Después de que una catástrofe cósmica destruya una luna del Imperio Klingon, su Canciller decide firmar la paz con la Federación. Sin embargo, cuando Kirk y su tripulación son enviados en misión diplomática, un atentado criminal contra la nave klingon, y que parece proceder de la Enterprise, pondrá en peligro ese proceso de paz.

Dirección: Nicholas Meyer. Producción: Paramount Pictures. Productores: Ralph Winter, Steven-Charles Jaffe. Productor delegado: Leonard Nimoy. Guion: Nicholas Meyer, Denny Martin Flinn, según argumento de Leonard Nimoy, Lawrence Konner, Mark Rosenthal, basado en la serie de Gene Roddenberry. Fotografía: Hiro Narita. Música: Cliff Eidelman. Montaje: William Hoy, Ronald Roose. FX: ILM, Matte World Digital. Intérpretes: William Shatner (capitán James T. Kirk), Leonard Nimoy (capitán Spock), DeForest Kelley (doctor Leonard «Bones» McCoy), James Doohan (capitán Montgomery «Scotty» Scott), Walter Koenig (comandante Pavel Chekov), Nichelle Nichols (comandante Uhura), George Takei (capitán Hikaru Sulu), Kim Cattrall (teniente Valeris), Mark Lenard (embajador Sarek), Grace Lee Whitney (comandante Janice Rand), Brock Peters (almirante Cartwright), Leon Russom (comandante en jefe de la Flota Estelar), Kurtwood Smith (Presidente de la Federación), Christopher Plummer (general Chang), Rosanna DeSoto (Azetbur), David Warner (canciller Gorkon), John Schuck (embajador klingon), Michael Dorn (coronel Worf), Christian Slater (oficial de comunicaciones de la Excelsior), Iman (Martia), Rene Auberjonois (coronel West), Paul Rossilli, Robert Easton, Clifford Shegog, William Morgan Sheppard, Brett Porter, Jeremy Roberts, Michael Bofshever, Angelo Tiffe, Boris Lee Krutonog, Tom Morga, Todd Bryant, John Bloom, Jim Boeke, Carlos Cestero, Edward Clements, Katie Johnston, Doug Engalla, Matthias Hues, Darryl Henriques, David Orange. Nacionalidad y año: Estados Unidos 1991. Duración y datos técnicos: 109/113 min. color 2.20:1 (copias en 70 mm) 2.39:1 (resto de copias).

 

El éxito del film anterior de la saga, dirigido por William Shatner, fue menor que el de su predecesor, si bien no fue tan calamitoso como, por lo general, se piensa. El fin de semana de su estreno en Estados Unidos consiguió una recaudación de diecisiete millones de dólares, ocupando el primer puesto del box-office, y un total de cincuenta millones en Estados Unidos, así como otros setenta en el resto del mundo. En todo caso, la película arrastró una pésima fama, y en los premios Razzie de ese año fue «honrada» con premios a peor film, director y actor (Shatner en ambos casos), así como nominaciones a peor película de la década, actor secundario (Kelley) y guion. Y fue la primera cinta de la saga en no conseguir nominación a «mejor representación dramática» en los premios Hugo. Inclusive en muchos países se prescindió de estrenar la película en cines (como en España), apareciendo directamente en vídeo.

Para la sexta entrega, el productor de las previas, Harve Bennett, ofreció una idea concreta, pero fue rechazada por la Paramount, por lo cual aquél, en señal de protesta, abandonó la franquicia[1]. Así pues, al final, esta sexta entrega arrancó con otro equipo de  producción, con Nimoy en cabeza como productor delegado, ya que el estudio confiaba en él por el éxito comercial que habían conseguido las películas que él dirigió. Además, no se podía concluir la franquicia con el mal sabor de boca que había dejado la quinta, máxime porque el aniversario de la creación de Star Trek se aproximaba.

Esta será la última cinta en la cual toda la tripulación clásica de la Enterprise (salvo Chapel) aparece, si bien ya aquí Sulu está al mando de su propia nave[2]. Siguiendo con Sulu, esta vez es la primera, al fin, en que se informa que su nombre de pila es Hikaru; con anterioridad, se usó en novelas, y tanto Roddenberry como Takei hacían mención a ello en entrevistas o convenciones. También se dice aquí que el segundo nombre de Kirk es Tiberius, aunque ya se mencionó en un episodio de la serie animada.

