Año 2027. Faltan pocos días para que un equipo de exploración submarina acabe su tan rutinaria como peligrosa misión. Es entonces cuando localizan un barco ruso hundido, del que rescatan algunas pertenencias. Uno de los tripulantes comienza a sentir extrañas molestias y acaba muriendo, al parecer debido a una picazón. Sin embargo, hay algo dentro de él, y está mutando…

Dirección: George P. Cosmatos. Producción: Filmauro, Gordon Company, Metro-Goldwyn-Mayer. Productores: Aurelio De Laurentiis, Luigi De Laurentiis. Productores delegados: Charles Gordon, Lawrence Gordon. Guion: David Webb Peoples, Jeb Stuart, según argumento de D. W. Peoples. Fotografía: Alex Thomson. Música: Jerry Goldsmith. Montaje: John F. Burnett, Roberto Silvi. Diseño de producción: Ron Cobb. FX: Industrial Light & Magic, Cinema Research, Perpetual Motion Pictures, Stan Winston Studio. Intérpretes: Peter Weller (Steven Beck), Richard Crenna (Dr. Glen ‘Doc’ Thompson), Amanda Pays (Elizabeth ‘Willie’ Williams), Daniel Stern (Buzz ‘Sixpack’ Parrish), Ernie Hudson (Justin Jones), Michael Carmine (Tony ‘DeJesus’ Rodero), Lisa Eilbacher (Bridget Bowman), Héctor Elizondo (G. P. Cobb), Meg Foster (Ms. Martin), Eugene Lipinski, Larry Dolgin, Pascal Druant, Steve Pelot, Tom Woodruff Jr… Nacionalidad y año: Estados Unidos, Italia 1989. Duración y datos técnicos: 98 min. – Technicolor – 2.35:1 – Panavision – 35 mm.

 

Hacia la misma fecha aparecieron diversas películas de ciencia ficción ambientadas en los fondos marinos. La principal fue Abbys – El abismo (The Abbys, 1989), de James Cameron, y de inmediato aparecieron Profundidad seis (DeepStar Six, 1989), de Sean S. Cunningham, La fosa del Diablo (The Evil Below, 1989), de Jean-Claude Dubois y Wayne Crawford, Lords of the Deep [vd: Los señores del abismo, 1989], de Mary Ann Fisher, La grieta / The Rift (1990), de Juan Piquer Simón y la presente, todas ellas, sin duda, intentando aprovecharse del esperable éxito del film de Cameron. Al final, ninguna de ellas logró gran triunfo.

   

En este caso, tenemos a los magnates italianos De Laurentiis detrás de este producto, que para la ocasión contratan como director al italiano de origen griego George Pan Cosmatos –que ya había realizado para ellos la simpática El puente de Cassandra (The Cassandra Crossing, 1976)–, la música corre a cargo del mítico Jerry Goldsmith y como reparto convocan a una serie de entrañables nombres de la serie B. En cuanto al equipo técnico, tenemos un grupo laudable donde sobresale la empresa de Stan Winston para diseñar al monstruo.

El guion corre a cargo del enigmático David Webb Peoples, alguien capaz de lo mejor (Blade Runner, Lady Halcón, Sin perdón, Doce monos) y de lo peor (Sangre de héroes, Cielo fatal, Soldier). Aquí se aúna con Jeb Stuart (Jungla de cristal, Encerrado, El fugitivo, En tierra peligrosa 2) para pergeñar un libreto que no es sino un clarísimo remedo del de Alien – el octavo pasajero (Alien, 1979), con el equipo descubriendo algo que se mete con ellos en la nave, y con el repelente Daniel Stern emulando al gran John Hurt. Inclusive durante gran parte de la cinta tenemos diálogos de reivindicación sindicalista. También se ofrece un detalle con cierto interés, como es el de un intento de crear una mutación de humano para adaptarse a la vida submarina, y conquistar los mares de ese modo.

La producción se percibe muy pobre (aunque algunas fuentes le adjudican un presupuesto de nada menos que veinte millones de dólares, que no lucen por lado alguno), así pues tenemos una primera mitad sobrecargada de charla superflua, para rellenar metraje, y una segunda parte que es incapaz de mantener la intriga ni la tensión. Para diseñar la criatura, Cosmatos y Winston consultaron diversos manuales de vida marina y de medicina, y decidieron crear un ser mezcla de seres abisales y humanos; se realizaron entre cincuenta y sesenta bocetos diferentes, y el definitivo fue una fusión de todos ellos. Sin embargo, el resultado final es una cosa vista a fragmentos, que a veces semeja una merluza mutante, otras una anguila dentuda y en otras ocasiones una mezcolanza de varias caras –elemento copiado de La cosa (The Thing, 1982), así como el detalle de traerse el peligro de una expedición ajena– con algo que semeja un besugo andante. Es evidente que esa limitación presupuestaria impide crear una criatura convincente, de ahí esos planos fragmentarios. Alien jugaba a la atmósfera y la ambigüedad, sin embargo aquí el resultado queda insatisfactorio en todos los sentidos.

Cosmatos dirige todo de un modo torpe, copiando la planificación de las más tópicas cintas de acción, así, véase el instante convencional de los planos ultra-cortos de varios personajes preparándose para la acción tomando determinadas armas, con el negrito rubricando todo con una frase contundente.

Para colmo, el final copia Tiburón (Jaws, 1975) en diversos sentidos, incluida la música de Jerry Goldsmith, que en esos instantes toma ecos de uno de los temas de John Williams para el film de Spielberg (no el más famoso de todos), y es que en esta ocasión ni siquiera Goldsmith se muestra especialmente inspirado.

El resultado, más que una producción de serie B norteamericana recuerda a una italiana de serie Z, en especial en el clímax final. En resumen, muy poquita cosa, tirando a aburridilla, y con solo un instante que ha pasado a las antologías: cuando Peter Weller atiza un rotundo puñetazo a Meg Foster.

 

Anecdotario

  • En 1990, en el Festival de Avoriaz fue premiado por sus efectos especiales.
  • Pocas escenas se rodaron realmente bajo el agua, y muchas de ellos se filmaron en seco, simulando el efecto acuoso técnicamente.
  • Estrenada en Estados Unidos el 17 de marzo de 1989. En España se estrenó el 18 de agosto.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *⅟₂

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra