El conde Regula es ajusticiado por Reinhard von Marienberg, que ordena que su cuerpo sea descuartizado, pero antes aquél clama justa venganza. Treinta y cinco años después, Roger Mont Elise y la baronesa Lilian von Brabant son invitados a visitar el castillo del conde Regula con el fin de que se les haga partícipes de un legado que les concierne. En la diligencia viaja con ellos un sacerdote, y juntos han de atravesar zonas espeluznantes…
Dirección: Harald Reinl. Producción: Constantin Film Produktion. Productor delegado: Erwin Gitt. Guion: Manfred R. Köhler, inspirado en el relato “The Pit and the Pendulum” de Edgar Allan Poe. Música: Peter Thomas. Fotografía: Ernst W. Kalinke, Dieter Liphardt. Dirección artística: Gabriel Pellon, Rolf Zehetbauer. Montaje: Hermann Haller. FX: Erwin Lange (efectos especiales), Theo Nischwitz (efectos ópticos). Intérpretes: Lex Barker (Reinhard von Marienberg / Roger Mont Elise / Roger von Marienberg), Karin Dor (baronesa Lilian von Brabant / la madre), Christopher Lee (conde Frederic Regula / conde von Andomai), Carl Lange (Anatol), Christiane Rücker (Babette), Vladimir Medar (padre Fabian), Dieter Eppler (cochero)… Nacionalidad y año: Alemania 1967. Duración y datos técnicos: 80 min. Color 1.66:1.
Harald Reinl (1908-1986) fue un activo realizador germano de cine popular. Son conocidas sus cintas de aventuras, dentro de las cuales se atrevió inclusive a emular a Fritz Lang en una nueva versión de Los Nibelungos (Die Nibelungen) dirigida en 1966. Pero, sobre todo, es célebre por dos ciclos fílmicos; por un lado, los títulos iniciales de los krimis que adaptaban novelas del escritor británico Edgar Wallace y, por otro, las aventuras del indio Winnetou, creado por el alemán Karl May, y en algunas de las cuales participó Lex Barker, quien hacia la década de los sesenta repartía su presencia por muchas (co-)producciones europeas de distintas temáticas. Christopher Lee, por su parte, no era para nada ajeno al cine alemán, e incluso en algunas ocasiones había interpretado su personaje hablando en la lengua de Goethe.
Reinl abordó la presente cinta ubicándola entre la segunda parte de Los Nibelungos y Los Ángeles, hora 14:30 (Dynamit in grüner Seide, 1968), una aventura del agente Jerry Cotton. Salvo error, El tormento de las 13 doncellas (Die Schlangengrube und das Pendel, 1967) es la única película de terror que el autor de Las garras invisibles del doctor Mabuse (Die unsichtbaren Krallen des Dr. Mabuse, 1962) dirigiera, pese a ciertos ecos ocasionales en determinados títulos de la saga Wallace. Viéndola quedan evidentes las distintas fuentes que acudieron a él (y al guionista, Manfred R. Köhler[1]) para inspirar la concepción de la misma.
Los propios créditos aluden a Edgar Allan Poe, y el mismo título original del film es “El pozo y el péndulo”, y ello queda reflejado en un momento dado de la acción, con una escena de unos pocos minutos. Con esta indicación uno podría pensar que la inspiración emana del ciclo de adaptaciones de Poe que dirigió Roger Corman a inicios de los sesenta, y en especial la obra que se ocupa precisamente del cuento referido, El péndulo de la muerte (Pit and the Pendulum, 1961). Sin embargo, las referencias –narrativas, visuales– a todo ello son escasas. La inspiración, pues, proviene de otros territorios en lugar de Estados Unidos; en concreto, Inglaterra e Italia.
De Inglaterra, por supuesto, la musa procede de la Hammer y, en concreto, de un título tan reciente como Drácula, príncipe de las tinieblas (Dracula: Prince of Darkness, 1966), de Terence Fisher; en efecto, la trama de ambas cintas podría resumirse en unos puntos clave: el villano muere ejecutado al inicio, y después tenemos el viaje de unos personajes a un castillo misterioso, donde un servidor siniestro resucitará al malvado. Por supuesto, la coincidencia en ambas cintas de Christopher Lee no es casual, y los modales de ambos personajes no difieren mucho, comunicación verbal aparte.