Nimoy declara que el primero en que pensó para la dirección fue Nicholas Meyer, en vista de los sólidos logros que había conseguido con anterioridad en la saga. En todo caso, seis meses antes del encuentro entre Meyer y Nimoy, según refiere el primero, la Paramount se había puesto en contacto con él preguntándole si tenía «alguna idea» para una nueva cinta de Star Trek, a lo cual este respondió que no; ello hace pensar que el nombre de Meyer ya estaba sobre la mesa de proyectos desde el inicio. Nimoy, que también era argumentista, le contó lo que tenía pensado. Se haría también que Kirk, a quien los klingons habían matado a su hijo, debía ser quien mediara para el proceso de paz, para involucrarle en una disyuntiva moral fascinante, en una alusión a Nixon, quien negoció la paz con China. Nimoy declara que dijo a un abrumado Meyer: «Solo Nixon podría ir a China; solo Kirk puede hablar con los klingons», si bien la frase se la adjudica también Meyer, que la introdujo en los diálogos del filme. Según Meyer, el comentario de Nimoy fue un más general «¿Y si hacemos una película en que el Muro cae en el espacio?»

En el film, pues, se haría uso de los klingons en el sentido metafórico en que hasta entonces se había hecho de estos como una alusión a los rusos. Pero se insertó todo ello en una estructura inspirada en los últimos sucesos históricos acontecidos, así, el desastre inicial que destruye Praxis, la luna klingon, es una alusión a la catástrofe de Chernobil en abril de 1986, y cómo eso mostró la vulnerabilidad de los rusos, ergo, los klingons, y ese es el inicio de la búsqueda de un proceso de paz. Tras el atentado, son acusados Kirk y McCoy, y condenados al satélite penal de Rura Penthe, un asteroide nevado que no es sino una alusión a los gulag soviéticos (aunque en el guion original había de ser un lugar desértico, y Meyer pensó mejor hacerlo helado). Y el canciller klingon se llama Gorkon, evidente transformación del nombre Gorbachov, aunque Meyer buscó darle una cierta apariencia física que lo asemejara con Lincoln (la misma frente despejada, idéntica barba sin bigote); de ahí que fuera asesinado de un disparo por un radical, idea lógica y consecuente por parte de Meyer.

Aquí, también, se ofrece la obvia evolución de Spock, para convertirlo en un diplomático, en sucesión a la propia labor de su padre Sarek. Su posterior aparición en un episodio doble de la serie TNG prosigue en ese sentido, ya por completo consolidada la idea. Nimoy, además, comenta: «Me preocupaba la demonización del enemigo». De ese modo, muy inteligentemente, el guion definitivo plantea personajes ambiguos, con un enfoque moral variado, tanto en uno como en otro bando; no es una especie contra otra, sino una postura moral contra otra, la paz en contraposición a la guerra. Por suerte, aquí no tenemos a los enemigos con rabo y cola, tal como la propaganda anti-comunista nos vendió durante años, sino personajes poliédricos, con diversidad de puntos de vista.

En el guion originario se planteaba que Kirk se había casado (acaso con Carol Marcus) y que todos los tripulantes originarios habían conseguido nuevos empleos: Uhura era presentadora de radio, Scotty maestro y Sulu taxista en una colonia extraterrestre. Sin embargo, de nuevo problemas de presupuesto indujeron a eliminar todo esto, y en su lugar se rodó la escena en el Mando de la Flota Estelar. En todo caso, debido a la edad de los actores, la idea de la jubilación orbita en todo momento sobre ellos (pese a que en ese futuro, por lógica, los avances médicos posibilitarán, en teoría, un periodo de actividad mayor en los seres humanos[3]). También en su  origen se debía haber mostrado un momento en el cual la HMS Bounty está varada en el puerto espacial, lista para ser desguazada por ingenieros de la Flota. Y otra escena más que al final no pudo hacerse era un flash-back de Kirk en sus días mozos en la Academia[4]. Otro detalle de guion que luego fue cambiado consistía en que el personaje de la teniente Valeris debía haber sido Saavik, pero después cayeron en la cuenta de que ciertas acciones que debía efectuar en la película no coincidían con su forma de ser.

