Una extraña nube cruza el Cosmos, destruyendo toda nave o base estelar con las que se topa, y con destino a la Tierra. La Enterprise está al mando del comandante Willard Decker, pero como solución de emergencia se traspasa el mando al almirante James T. Kirk para solventar la situación. El doctor McCoy, ya retirado, es adjudicado de nuevo a la nave, y en el camino se les suma Spock, que estaba en Vulcano. La tripulación completa de la antigua misión de cinco años, así, de nuevo reunida, habrá de hacer frente al peligro que amenaza a la Tierra.

Dirección: Robert Wise. Producción: Century Associates, Paramount Pictures. Productor: Gene Roddenberry. Productor asociado: Jon Povill. Guion: Harold Livingston, según argumento de Alan Dean Foster. Fotografía: Richard H. Kline. Música: Jerry Goldsmith. Montaje: Todd C. Ramsay. FX: Douglas Trumbull, Richard Yuricich. Intérpretes: William Shatner (almirante James T. Kirk), Leonard Nimoy (Mr. Spock), DeForest Kelley (Dr. Leonard ‘Bones’ McCoy), James Doohan (comandante Montgomery ‘Scotty’ Scott), George Takei (teniente comandante Hikaru Sulu), Majel Barrett (Dra. Christine Chapel), Walter Koenig (teniente Pavel Chekov), Nichelle Nichols (teniente comandante Uhura), Persis Khambatta (teniente Ilia), Stephen Collins (comandante Willard Decker), Grace Lee Whitney (CPO Janice Rand), Mark Lenard (capitán klingon), David Gautreaux (comandante Branch), Billy Van Zandt, Roger Aaron Brown, Gary Faga, John D. Gowans, Howard Itzkowitz, Jon Rashad Kamal, Marcy Lafferty, Michele Ameen Billy, Jeri McBride, Terrence O’Connor, Michael Rougas, Susan O’Sullivan, Ralph Brannen, Christopher Doohan, Montgmorey Doohan, David Gerrold, Bjo Trimble, Scott Whitney… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1979. Duración y datos técnicos: 132 min. (estreno), 143 min. (copia tv), 136 min. (director’s cut) color 2.35:1.

 

Una vez se canceló el proyecto de la serie Star Trek: Phase II y se planeó hacer una película, lo primero era encontrar un guion. Existen rumores de que se convocaron escritores con destino a que presentaran un guion “macro-espectacular”, entre ellos el propio Gene Roddenberry amén de Jon Povill[1], Robert Silverberg, John D. F. Black, Harlan Ellison, Theodore Sturgeon y Ray Bradbury. Algunas de las ideas que, se dice, se barajaron fue que la Enterprise se topara con Dios (esa era una obsesión recurrente de Roddenberry, según parece), que viajaran en el tiempo y evitaran el asesinato de Kennedy, o un agujero negro que devoraba la galaxia. Ese último de los guiones propuestos, según se dice, al final acabó resultando ser el film Disney El abismo negro (The Black Hole, 1979), de Gary Nelson: la excelente partitura de John Barry, por cierto, semeja propia de cualquier película de Star Trek, y si, tras ver el film de Nelson, hiciésemos el ejercicio mental de reemplazar a los tripulantes de la Palomino por los de la Enterprise, no supondría excesivo esfuerzo y los cambios serían nimios (¿Yvette Mimieux como Ilia, Ernest Borgnine como Scotty?).

En todo caso, lo que termina haciéndose es efectuar una re-vampirización del episodio piloto de Phase II. Alan Dean Foster comienza a trabajar en el guion, pero no logra sacarlo adelante. Así pues, Harold Livingston intenta buscar otros guionistas, entre los cuales están Steven Bochco[2], Michael Cimino[3] o Bill L. Norton, hasta que al final, viendo que el tiempo se les echa encima, el propio Livingston ha de asumir la labor. Determinadas fuentes refieren que en el guion colaboró Isaac Asimov (que conoció a Roddenberry en la primera convención de Star Trek en 1972 y desde entonces fueron íntimos amigos), lo cual es inexacto. Asimov fue contratado única y exclusivamente como asesor científico especial. Por lo demás, en principio se pensó en una película de presupuesto B, pero por último se optó por realizarla por todo lo alto.

