Un vampiro está asolando la ciudad de San Francisco. El arquitecto John Rawlins es abordado por un misterioso individuo ―el referido vampiro― para que descubra en unos terrenos una antigua edificación donde hay infinidad de obras maestras de la pintura perdidas. Sospechando algo ilegítimo, Rawlins le denuncia a la policía, recibiendo por parte del vampiro una amenaza terrible.
Dirección: E. W. Swackhamer. Producción: Company Four, MTM Enterprises para American Broadcasting Company (ABC). Productor: Gregory Hoblit. Productor delegado: Steven Bochco. Productor asociado: David Anspaugh. Guion: Steven Bochco, Michael Kozoll. Fotografía: Dennis Dalzell. Música: Fred Karlin. Montaje: Christopher Nelson. Dirección artística: James Hulsey. FX: Wayne Beauchamp (efectos especiales). Intérpretes: Jason Miller (John Rawlins), Richard Lynch (príncipe Anton Voytek), E. G. Marshall (Harry Kilcoyne), Kathryn Harrold (Leslie Rawlins), Barrie Youngfellow (Andrea Parker), Michael Tucker (Christopher Bell), Jonelle Allen (Brandy), Jessica Walter (Nicole DeCamp), David Hooks (vendedor de ataúdes), Wendy Cutler (Iris), Joe Spinell (capitán Desher), Stu Klitsner (forense), Scott Paulin (padre Hanley), Byron Webster, Brendan Dillon, Herbie Braha, Adam Farrar [acreditado como Adam Starr], Tony Perez, Nicholas Gunn, Ray K. Goman, Naomi Caryl, Anthony Garibaldi… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1979. Duración y datos técnicos: 88 min. color 1.33:1.
El nombre que más llama la atención dentro de este tardío telefilm de género fantástico es el del prestigioso guionista y productor Steven Bochco. Conocido hoy día por míticas series de temática criminal, tales como Canción triste de Hill Street (Hill Street Blues, 1981-1987), La ley de Los Ángeles (L.A. Law, 1986-1994), Murder One (Murder One, 1995-1997), Brooklyn Sur (Brooklyn South, 1997-1998), Policías de Nueva York (NYPD Blue, 1993-2005), Ganando el juicio (Raising the Bar, 2008-2009) o Asesinato en primer grado (Murder in the First, 2014-2016), sin embargo en sus inicios parecía más interesado en la temática fantástica.
Cierto es, su debut como guionista de cine fue con el policial The Counterfeit Killer (Joseph Lejtes, 1968), que no logró excesivo eco, pero su segunda y última cinta para la pantalla grande fue la mítica Naves misteriosas [tv: Naves silenciosas] (Silent Running, Douglas Trumbull, 1972). Por esas mismas fechas debutaba en televisión en la serie Audacia es el juego (The Name of the Game, 1968-1971), como editor de historias y guionista. Más adelante fue creador, junto a Harve Bennet, de la serie The Invisible Man (1975-1976), con David McCallum, y después insistió en el tema con El hombre invisible (Gemini Man, 1976-1976), interpretada por Ben Murphy, y también junto a Bennet. Hacia ese período, en todo caso, coqueteaba ya con el policial, y trabajó en diversas series del género, así Delvecchio (1976-1977), McMillan y esposa / El comisario McMillan y su esposa / McMillan (McMillan & Wife/McMillan, 1971-1977), Colombo (Columbo, 1971-2003) o Richie Brockelman, Private Eye (1978), que también creó.
Durante esta época Bochco había estado trabajando para la Universal, pero después firmó con MTM Enterprises para crear una serie semanal. Esta productora tenía una larga carrera a sus espaldas, y entre los formatos televisivos que desarrolló se encuentran la detectivesca Peter Gunn (Peter Gunn, 1958-1961), La chica de la tele (Mary Tyler Moore, 1970-1977) o Cosas de chicos (The Texas Wheelers, 1974-1975). Así pues, con MTM Bochco da a luz el telefilm Operating Room (1978), centrado en un hospital de Los Ángeles y los distintos casos que se presentan, y con la intención de convertirlo en serie, pero es un fracaso y no sale adelante. Y después hace este Vampiro (Vampire, 1979), justo con los mismos fines, pero tampoco logra el éxito.
Vampiro, obviamente, es una obra de carácter fantástico, donde la trama recae en las actividades de un no muerto en la ciudad de San Francisco. Pero también adquiere una estructura muy propia del género policial. Así, el protagonista es un arquitecto, que sufre la venganza de un vampiro sobre él. También tenemos a un viejo policía retirado, que implicará a aquél en una investigación, después de que él, en los años treinta, se topara ya con el chupasangres. Esta peculiar pareja detectivesca está, además, interpretada por dos actores extraordinarios.
El arquitecto John Rawlins es encarnado por Jason Miller, un prestigioso actor y autor teatral, que hizo poco cine ―la celebérrima El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973) fue su debut― y menos aún televisión, y que aquí ofrece de nuevo ese aire torturado y victimista que tenía en el film sobre Pazuzu. En cuanto al anciano ex policía Harry Kilcoyne tenemos para darle vida a E. G. Marshall, típico secundario de lujo del cine desde que debutara en el medio en 1945, y a quien, por ejemplo, podemos recordar como jurado número cuatro de la estupenda 12 hombres sin piedad (12 Angry Men, Sidney Lumet, 1957). En televisión hizo una carrera abundante, donde ya se inició en 1949, y tuvo papeles regulares en las series Los defensores (The Defenders, 1961-1965), Los nuevos médicos (The Bold Ones: The New Doctors, 1969-1973) ―co-creada por Bochco― y Chicago Hope (Chicago Hope, 1994-2000).