Por último, a partir de la idea de Leonard Nimoy (con ingerencias de Meyer), que desarrolló, en determinadas etapas, junto a Lawrence Konner y Mark Rosenthal, el guion definitivo fue escrito entre Nicholas Meyer y Denny Martin Flinn. Meyer, por aquel entonces, vivía en Londres, así pues lo que se hacía es que Flinn escribía su parte en Estados Unidos, y cuando acababa la jornada diaria, enviaba por e-mail su resultado a Meyer; entonces, por el cambio horario, Meyer empezaba a trabajar, y su parte se la devolvía a Flinn, y así sin parar. Es posible que esa distancia agilizara los resultados, en cuestión de fechas. Según declara William Shatner en sus memorias, inicialmente los títulos de crédito de la película, con respecto a la acreditación del guion, debiera haber sido: «Historia de Leonard Nimoy y Nicholas Meyer; guion de Denny Martin Flinn», dado que, en realidad, nada de lo escrito por Lawrence Konner y Mark Rosenthal fue utilizado en el guion definitivo. Sin embargo, Konner y Rosenthal solicitaron la mediación de la WGA, la Writer’s Guild of America, y esta decretó que apareciesen  en los créditos, eliminando a Nimoy de los mismos. El actor hizo intervenir a su abogado, y los créditos, al fin, quedaron así: «Historia de Leonard Nimoy, Lawrence Konner y Mark Rosenthal; guion de Nicholas Meyer y Denny Martin Flinn».

Cabe destacar que en la cinta se hace uso del monólogo exterior, por parte de Kirk, para reflexionar sobre las situaciones. Por lo general, que un personaje hable solo en una película queda inverosímil y ridículo, y es una solución muy forzada para que se nos expliquen eventos; sin embargo, aquí queda consecuente, no chirría, e incluso le otorga ciertos ecos shakespearianos, teatrales en el buen sentido de la expresión, y es una muestra más de que Shatner es mejor actor de lo que muchos creen.

Hubo dos escenas en las cuales Nichelle Nichols tuvo sus inconvenientes. En un momento dado, toda la tripulación busca de forma desesperada diccionarios humano-klingon con el fin de averiguar lo que estos hablan; Nichols replicó que Uhura, como oficial de comunicaciones, debía entender el idioma. Sin embargo, Meyer rehusó sus protestas y conservó la escena. En otro momento, Uhura debía soltar la frase «¿Dejarías que tu hija se casara con un klingon?», pero Nichols se negó a pronunciar sentencia tan racista. Otra frase, «Adivina quién viene a cenar, en alusión a la famosa película con Spencer Tracy, Katharine Hepburn y Sidney Poitier, debía pronunciarla también Uhura, pero la rechazó y fue pasada al personaje de Chekov.

Más problemas por su componente racista surgieron a lo largo del rodaje. El actor de color Brock Peters se sentía bastante incómodo con las frases de carácter xenófobo que debía pronunciar. Ello condujo a que la escena requirió muchas tomas, hasta que por fin el resultado fue convincente. William Shatner tampoco quedó demasiado contento con la conversación que establece Kirk con Spock en la Sala del Consejo, pues le pareció que su personaje aparecía demasiado cínico y amargo. Kirk exclama, sobre los klingons, «que se mueran», algo, según Shatner, que nunca diría Kirk. Shatner solicitó a Meyer rodarlo seguido de un gesto que implicaba arrepentimiento ante el comentario; se rodó, y ciertamente Shatner lo interpreta muy bien[5], sin embargo Meyer amputó esos segundos finales… de un modo acertado, a nuestro juicio, pues otorga mayor complejidad al personaje.

La película, no podía ser menos, está plagada de guiños a la obra de Shakespeare; en concreto se pronuncian citas de las obras Hamlet, Enrique IV, Enrique V, Julio César, Ricardo II, La tempestad y El mercader de Venecia; Meyer quería que la obra en su globalidad transmitiera un llamémosle «espíritu shakespeariano», y muchas veces, durante el rodaje, recitaba monólogos de las obras del genio. Pero ahí no acaba la cosa. Siendo Nicholas Meyer tan admirador de determinado personaje, en un momento concreto hace pronunciar a Spock: «Un antepasado mío refirió en cierta ocasión que, una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que fuere, ha de ser la solución». En efecto, mítica frase pronunciada por Sherlock Holmes en la obra de Sir Arthur Conan Doyle. ¿Broma entre aficionados[6], o insinuación por parte de Meyer de que Holmes era en realidad vulcano, y se estableció en la Tierra hacia el siglo XIX? Quizás la madre de Spock era descendiente de Holmes. No es la primera vez que se establecía esa interconexión; ya en 1967, al poco de iniciada la serie original, Ruth Berman esbozó un artículo con esa premisa en la publicación Spockanalia[7].