  

Como director se elige a Robert Wise, todo un mito del séptimo arte, y realizador previo de dos cintas del género, Ultimátum a la Tierra (The Day the Earth Stood Still, 1951), inteligente, madura y oscura aproximación auto-crítica sobre la especie humana, y La amenaza de Andrómeda (The Andromeda Strain, 1971), una de las más puras manifestaciones del género, sobria y pausada. De igual modo que, ante el proyecto de Phase II, Leonard Nimoy había declinado su participación, aquí seguía dándose la misma circunstancia. Sin embargo, una película de gran presupuesto supone un riesgo muy grande, y Star Trek sin Spock era algo poco concebible. Tras muchas reuniones, al final consiguen convencerle[4], quizás cuando el cheque aumentó espectacularmente de cifra[5].

El rodaje se inicia en agosto de 1978, cuando el guion no está terminado del todo, y la primera escena en filmarse es la del puente, con una panorámica sobre los controles hasta detenerse en la entrada de Kirk. El rodaje prosigue hasta enero de 1979, y se acaba con las escenas de la primera unidad dedicadas a V’Ger. Hay tomas de segunda unidad, como las dedicadas a los klingons o a Epsilon IX, o el paseo espacial de Spock, que se ruedan en verano de 1979. A medida que se filma, el guion se perfila y se incorporan elementos. Tanto Nimoy como Shatner hacen sugerencias y retoques, que son añadidos al guion definitivo. De Nimoy es idea el momento en que Spock llora por V’Ger (más bien, por él mismo, conjeturamos), y ofrece el punto de vista de la entidad cibernética.

Las maquetas de la Enterprise originales para la serie eran inservibles, dado su tamaño con respecto a cómo ser vería en una pantalla grande de cine. Así pues, se procede a su re-diseño, y se construye una maqueta de tres metros de largo, lo cual permitiría panorámicas de todo tipo a su alrededor, y se le aporta una gran cantidad de luces como dispositivos de auto-iluminación. Douglas Trumbull, el mítico creador de efectos especiales, hubiese preferido incluso un tamaño superior. Tuvo que encargar un objetivo con sistema de periscopio para acercar lo suficiente el objetivo a la maqueta y conseguir los ángulos deseados.

Como diseñador de producción Robert Wise contrata a Harold Michelson, quien ya había trabajado con él con anterioridad[6]. Él también fue otro de los que comienzan a trabajar en los diseños cuando el guion aún no está terminado. El motor de la Enterprise, de plexiglás transparente, lo esbozó con un largo tubo hacia la cola de la nave que forzaba la perspectiva, achicando de forma progresiva el conducto; además, a cierta distancia se colocó a un hombre que medía metro y medio, y algo más lejos a un niño de noventa centímetros de alto, ambos enfundados en un traje protector con casco, para simular mayor tamaño del ingenio y falsear la perspectiva.

Una película es diferente a una serie de televisión, y en el momento de desarrollar la cinta se procedió a diversos cambios con respecto a su predecesora. El más obvio, y polémico, fue el de la apariencia de los klingons[7]. Robert Fletcher, diseñador de vestuario, también hacía en ocasiones sugerencias para los peinados y los maquillajes. Él fue quien decidió variar el aspecto de los klingons, pese a la renuencia de Roddenberry, que los quería con un diseño más humano, mientras que el argumento de Fletcher era que debían ser distintos “porque eran alienígenas, y eran malos”. Una idea inicial de Fletcher fue la de una especie de “cuerda” brotando de la nariz y perdiéndose hacia lo alto hasta la nuca, sin cabello salvo en cejas, bigote y barba, que emergía en mechones finos y caóticos. Fletcher comentó al respecto:

Para mí, las protuberancias de la frente y otros rasgos eran vestigios de personas que evolucionaron como crustáceos, como las langostas, que tenían el esqueleto en el exterior de sus cuerpos. A lo largo de millones de años fueron perdiendo ese caparazón, pero conservaron rasgos del mismo. En el vestuario, si un klingon se da la vuelta se ve una espina de cuero como parte del uniforme. Simboliza su aspecto pasado antes de sufrir una evolución. Y como director de fotografía, Wise cuenta también con alguien conocido, Richard H. Kline, con quien ya había trabajado en La amenaza de Andrómeda, y que allí había conseguido esas texturas clínicas tan adecuadas para un film de ciencia ficción[8].

