Antonio y Josefina son un joven matrimonio que disponen de un mísero piso que les ha costado enormemente conseguir. Ella trabaja como psicóloga, y él intenta terminar de sacarse la carrera de abogado mientras ejerce un sinfín de míseros oficios. Conseguir el éxito es difícil, pese a que aún tienen la vida por delante.
Dirección: Fernando Fernán Gómez. Producción: Estela Films. Director de producción: José María Rodríguez. Guion: Manuel Pilares, Fernando Fernán Gómez, según una historia de F. Fernán Gómez. Fotografía: Ricardo Torres. Música: Rafael de Andrés. Montaje: Rosa G. Salgado. Decorados: Eduardo Torre de la Fuente. Intérpretes: Analía Gadé (Josefina Castro), Fernando Fernán Gómez (Antonio Redondo), Manuel Alexandre (Manolo Estévez), Rafaela Aparicio (Clotilde), José Isbert (testigo del accidente), Gracita Morales (Rosa Sanchidrián), Félix de Pomés (padre de Josefina), Rafael Bardem (Sr. Carvajal), Xan das Bolas (copiloto de la camioneta), Manuel de Juan (Federico), Julio Sanjuán (Don Anselmo Revenga Gorostiza), Carmen López Lagar (madre de Josefina), Carola Fernán Gómez (Antonia), Matilde Muñoz Sampedro, Francisco Bernal, Alfredo Muñiz, Erasmo Pascual, María Luisa Ponte, Carlos Díaz de Mendoza, Antonio Queipo, Rafael Calvo Revilla, Aníbal Vela, José María Gavilán, Dolores Bremón, Enrique Navas, Josefina Serratosa, José María Tasso… Nacionalidad y año: España 1958. Duración y datos técnicos: 90 min. B/N 1.37:1.
Fernando Fernán Gómez dirigió la deliciosa El malvado Carabel (1956), basada en la novela de Wenceslao Fernández Flórez, y a continuación abordó la presente. Mientras, como actor, había acometido otros muchos filmes, como es lógico. En 1958 estrenó ―entre otras― la excelente El inquilino, de José Antonio Nieves Conde, acerca de un joven matrimonio (Fernán Gómez acompañado de María Rosa Salgado) y las penalidades que pasan para conseguir un mísero pisito. No conozco el orden de producción de las cintas: El inquilino se estrenó en Valencia el 24 de febrero de 1958 (y luego tuvo enormes problemas con la censura) y La vida por delante (1958) apareció el 15 de septiembre de 1958 en Madrid. Da la impresión de que su trabajo en la primera inspiró a Fernán Gómez para la segunda, pues el parecido entre ambas películas es bastante notorio, dado que ambas se centran en lo problemas de una joven pareja para poder vivir en un piso, aunque la presente aborda la cuestión desde una perspectiva más extensa, ampliándolo a la relación de pareja en general.
Siguiendo con la comparación, La vida por delante no aporta tanta amargura a la experiencia como el film de Nieves Conde, si bien, bajo la apariencia de una comedia amable ―y a veces desternillante― se plantea una visión bastante crítica de la España del momento, tanto en el aspecto de encontrar un piso decente como otras cuestiones. Sin embargo, imagino que el envoltorio simpático del film despistó a la censura y no percibió esos elementos (aunque a veces se detectan extraños saltos en el montaje, en un caso concreto cuando parece que la pareja se va a dar un beso, y ya sabemos cómo el comité tenía esa obsesión con el tema).
Así, por ejemplo, cabe destacar el tema del trabajo. Antonio está preparándose para ser abogado, pero le cuesta, y en el ínterin ejerce un montón de oficios, desde vendedor de coches a presentador en un local de variedades, destacando el episodio en un colegio de señoritas. Encontrar empleo parece que es fácil; encontrar uno decente ya es más difícil, lo cual es equiparable a la actual situación de los trabajos basura. En un momento dado, Antonio se topa en el autobús con dos compañeros de la facultad, que acabaron la carrera; ninguno de los dos ejerce, y viven de otras ocupaciones, por debajo de sus capacidades. El único del grupo que parece haber triunfado es Manolo (un pletórico y excelente Manuel Alexandre), por la sencilla razón de haber heredado el negocio de su rico padre ―a destacar la escena en la cual visita el mísero piso de la pareja protagonista y no hace más que sentir envidia mientras que él no para con viajes a París y otros sitios; y cada vez que se le ve está en un coche deportivo acompañado de varias muchachas―.