La escena de la cena dio problemas, pues muchos actores sentían asco ante el hecho de ingerir las viandas, y hubieron de ser sobornados por Meyer para forzarles a comer (veinte dólares por bocado); de ese modo, Shatner ganó 240 dólares. Según Nimoy, no era sino langosta teñida con colorante alimentario azul.

En la escena del juicio a Kirk y McCoy se procedió a una interesante argucia narrativa. En principio, los klingons hablan en su propio idioma, y oímos a los traductores que efectúan esa labor para los protagonistas, quienes van provistos de unos auriculares bastante molestos, por cierto. Al poco, un movimiento de cámara coincide con los klingons hablando, ahora, en inglés, y de ese modo se nos sugiere la argucia estilística para agilizar la escena. Ese mismo truco fue empleado en la película ¿Vencedores o vencidos? / El juicio de Nüremberg (Judgment at Nuremberg, 1961), de Stanley Kramer, donde, por cierto, también trabajaba William Shatner, así pues cabe la posibilidad de que fuera una sugerencia suya. En todo caso, esa idea ya estaba en el telefilm del que la película de Kramer es remake[8].

La fotografía corrió aquí a cargo de Hiro Narita, a quien Meyer informó que quería que la película ofreciera una textura visual inédita en la saga. Además, por única vez en el ciclo fílmico, se rodó en formato Super 35, en lugar de anamórfico. Ello permitía editar la película en diferentes formatos, sin que ninguno sufriera mengua con respecto a la información que se ofrecía en el fotograma. En cines se proyectó en formato 2.35:1, aunque determinadas copias se re-encuadraron a 2.20:1. La primera edición en VHS se ofreció al habitual formato televisivo 1.33:1, haciendo uso de casi todo el fotograma rodado, en open matte[9]. La primera edición VHS en wide-screen y en láser disc re-encuadró la imagen a 1.95:1, en letterbox. Y la edición a DVD ofrece un formato de imagen de 1.85:1. Según parece, el formato preferido de Meyer es en 1.95:1, sin embargo, en la edición en Blu-ray que se efectuará en mayo de 2009 se ofrecerá en el formato cinematográfico original de 2.35:1[10].

Para la música se intentó contar con James Horner, pero este lo rechazó, diciendo que ahora «su carrera estaba más allá de Star Trek», así pues se optó por Jerry Goldsmith, pero este también rechazó el trabajo, debido a los pobres logros de la previa entrada. Al final, el elegido fue Cliff Eidelman, si bien Meyer parece que pretendía que la banda sonora fuese una serie de adaptaciones de los temas de Los planetas de Gustav Holst; sin embargo, los derechos para ello eran demasiado caros. Casualmente, Eidelman había efectuado su tesis sobre esa composición de Holst, así pues la afinidad que Meyer buscaba ahí estaba. La composición definitiva de Eidelman carece de la clásica fanfarria de la serie original, al igual que sucedía con la primera película de la saga; Meyer quería que todo sonase a nuevo, diferente. Aparte de Holst, también se buscó inspiración en Ígor Stravinski y la obertura de El pájaro de fuego. Eidelman eligió instrumentos de percusión de muy diferentes partes del mundo, como tambores indios y japoneses, así como coros a modo de percusión (el coro, por cierto, recita «ser o no ser» en klingon), para ambientar musicalmente el mundo de Rura Penthe.

La batalla en la cual interviene la Excelsior fue narrada de nuevo, desde otro punto de vista, en el episodio de la serie Voyager titulado «Flashback», haciendo ver que Tuvok estuvo presente allí. Se rodaron nuevas escenas, se efectuaron trucajes haciendo aparecer juntos a Sulu y Tuvok, y se aprovecharon planos de la película para el episodio.

Según cuenta Shatner en sus memorias, tras ver un pase privado del montaje definitivo, Gene Roddenberry montó en cólera y llamó a su abogado, pretendiendo que cerca de un cuarto de hora del film fuese eliminado, concerniente a los momentos más militaristas del argumento. Otros, sin embargo, refieren que Roddenberry salió contento del resultado. No obstante, Roddenberry murió a los tres días, antes de que pudiera hacerse nada.