El final de la película dio problemas. Como hemos dicho, se fue escribiendo a medida que se rodaba. Se buscaba algo grandioso y novedoso, pero al tiempo característicamente trek. En todo caso, la idea del Creador estaba desde el inicio y, además, era algo que ya se había usado en la serie, con un capítulo muy similar al argumento de la película, “The Changeling”. Se trazó la idea del intento de evolución constante de V’Ger, a partir de ideas de Livingstone y de Nimoy. La fecha de estreno se acercaba, y había que terminar cuanto antes. Con mucho esfuerzo, Wise logra acabar la filmación principal, y luego pasa el resultado a post-producción, con los tremendos efectos visuales que había que añadir. Una vez acabado el trabajo de Robert Wise, comenzaba el de Douglas Trumbull.

La música es adjudicada a Jerry Goldsmith, con quien Wise había trabajado también con anterioridad, en concreto en la película de aventuras El Yang-Tsé en llamas. Sin embargo, los primeros temas compuestos, bellísimos según Goldsmith, nada le dicen a Wise; le hacen rememorar más bien una película antigua, de barcos de vela (¿de Horatio Hornblower?), que una de ciencia ficción. Se trataba de una melodía muy característica de Goldsmith, y con una orquestación muy similar a la definitiva. Wise no sabía qué fallaba, pero decía que “no había tema”, que incluso, según se contaba, “sonaba a wéstern”. Jerry se va a casa, dándole vueltas a la idea, y regresa con la solución. El resto es historia. Se creó “el tema de Star Trek”, después reutilizado en la serie La nueva generación. Ahí estaba la emoción, la fantasía, la gloria y la aventura.

La película se acaba con un enorme esfuerzo. Se rodaba una escena de efectos visuales, se enviaba, aún húmeda de revelado, a la sala de montaje, y se añadía al resto. Todo con vistas a llenar las cajas contenedoras definitivas, ya preparadas, para su envío por avión a los cines que estrenarían la película. Fue el único film de Robert Wise que se estrenó sin un pase previo. Tal cual se envió a Washington, donde se hizo la premier, con todos los invitados allí esperando, con Wise sentado al lado de Majel Barrett y Gene Rodenberry.

Y, pese a los muchos problemas que se cruzaron durante el rodaje (Robert Wise incluso se planteó en abandonar, y sugerir a la Paramount cancelar el proyecto), esa precipitación no se percibe en los resultados. La película es una obra mayestática, reflexiva, pausada…, lo cual, indefectiblemente, ha provocado que muchos aficionados y no aficionados hayan acusado al film de resultar aburrido, lo cual para nosotros no lo es en absoluto. Cada película ha de disponer de un tempo concreto, definido, y Star Trek suministra el ritmo adecuado para desplegar lo que acontece. El arranque, desde luego, brinda la presentación de escenario y personajes, alternando una serie de escenas que ubican al espectador. En principio, el inexorable avance de V’ger, implacable, y la destrucción de todo a su paso[9]. Mientras, en la Tierra, Kirk es convocado para hacerse cargo de la misión. Los personajes van confluyendo, y entre estos se halla uno de especial significación, la Enterprise, cuya aproximación por parte de Kirk y Scotty en una lanzadera arrojó ríos de tinta sobre su duración.

En efecto, es una larga escena sin diálogos, solo con planos de Shatner mirando impresionado, y tomas externas desde todos los ángulos de la nave, desvelándola de forma paulatina, al compás de la excelsa partitura de Jerry Goldsmith. Esa escena, un ballet espacial diríase, nos hace rememorar indubitablemente a una de las grandes joyas del cine de ciencia ficción como es 2001, una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968). A esta escena hay que sumar otra, hacia el final; en concreto el paseo espacial de Spock por el interior de V’Ger, que rememora un tanto a otra similar de la obra maestra de Kubrick. La contratación de Douglas Trumbull para el film, que ya trabajó en el clásico referido, aporta esa tersura especial que, una vez más, asemeja ambas cintas. Y el mismo planteamiento, una reflexión sobre la evolución y la ubicación de uno mismo dentro del Universo, incluido el progreso de una máquina hasta adquirir conciencia propia, nos hace especular que la intención no era sino crear un nuevo 2001. Libérrimo, en otro tono, con otros personajes, pero un 2001, al fin y al cabo, en estilo, ideas e intensidad. Y ciertamente, no es lo mismo, es otra cosa, pero de igual modo valiosa a nuestro juicio.