Y como el vampiro príncipe Anton Voytek tenemos al peculiar Richard Lynch. Fue un prestigioso actor de teatro, de cine y de televisión, que en 1967, tras tomar LSD, se prendió fuego en Central Park. La cicatrices resultantes en su rostro resultaron muy patentes, y las aprovechó para encarnar en muchas películas y series a individuos torvos. Aquí, sin embargo, se percibe un abundante maquillaje sobre su rostro para disimular las señales. Fue lanzado a la fama por su rol en la cinta El espantapájaros (Scarecrow, Jerry Schatzberg, 1973), junto a Gene Hackman y Al Pacino, aunque de todos los papeles que encarnó su favorito es el de este film, sin duda por el aire cosmopolita, la elegancia que porta y el aire perspicaz del personaje.
Esa conjunción temática, de cinta fantástica y policial, es lo que le otorga el interés y peculiaridad a esta obra. Parece como a mitad de camino de dos mundos. Por un lado, sigue la estela de los telefilmes fantásticos que tuvieron tanto éxito entre principios y mediados de los setenta del pasado siglo, obra de directores como Dan Curtis, John Llewelyn Moxey, Curtis Harrington o David Lowell Rich. Y por otro presagia esas series policiales de Bochco, que se internaban en la cotidianidad de sus personajes, y que revolucionaron no solo el género, sino toda la televisión norteamericana, aportando personajes más profundos y poliédricos dentro de cierto esquematismo que existía hasta entonces en las producciones televisivas.
El director de Vampiro es E. W. Swackhamer, un veterano realizador del medio, y que llegó a tocar todos los terrenos temáticos. Destaquemos, dentro de su casi centenar de colaboraciones, dos telefilmes típicos de la época, El sepulcro de Lorna Love / Muerte en la mansión del amor (Death at Love House, 1976) y Noche de terror (Night Terror, 1977), y la excelente miniserie La maldición de los Dain (The Dain Curse, 1978), basada en el clásico literario de Dashiell Hammett, y donde también aparecía Jason Miller. Aplicado en los terrenos del serial televisivo, Swackhamer aplica esa impronta al telefilm, dándole un aire muy de serie de Starsky y Hutch, por poner un ejemplo ―esos planos frontales de los coches―, lo cual, en todo caso, le dispensa esa inmediatez de serie policial que otorga a Vampiro ese aire de convicción.
La historia, el ambiente, en cierta manera remite a otro telefilm mítico sobre no muertos, El vampiro de la noche (The Night Stalker, J. L. Moxey, 1972), pero potenciando ese tono directo que referíamos, y se acumulan muchas constantes del cine vampírico que, por ejemplo, vimos en las películas de la Hammer, como el consagrar los ataúdes del vampiro para hacerlos inservibles para su descanso, o el hecho de que deba ser invitado a entrar en una casa para poder atravesar físicamente el umbral. El vampiro es presentado como todo un seductor, pero a todos los niveles, con lo cual se acrecienta un tono en el no muerto de bisexualidad. Se alimenta de sangre, desde luego, pero gran parte de su labor también se focaliza en el placer de seducir a su víctima. Véase su primer encuentro con Rawlins, las miradas que le dispensa, o cuando le va a atacar en la clínica, con las caricias que le aplica en el rostro, o la escena en que va a matar al detective contratado por Kilcoyne, al que aborda en los retretes de la discoteca con una sonrisa de lo más prometedora. Ese tono de sexualidad exacerbada, insólita en un telefilm, también se potencia con comentarios del tipo de “hagamos un niño”, o la comparecencia, casi seguida, de dos personajes claramente homosexuales, el profesor de ballet y el dueño de la funeraria.
A destacar, en todo caso, que en ningún momento del telefilm se ven colmillos, posiblemente para impedir problemas con las estrictas leyes censoras que imperaban en el medio ―pese a que, ese mismo año, se traspasara esa restricción en la mítica El misterio de Salem’s Lot / Phantasma II (Salem’s Lot, Tobe Hooper, 1979). Y que, como ya se dijo, era un piloto para una serie que no llegó a desarrollarse, de ahí ese final abrupto y que deja con la miel en los labios. De todas maneras, tal como acaba, esa estructura, episodio a episodio, no sé si acabaría resultando un tanto redundante y cansina…
Anécdotas
- El actor que interpreta a Bobby, el niño de la vecina, Adam Farrar [acreditado como Adam Starr], es el hermanastro de Leonardo DiCaprio.
- En un pequeño papel de capitán de policía aparece Joe Spinell.
- El rodaje tuvo lugar en San Francisco, California.
- Emitida por la televisión norteamericana originalmente el 7 de octubre de 1979. En España se emitió con el título de Vampiro, el 28 de abril 1995, a la 1:50 (o sea, siendo estrictos, fue el 29) en el espacio «Cine de madrugada» de TVE1, y se editó antes en formato vídeo como Siniestra cacería en 1988 por parte de IVS (Internacional Vídeo Sistemas).
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ***
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
Recuerdo una emisión televisiva muy anterior a la reseñada de 1995, en los años 80 y coincidiendo más o menos en el tiempo con la de la serie «Canción triste de Hill Street» (lo sé porque me llamó la atención que apareciera el nombre de Steven Bochco, que en aquel momento yo relacionaba únicamente con la serie citada).
Me sonaba, pero no he localizado datos concretos sobre ella. ¿Un domingo sobre las ocho de la tarde, podría ser?
Magnifica resena, Carlos. No la conocia. Intentare ubicarla. Muchas gracias.