El último día de rodaje se filmó la última escena de película, por motivos anímicos: no se podía rodar una despedida y al día siguiente seguir con otra situación como si tal cosa. En los diálogos se introdujo una alusión a Peter Pan, el niño que nunca envejece y que sigue eternamente en busca de nuevas y emocionantes aventuras, como una representación del sentimiento de los personajes.

Como ya dijimos, el personaje de teniente Valeris debía haber sido en su origen Saavik. En esa etapa, Nicholas Meyer quería que quien la encarnase volviera a ser Kirstey Alley, pero en esa época la actriz había logrado un gran éxito con la serie Cheers y pedía demasiado dinero (otros rumores apuntan a que ya entonces Alley empezaba a estar rellenita y no quería verse en esos uniformes tan apretados). Así pues, lo intentaron con Kim Catrall, pero esta lo rechazó; una vez cambiado el nombre del personaje, lo aceptó (cabe destacar que en Star Trek II ella optó al personaje de Saavik). A Robin Curtis no se les ocurrió proponérselo, si bien parece ser que ella hubiera estado dispuesta.

Rene Auberjonois encarna en unas breves escenas al coronel West, pero estas se cortaron cuando el film se estrenó, en especial debido a cierta incomodidad por parte de Roddenberry con estas imágenes. Después, tanto en vídeo, DVD o emisiones televisivas, esos planos han sido añadidos. Auberjonois es un excelente y activo actor que comenzó destacando en la filmografía de Robert Altman, al tiempo que hacía papeles secundarios en otras películas y aparecía en televisión. Tuvo un papel fijo en la telecomedia Benson (Benson; 1979-1986), y sería, al fin, Odo en Star Trek: Deep Space Nine, posiblemente el más atractivo personaje de la serie, por su propia idiosincrasia y por la magnífica «encarnación» que de él hace Rene Auberjonois. Reapareció con un personaje diferente en un episodio de Voyager titulado «Oasis», y ha coincidido con William Shatner en la simpática serie de abogados Boston Legal.

También aparece en un breve cameo el actor Christian Slater, gran fan de la saga[11]. Su madre fue directora de casting en este film, y gracias a ello logró incorporarle a la película. La escena en la cual aparece, despertando a Sulu para informarle de la búsqueda de la Enterprise, debía haber sido realizada originalmente por Janice Rand, esto es, Grace Lee Whitney.

David Warner repite en la saga, ahora como canciller Gorkon (en un papel para el que se pensó en el mítico Jack Palance), y el grandioso Christopher Plummer interpreta al general Chang. En un principio, el actor rechazó el papel, en parte debido al maquillaje aparatoso que no quería llevar; suya fue la idea de dejarlo calvo, dado que la peluca prevista en un inicio no le gustaba cómo le quedaba. Su labor en esta película solo puede calificarse de magistral, y quizás sea el mejor malo, a nivel interpretativo, que haya habido jamás en Star Trek. Christopher Plummer fue un prestigioso actor canadiense que, tras trabajar diversos años en televisión, debutó en cine con un papel secundario en Stage Struck (1958), de Sidney Lumet, y ese mismo año ya era co-protagonista, junto a Burl Ives, de Muerte en los pantanos (Wind Across the Everglades), de Nicholas Ray. Actor de sólida formación teatral, transmitía sobriedad y viveza a sus encarnaciones, y entre sus mejores interpretaciones para cine citaremos solo unas pocas de las muchas que ha ejercido: La caída del imperio romano (The Fall of the Roman Empire, 1964), de Anthony Mann, Sonrisas y lágrimas (The Sound of Music, 1965), de Robert Wise, La noche de los generales (The Night of the Generals, 1967), de Anatole Litvak, El hombre que pudo reinar (The Man Who Could Be King, 1975), de John Huston, Asesinato por decreto (Murder By Decree, 1979), de Bob Clark, La calle del adiós (Hanover Street, 1979), de Peter Hyams… Añadamos de manera anecdótica su participación en David el gnomo (1985), la serie de televisión de dibujos española producida por Claudio Biern Boyd, poniendo la narración en la versión en inglés.