Hablábamos de la presentación de personajes. El muy sólido guion de Livingston (por mucho que se fuera desarrollando sobre la marcha) ofrece un inteligente enfoque sobre los personajes. En ese sentido, se exponen diversos grupos de perspectivas distintas. Por un lado, tendríamos la tripulación de soporte de la Enterprise, Uhura, Scotty y los demás, que, en efecto, apenas muestran desarrollo; debían estar ahí, sin más, y poco provecho se les saca, salvo el meramente ornamental. En todo caso, dada la duración de la película, si además se hubiesen desarrollado esos personajes, el metraje definitivo hubiese sido inadmisible desde el punto de vista comercial.

Tras esto, tenemos el binomio Ilia-Decker, muy similar en relación a la cual establecerán después Deanna Troi y Riker en la serie La nueva generación. En este sentido, tendríamos una escisión de ese binomio en otro que se establece, el de Kirk-Decker, donde la similitud con la siguiente serie trek es mayor aún: hay diálogos que dan la impresión de que luego se repitieron para los establecidos entre Picard y Riker. En todo caso, volviendo a la relación Ilia-Decker, esta procede de un conocimiento previo, interrumpido, para luego reiniciarse, de forma tímida, a bordo de la Enterprise (igual, de nuevo, como con Troi y Riker). Por último, Ilia será absorbida por V’Ger, para reaparecer a modo de émulo cibernético, si bien ese émulo es de tal perfección que, podría decirse, es Ilia misma: iguales recuerdos, iguales sentimientos e iguales organismos: ¿qué diferencia hay, pues? La asunción de eso por parte de Decker, y su deseo de “fusionarse” con esa entidad (y, también, con V’Ger, en un peculiar ménage à trois), nos hace rememorar un tanto el episodio de la serie clásica “Metamorphosis”, en el cual Cochrane asumirá una relación atípica con una entidad energética.

      

Y tendríamos también la más característica y famosa de las vinculaciones en la saga, el triunvirato amistoso establecido entre Kirk, Spock y McCoy. Pese a los piques ocasionales en la serie entre los dos últimos, todos sabíamos que, en realidad, ambos se profesan una mutua admiración. En definitiva, son tres amigos fieles. En todo caso, en la película parece percibirse cierto resquemor, algo subterráneo que palpita y que hace mirarse entre ellos con cierta desconfianza, incluso amargura. Todos sabemos que el capitán Kirk, en cuestión de decisiones, siempre había ido a su bola, y todos acataban sus decisiones, salvo excepciones muy concretas, sin discusión; aquí, sin embargo, parecen estar poniendo siempre en tela de juicio su capacidad, buscando una forma de enfrentamiento subterráneo, como si hubiera algo entre ellos que había minado esa amistad, como si tras la finalización de la misión de cinco años, algo más que la distancia se hubiera interpuesto entre esa amistad. ¿Quizás una metáfora sobre la propia actitud de William Shatner con respecto hacia los demás, una vez acabada la serie, y aprovechada para proporcionar un poso psicológico a las relaciones en el guion?

Aún quedaría una cosa más, y es la vinculación que se establece entre V’Ger y Spock, articulándose todo el film, en realidad, en relación al contraste-similitud entre ambos. Al inicio de la película Spock está en Vulcano con la intención de llevar a cabo la ceremonia del kolinahr, es decir, un intento de purgar las emociones que aún quedan en él, para devenir un vulcano completo. Una vez iniciada la misión, y a medida que Spock va comprendiendo mejor a V’Ger, se establece ese paralelismo entre ambos. V’Ger es una entidad mecánica, sin emociones, toda lógica, aquello que va buscando Spock; pero en realidad, cuando Spock comprende a V’Ger es cuando comprueba que toda esa “perfección”, le hace, paradójicamente, imperfecto. Esa es su gran incapacidad, su vacío: carecer de emociones; trascender más allá de su condición de máquina y llegar al estadio de ser consciente por medio de la asunción de características humanas, de ahí su fusión final con Ilia y Deckard. Spock ha estado toda su vida buscando la forma de desasirse de los elementos humanos que hay en él, y ahora comprueba que esos elementos son los que otorgan mayor complejidad intelectiva a todo ser. Por eso, cuando Spock llora por V’Ger, en realidad está llorando por sí mismo, porque ha descubierto el enorme vacío existencial que ha supuesto toda su vida.