Ese realismo expositivo que plantea el film, como muy bien atestigua Miguel Marías, se presenta «astutamente solapado […] que se apoya en el costumbrismo y el sainete (Carlos Arniches, los hermanos Álvarez Quintero), en el humorismo (Miguel Mihura, Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville) y en ocasiones bordea el esperpento (Valle-Inclán)»[1].
La película es crítica, pues, pero también divertida. El tono de humor empleado es muy variado en el film, desde un matiz sencillo y amable, a otro más disparatado o incluso surrealista, como los instantes de la anciana tirándose, literalmente, bajo el camión o la calle plagada de cadáveres de niños. Aunque, lo más importante, es que tanto el tono fustigador como el humorístico vienen oficiados por medio de un lenguaje narrativo por parte de Fernán Gómez anclado en la experimentación. Así, cabría referir que la historia adquiere una estructura cíclica al empezar y terminar con la misma imagen. Además, cuela dentro de la historia un flashback que no sabemos cuándo acaba, pues echa para atrás y luego engarza de forma magistral con la continuidad narrativa en presente. Rompe la barrera con el espectador, haciendo que Fernán Gómez, en varias ocasiones, mientras está encarnando a su personaje, se vuelva a la pantalla y comente o reflexione sobre las situaciones.
Hay, sin embargo, dos aportes experimentales en verdad notorios. Por un lado, mientras Antonio va caminando por la calle y nos comenta cosas a los espectadores, de pronto decide ponerse a hablar con Josefina. Pero el caso es que ella no está ahí, sino en casa. Así pues, el montaje nos muestra a Antonio, hablando solo por la calle y mirando a un lado de la pantalla, y luego a Josefina, en casa, respondiendo, y mirando al otro lado del eje. Tamaña audacia narrativa pocos se atreverían a hacer, amparada en este caso, cierto es, en el matiz cómico del film.
Otro de esos elementos, insertado también desde un prisma humorístico, parece influido por el film Rashomon (Rashômon, 1950)[2]. Tal como en la obra maestra de Akira Kurosawa, en un momento determinado se produce un percance ―un accidente automovilístico aquí― y la misma situación nos es narrada desde cuatro puntos de vista diferentes: la del conductor de una camioneta, la del copiloto, la de Josefina, que iba conduciendo un cochecito, y la de un supuesto testigo (José Isbert, en una colaboración especial). Así pues, cuando los cuatro declaran ante la policía, lo que van exponiendo se va viendo simultáneamente. A medida que el conductor y el copiloto se superponen y contradicen, la imagen va variando, y lo mismo sucede luego con la declaración de Josefina ―las ancianas con la compra se transmutan en esculturales señoritas―. El culmen llega cuando le toca declarar a José Isbert, que es tartamudo, con lo cual las imágenes se repiten de continuo, emulando por medio del montaje el efecto entrecortado.
En un momento determinado de la película, el jefe de Antonio, ante las adversidades que le suceden a este, le responde: «Bueno, al fin y al cabo, es joven y aún tiene la vida por delante». A lo cual el protagonista responde: «Sí, pero a mí me gustaría tener la vida alrededor». Precisamente La vida alrededor sería la secuela del presente film. Pero eso ya es otra historia.
Anécdotas
- En 1959, el Círculo de Escritores Cinematográficos le concedió premios en las categorías de mejor película y mejor argumento original.
- La película participó en el Festival Mar de la Plata, en Argentina, el 13 de marzo de 1959.
- En taquilla logró un total de 24.260 pesetas [sic], según el Ministerio de Cultura.
- En los créditos consta esta crucial información: «Manifestamos nuestro agradecimiento al ciudadano norteamericano William Smith, que para la realización de una escena del film nos prestó un automóvil muy grande y muy bonito».
- Según la base de datos actual del Ministerio de Cultura, el film tuvo un total de 447 espectadores, lo cual es un poco contradictorio con que su éxito impulsara una secuela.
- Secuela: La vida alrededor (1959), también dirigida por Fernán Gómez, y con Analía Gadé y él mismo repitiendo los personajes de Josefina y Antonio.
- Estrenada en España el 15 de septiembre de 1958, en Madrid, y el 29 de diciembre, en Barcelona.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ****
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] Análisis del film por parte de Marías en El universo de Fernando Fernán Gómez. Madrid: Notorious Ediciones, 2021; pág. 14.
[2] La película japonesa se estrenó en España, en Madrid concretamente, el 12 de febrero de 1954.