienen son notablemente pueriles, soltando solo conceptos elementales tanto el uno como la otra. Quizás se nos quiera decir que ambos, cada uno en su campo, son unos fanáticos, pero en ese caso fallan como figuras para imponer una tesis, que es el objetivo del film, lanzar «grandes ideas», predicar, en suma, como un obispo en su púlpito. Esta cinta es un ejemplo del Boorman más solemne y superficial, en contraposición con sus grandes obras.

En medio de todo ello, sin embargo, hallamos detalles interesantes, como la atractiva atmósfera de las escenas oníricas, ambientadas en un África de pesadilla, o las secuencias que no son sueños que transcurren en el oscuro continente, rodadas en su mayoría en interiores, lo que les otorga un aura irreal; la escena en que Pazuzu lleva a Lamont a conocer al muchacho que otrora Merrin exorcizó, ahora un hombre maduro, comienza de una manera maravillosa, pero acaba de forma abrupta y de un modo chocarrero con el rugido de un leopardo (el propio africano profiere el rugido, que es reemplazado por un plano del animal), en un ingenuo y ridículo montaje comparativo.

 

Así pues, pese a esos ocasionales, muy ocasionales, destellos de interés, la cinta se precipita en el mayor de los ridículos, como los ataques del mal a Sharon y la doctora, primero desestabilizando el avión, en un momento casi paródico (Aterriza como puedas viene a mente), y luego accidentando el taxi en que viajan, o la absurda y gratuita muerte del personaje interpretado por Kitty Winn.

Boorman ha rodado grandes obras, insisto, pero cuando aquí decidió abordar el cine de terror lo efectuó haciendo uso de sus fórmulas más ramplonas y elementales, pero al mismo tiempo valiéndose de una afectación que termina por hacer naufragar los resultados. A mayor inri, la voz de Pazuzu es por completo risible, cuando en el título anterior era estremecedora, y en ningún momento se consigue crear un aire de inquietud y desazón, presenciándose las imágenes con un constante tedio y desidia.

 

 

Anécdotas

  • Título de rodaje: Exorcist 2: The Prince Bride.
  • La filmación tuvo lugar entre mayo y noviembre de 1976, en Arizona, en las localidades de Kayenta, Glen Canyon y Page, en Utah, en Glen Canyon, en Georgetown, Washington, en los Hitchcock Steps de 36th & Prospect Streets, en la ciudad de Nueva York, entre ellos el American Museum of Natural History, y en los Warner Brothers Burbank Studios.
  • Linda Blair estaba inmersa en la drogadicción y llegaba constantemente tarde al rodaje, hasta el punto de que consideraba un logro haber aparecido solo veinte minutos tarde un día.
  • En 1978, la Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films la nominó a un premio Saturn en la categoría de mejores efectos especiales.
  • Esta película figura entre las diez mejores películas malas de la historia en el libro The Official Razzie Movie Guide del fundador del Premio Golden Raspberry, John Wilson.
  • Debido a su parecido con Ellen Burstyn, Louise Fletcher fue elegida originalmente para interpretar a Chris MacNeil cuando Burstyn se negó a repetir su papel (ya optó al papel en la primera película). Fletcher fue al final reescrita como el Dr. Gene Tuskin, un papel escrito en un inicio para un hombre, cuando no se pudo encontrar un actor adecuado y, como resultado, se contactó con Kitty Winn para que repitiera su rol como la niñera de Regan, Sharon Spencer (en realidad, era la secretaria de Chris), para sustituir a la madre de Regan.
  • Los enjambres de langostas se realizaron pintando unos cuantos miles de cacahuetes de espuma de poliestireno para embalaje de color marrón y disparándolos con un gran soplador de aire. Boorman había experimentado con varias técnicas para conseguir que los saltamontes reales formaran un enjambre (incluso cortándoles las patas para que no pudieran aterrizar), pero ninguna fue lo suficientemente convincente para él, así que utilizaron los cacahuetes (apodados «Larrys» por el equipo).
  • Martin Scorsese fue una de las pocas personas a las que les gustó la película. «Me gusta el primer Exorcista, por la culpa católica que tengo, y porque me dio un susto de muerte; pero El Hereje la supera. Quizá Boorman falló en la ejecución del material, pero la película seguía mereciendo algo mejor de lo que obtuvo».
  • Esta película entró en producción porque la 20th Century Fox había estrenado otra inspirada en El exorcista (1973), La profecía (1976), que obtuvo buenas críticas y fue un éxito rotundo.
  • Siguiente película de la saga: El exorcista III (The Exorcist III, William Peter Blatty, 1990).
  • Estrenada en Estados Unidos el 17 de junio de 1977, y en el Reino Unido el 15 se septiembre. En España se vio a partir del 3 de abril de 1978.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: **

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Jon Voight aceptó en un principio, pero abandonó el proyecto porque consideraba que el guion era defectuoso desde el punto de vista católico. Hizo algunas revisiones considerables al libreto, pero no se utilizó ninguna y abandonó el proyecto.

[2] Durante ese período, el guionista Rospo Pallenberg, que nunca había dirigido nada en su vida, lo reemplazó en diversas secuencias clave.