De nuevo se hizo uso de los decorados de la Enterprise-D, de La nueva generación convenientemente disfrazados. Incluso la oficina del Presidente de la Federación es el Ten Forward, el bar-sala de recreo de la Enterprise de la serie televisiva. Se hicieron mínimos cambios, si bien Meyer buscaba ofrecer a esos interiores un aspecto «más recio, más militar, incluso más realista», en palabras de Michael Okuda. Se varió la textura de los decorados para semejar que era una Enterprise más vieja, más usada. Los cantos se desgastaron, se arañó en algunas partes la pintura, pero también había que cuidar no exagerarlo en exceso. También se estrecharon pasillos y salas, a requerimiento de Meyer, para dar mayor similitud a la nave con un submarino, y aumentar el tono claustrofóbico que buscaba. En los paneles se añadieron etiquetas informativas para los tripulantes, todo con visos a otorgar mayor credibilidad (inclusive se corrigió alguna errata ortográfica, pese a que era imposible distinguirlo en pantalla). En todo caso, es el único film de toda la serie (junto al primero, obvio es) que no recicla planos de los anteriores. La explosión del pájaro de presa klingon, por lo demás, se reutilizó después en un episodio de DS9, así como en la película Generations.

La excelente escena del asesinato del canciller, en la cual la nave klingon pierde la gravedad, se rodó, como es lógico, por medio de cables, buscando el modo de simularlos gracias a los encuadres antes que borrarlos digitalmente. Los decorados se construyeron inclinados, con líneas en las paredes, y esas líneas disimulaban en ocasiones los cables. Los decorados se apoyaban en cardanes[12] hidráulicos, y las paredes se movían con los actores; las diferencias entre unas y otros daban así lugar a un efecto de flotar.

Al disparar contra los personajes, y no existir gravedad, el efecto los lanza volando contra la pared. Eso se realizó construyendo un decorado y después colocándolo de pie en un estudio alto. La cámara se puso debajo, y los actores colgaban de cables, quienes con sus propios cuerpos ocultaban las sogas. La velocidad de la cámara se ralentizó al tirar de ellos hacia arriba, para que los movimientos semejaran más «espaciales».

Para Meyer era muy importante el detalle de la sangre klingon flotando en gravedad cero. Se hizo por animación infográfica en una época en la cual esa técnica estaba en pañales. Consultaron material de la NASA con glóbulos flotando en espacios sin gravedad para poder emular el efecto. Pasaron ese material a los de ILM junto con los story-boards, y les dijeron «adelante». El color entre rosa y morado de la sangre klingon se adoptó con el fin de esquivar la censura si hubiese sido más natural; en todo caso, dado que eran extraterrestres, quedó estupendamente así.

El tribunal klingon se construyó en los estudios Paramount, diseñando los decorados un tanto torcidos, para por medio de la perspectiva otorgarles un cierto aspecto cónico, alargando el techo hasta el infinito. También se oscureció la iluminación, para crear un mejor efecto (los klingons siempre están a oscuras, parece ser); se pensaba también añadir antorchas digitales, pero no quedó bien. Los planos en picado se rodaron por medio de objetivos gran angular, para dar mayor impresión de distancia.

Las escenas exteriores en la colonia penal de Rura Penthe[13] se rodaron en el glaciar Knik de Alaska y, aunque hacía un frío terrible, no había nieve, por lo que hubo que incorporarla artificial. La ventisca se rodó en estudio, con un ventilador inmenso y nieve falsa en polvo de poliestireno, que resultaba muy molesta cuando a los actores se les introducía por la nariz (los técnicos tras las cámaras estaban provistos de mascarillas), y hacía un ruido muy característico al ser pisada, por lo cual se había de reemplazar en post-producción por el sonido adecuado. Para la nieve, en determinados momentos, también se usaron copos de patata y de sopa en polvo. Los interiores de la colonia penal se rodaron en el parque Griffith, a la entrada del túnel que da a una cueva; frente a este hay un inmenso espacio abierto que fue cercado, como si fuese un fuerte en una película del Oeste, y por la parte interna se crearon los decorados de la fortaleza.

La pelea entre los dos Kirks se rodó, obvio es, con un doble caracterizado exactamente igual. En los planos generales en los cuales no se distinguían los rostros se dejó tal cual, pero en los más cercanos se rodaba con el extra, y luego este era reemplazado por una nueva toma de Shatner repitiendo el papel.

En vista del desastre del film anterior, imaginamos que los de la Paramount se reunieron y decidieron elegir, esta vez, a un director con experiencia, y contaron con aquel que, a su juicio (o a juicio de los resultados, más bien) había aunado mejor calidad y comercialidad, y optaron por Nicholas Meyer, responsable de la segunda entrega; ya con anterioridad lo habían tanteado, pero solo había aceptado colaborar como co-guionista en la cuarta entrega.