De Italia derivan también algunos detalles argumentales, como es esa máscara con el interior erizado de pinchos que le es aplicada al conde Regula al inicio, que remite sin duda a La máscara del demonio (La maschera del demonio, 1960), de Mario Bava. Pero, sobre todo, a nivel plástico la influencia de Bava se hace sumamente evidente, así las imágenes hacen rememorar de forma directa a joyas como Las tres caras del miedo (I tre volti della paura, 1963) u Operazione paura [dvd: Operazione paura, 1966] con los saturados colores rojos y verdes brotando de manera salvaje en cada plano. Inclusive, se diría, la escenografía recuerda al cine de horror italiano, con ese desfile procesional religioso lleno de referentes macabros, tortuosos, tan cercano a la sensibilidad latina.
Mención aparte merece ese itinerario que emprenden los viajeros (o, mejor dicho, el cochero, pues el resto parece ajeno a todo ello) por ese bosque encantado, donde de los árboles brotan brazos, piernas y troncos torturados, como en los grabados del Infierno de Doré para La divina comedia (Divina Commedia, 1304-1321) en su edición de 1861-1868[2], o penden ahorcados, ora recientes, ora descarnados. La propia inmersión en el castillo semeja otro viaje a los infiernos, donde trampillas se van cerrando de forma constante al paso de los visitantes, y éstos se topan con peligros como buitres devoradores de carroña, instrumentos de tortura, así el referido péndulo del título, misteriosos huracanes que recorren pasillos…
A nivel de trama ya se ha referido el débito a Drácula, príncipe de las tinieblas. Amén de ello, la historia apenas progresa, aunque debe decirse que el film no aburre: el prólogo donde se dirime todo, la presencia del misterioso cantante de baladas, el citado largo viaje hasta llegar al castillo…, y luego, el propio internamiento en el castillo, los peligros descritos, hasta que al fin el Conde resucita y desvela sus pérfidos planes. El clímax se solventa en apenas diez minutos, y todo lo previo podría definirse como prolegómenos, divinos prolegómenos, en todo caso. Pese a ello, tenemos momentos algo absurdos, como que el protagonista (un algo hierático Lex Barker, salvo cuando sonríe bobamente a Karin Dor) interrumpe la procesión de un anciano cargado con una pesada cruz para interrogarle, la sorprendente injerencia en la historia del grosero sacerdote, a quien todos aceptan sin dudar un instante, o el famoso y risible instante en que Christopher Lee ordena a su servidor que extraiga sangre de una víctima, y mientras «se vaya entrenando con un maniquí». O agujeros de guion, como las repentinas ausencias, sin más, de Babette, la doncella de la baronesa, o el propio clérigo.
Harald Reinl dirige con corrección, apoyado en la soberbia fotografía y la impresionante dirección de arte, sabiendo que ahí reside la fortaleza del film. En el aspecto negativo cabe señalar una desconcertante música, que en algunos momentos funciona, como con el uso de un órgano en algún instante tenebroso, pero en otros desentona atrozmente, como en los títulos de crédito, donde suena un tema de jazz, o en especial durante el viaje del carruaje, donde parece que estemos escuchando la banda sonora de Sor Citroën.
Anécdotas
- Título en México: El foso de las serpientes.
- Títulos anglosajones: Castle of the Walking Dead / Blood of the Virgins / Pendulum / The Snake Pit / The Snake Pit and the Pendulum / The Torture Room / The Blood Demon / The Torture Chamber of Dr. Sadism / Torture Chamber.
- La película se rodó sin sonido directo, y después algunos actores fueron doblados al alemán por otros intérpretes, en concreto: Horst Naumann (Lex Barker), Herbert Weicker (Christopher Lee), Klaus W. Krause (Vladimir Medar) y Bruno W. Pantel (el cantante de baladas).
- El DVD alemán incluye como extras dos versiones del film en Super 8mm.
- El rodaje de la película tuvo lugar entre el 16 de mayo y el 7 de julio de 1967.
- Estrenada en Alemania el 5 de octubre de 1967; en España se estrenó en septiembre de 1969.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ***
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] Köhler fue activo, sobre todo, en cintas de temática policíaco-aventurera, y además participó sin acreditar en los guiones de Fu Manchú y el beso de la muerte / The Blood of Fu Manchu / Der Todeskuss des Dr. Fu Manchu (1968), de Jesús Franco, y El rojo en los labios (Les lèvres rouges, 1971), de Harry Kümel.
[2] Los referentes pictóricos se extienden al interior del castillo del Conde, cuyos muros se hallan adornados con imágenes procedentes de El jardín de las delicias (ca. 1500-1505), de Jheronimus Bosch, el Bosco.