En el ámbito argumental buscaron inspiración en la realidad; hacer esto para una película (o novela) de ciencia ficción es recurrente, y ahí tenemos montones de excelentes ejemplos de distopías, en las cuales un suceso actual es extrapolado a un futuro, como reflejo de a dónde nos puede conducir un camino errado. Pero, siendo Star Trek, no podía tratarse de una antiutopía, sino de una utopía: la paz; la paz con los klingons, en concreto.

Si en el inicio, para su creación, los klingons tuvieron inspiración en el pueblo mongol, paulatinamente fueron reconducidos hasta ser una metáfora del enfrentamiento de guerra fría (y no tan fría en ocasiones) entre los norteamericanos y los rusos. El 9 de noviembre de 1989 caía, al fin, el Muro de Berlín, tras su creación el 13 de agosto de 1961, que apartaba Alemania Oriental de Alemania Occidental, y que representaba un símbolo muy palpable de la separación entre Este y Oeste. Si los humanos actuales lo habíamos conseguido, ¿cómo no lo iba a conseguir la mucho más evolucionada, a todos los niveles, Federación Unida de Planetas? En todo caso, el intervalo hasta ese logro no iba a ser un camino de rosas (quien suele acusar a Star Trek de demasiado utópica debiera observar cómo ese objetivo de utopía está en constante peligro, y eso es lo que representa la dinámica de la mayor parte de sus historias).

Así pues, tenemos un guion de intriga donde ese proceso de paz se plantea al inicio, y el final es la firma de ese tratado; en medio, tenemos innumerables peligros que acechan ese proceso, en uno de los guiones de Star Trek más movidos a nivel de incidencias. La excelente reunión inicial, y el estupendo intercambio de pullas entre unos y otros («derechos humanos: el propio nombre implica racismo», dice una klingon durante la cena), el impresionante atentado contra la Kronos Uno, la detención por parte de los klingons de Kirk y McCoy y su condena en el asteroide penal de Rura Penthe (quizás lo más convencional del conjunto, si bien no es para nada desdeñable) y, al fin, todo el clímax final conforman un excelente libreto, muy bien planteado en acontecimientos y mejor articulado por medio de un desarrollo psicológico de los personajes como, tal vez, jamás se había hecho con anterioridad, y mostrando que ni nuestros más aguerridos héroes se hallan exentos de matices oscuros, descollando por encima de todos un Kirk que intenta retener su odio racista y ha de reprimir una venganza por un objetivo que es mucho más importante que él mismo.

Meyer ilustra ese guion (en el cual él mismo ha colaborado, a partir de una idea en la cual está involucrado Leonard Nimoy, como vimos) con la aptitud de la que ya ha dado muestra, haciendo uso de una narración clásica, fresca y dinámica, pero sin olvidar que los personajes se han de describir por sus hechos, y sin obviar de igual modo que sus palabras también son importantes. No ofrece, pues, acción sin freno, sino que se detiene a escuchar y observar a sus personajes, y en cómo éstos conducen la acción, y no la acción a éstos, como es tan habitual. Podríamos asegurar, tal vez, que Meyer, en muchos aspectos, como narrador cinematográfico es continuador del talento y talante de maestros como Howard Hawks, con quien comparte muchos puntos comunes (es una lástima la escasa suerte que ha tenido en su carrera en general). El resultado es la película que, junto a la primera y segunda entregas, conforma, a nuestro juicio, el triunvirato de la tripulación clásica, aquellas que más altos logros cualitativos han conseguido obtener.

Y, al fin, se dieron cuenta de que los personajes estaban viejos y cansados, y continuar aventuras galácticas por medio de un grupo de personajes que en su mayoría eran sexagenarios resultaba un tanto absurdo. Así pues, esta es la última misión de la tripulación; es su último vuelo y, como Peter Pan, al final viajarán a una estrella lejana, la segunda estrella a la derecha, hasta alcanzar lugares que nunca podrán volver a alcanzar.

 

Anécdotas

  • Título en Argentina, México, Perú, Uruguay y Venezuela: Viaje a las estrellas VI: Aquel país desconocido.
  • Después de que la cuarta entrega de Star Trek se estrenara en España sin uso de ese apelativo, y que la quinta no lograra estreno en salas de cine, esta sexta se estrenó también sin el apelativo de la franquicia, esto es, sin el Star Trek VI, figurando solo Aquel país desconocido. Más tarde, en pases por televisión y ediciones a la venta se le ha proporcionado el título entero.
  • Michael Dorn interpreta al coronel Worf, abuelo del teniente Worf de Star Trek: La nueva generación (1987), también interpretado por él.
  • Whoopi Goldberg, que encarnaba a Guinan en Star Trek: La nueva generación (1987), quería interpretar a una princesa Klingon en esta película. Sin embargo, Leonard Nimoy creía que tener una estrella conocida en una aparición así distraería la atención, y convenció a Nicholas Meyer de que no lo hiciera.
  • John Schuck repite aquí su papel de embajador klingon de Star Trek IV: Misión, salvar la Tierra (1986). En posteriores series trek interpretó otros papeles.
  • Siguiente película de la saga: Star Trek: La próxima generación (Star Trek: Generations, David Carson, 1994).
  • Estrenada en Estados Unidos el día 3 de diciembre de 1991 en una premier en Hollywood, y después masivamente el 6 de diciembre. En España se estrenó el 19 de junio de 1992.

Luis Alboreca y

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

[1] Él y Ralph Winter plantearon la idea de una precuela titulada Star Trek: The Academy Years, en la que el joven equipo de la Enterprise se iba conociendo en la Academia de la Flota Estelar, con un guion escrito por David Loughery, y aparecerían Ethan Hawke como Kirk y John Cusack como Spock. Gene Roddenberry y el elenco original estaban vehementemente en contra de esta idea,  así como los fans, que enviaron cartas a Paramount exigiendo el regreso del reparto original. Paramount, finalmente, decidió cancelar la precuela. Bennett, decepcionado, decidió dejar la franquicia. La idea de la precuela se utilizó más tarde en los momentos iniciales de Star Trek (2009) de  J. J. Abrams.

[2] Hecho por el cual el actor George Takei luchó no poco. Incluso durante una temporada mantuvo activa una propuesta de protagonizar él una serie televisiva al mando de la Excelsior.

[3] Como se dio a entender con el doctor McCoy en el episodio piloto de la serie Star Trek: la nueva generación.

[4] De hecho, originalmente debiera haber sido no una escena, sino toda una película, una idea que durante mucho tiempo ha pivotado en los planes del universo trek.

[5] En los extras de la edición en DVD esos planos descartados aparecen.

[6] Recordemos que Nicholas Meyer, antes de director y guionista de cine (y televisión) fue escritor, y es autor de una saga de novelas sobre Sherlock Holmes que comenzó con Elemental, doctor Freud (The Seven-Per-Cent Solution, 1974).

[7] Spockanalia fue el primer fanzine sobre Star Trek que se publicó, por parte de Sherna Comerford y Devra Langsam, en 1967, y alcanzó cinco números.

[8] Playhouse 90: «Judgment at Nuremberg» (1959), dirigido por George Roy Hill, con Claude Rains, Paul Lukas, Maximillian Schell (que repitió su papel en la película) y Melvyn Douglas.

[9] En todo caso, la copia editada en España en vídeo en su época recordamos perfectamente que apareció en full-screen, amputando los laterales de la imagen, y destrozando por tanto la planificación.

[10] Expliquemos, en todo caso, que los formatos son la proporción de ancho por alto, esto es, 2.35:1 significa que si la pantalla fuese de un metro de alto, el ancho de la imagen sería de 2,35 m. El open matte es una forma de rodar en formato cuadrado aportando información nula por las partes superior e inferior, para después amputar la imagen re-encuadrando en el formato definitivo. En cuanto a letter-box, consiste en el formato panorámico empotrado dentro del cuadrado, esto es, con las tradicionales bandas negras arriba y abajo; una edición anamórfica no ofrece las bandas, aprovechando todo el fotograma con información.

[11] Tan fan era de pequeño de Star Trek que una vez se disfrazó de Spock para una fiesta, y para ello se afeitó las cejas para rehacérselas puntiagudas. Nunca más le volvieron a crecer.

[12] Mecanismo que permite transmitir un movimiento de rotación a dos ejes de direcciones distintas.

[13] El nombre, por cierto, es un guiño a la estupenda película 20.000 leguas de viaje submarino (20000 Leagues Under the Sea, 1954), de Richard Fleischer. Ahí es el nombre de un campo de prisioneros.