Todo lo previo es suministrado por medio del dispositivo de V’Ger, una máquina que, tras una eternidad de vagar por el Cosmos, llegó a un planeta habitado por máquinas conscientes[10], que le crearon un soporte vital externo y le devolvieron al universo para proseguir su misión de acaparar la máxima información posible y regresar en busca de su Creador. En el camino, la máquina se hizo consciente, comenzó a pensar por sí misma, y su objetivo devino en conocer, no lo que hay más allá, sino lo que hay en sí misma. Quién soy, cuál es mi destino, mi misión. Esa pregunta que todo ser humano se hace en algún momento, era ahora la duda que se manifestaba en V’Ger. Y ahora iba en camino de buscar al Creador, a Dios, para conocer su origen y su objetivo en la vida. Y, al igual que Spock, V’Ger acaba alcanzando el conocimiento con una enorme decepción: aquellos que consideraba seres inferiores, unidades de carbono que infestaban a un ser superior, la Enterprise, resultan ser el Creador, resultan ser Dios, y él, V’Ger, era un mero ser imperfecto carente de la más importante de las características vitales: la emoción. Y un estadio superior de conciencia devendrá en V’ger cuando fusione sus características cibernéticas con otras, humanas, sensitivas. Ese no es el final. Es solo un nuevo comienzo.

 

 

Anécdotas

  • Títulos de rodaje: Star Trek II / Star Trek: Phase II.
  • Título en Argentina y Uruguay: Viaje a las estrellas: La película. Título en Colombia y México: Viaje a las estrellas.
  • Cuando Kirk se presenta ante toda la tripulación de la Enterprise, muchos de los extras los conforman fans de Star Trek, entre ellos Bjo Trimble, co-organizadora de la campaña de cartas que propició la tercera temporada de la serie clásica. También aparecen los hios gemelos de James Doohan, Montgomery Doohan y Christopher Doohan, como extras.
  • Las palabras klingon pronunciadas por el capitán klingon en realidad fueron inventadas por James Doohan. El lingüista Marc Okrand más tarde ideó reglas de gramática y sintaxis para el idioma, junto con más palabras de vocabulario en Star Trek III: En busca de Spock (1984), y escribió un diccionario de klingon. Basó la mayor parte de su trabajo en esas pocas líneas klingon de esta película para garantizar la coherencia.
  • No se dice en ningún momento de la película, pero se supone que el comandante Willard Decker es hijo del comodoro Matthew Decker (William Windom) del episodio de Star Trek “The Doomsday Machine” (1967).

  • Durante la reescritura del final, los ejecutivos del estudio se enfrentaron con Gene Roddenberry, creyendo que el concepto de una máquina viviente era demasiado descabellado. Los ejecutivos consultaron a Isaac Asimov; si el escritor decidía que una máquina sensible era plausible, el final podría quedarse. A Asimov le encantó el final, pero hizo una pequeña sugerencia; sintió que el uso de la palabra «agujero de gusano» era incorrecto, y que la anomalía en la que se encontraba la Enterprise se llamaría más exactamente «túnel temporal».
  • Los trailers de la película están narrados por Orson Welles.
  • La película tiene lugar cuatro años después del último episodio de la serie clásica, “Turnabout Intruder” (1969), y acontece en el año 2273.
  • Antes de Robert Wise, y según William Shatner (que nunca es una fuente muy de fiar) como directores fueron barajados Steven Spielberg, Francis Ford Coppola y George Lucas.
  • Estrenada en Estados Unidos el 6 de diciembre de 1979 en una premier en Washington; después, el día 7, en Los Ángeles; y, al fin, el día 8, a nivel general. En España se estrenó el 18 de marzo de 1980 en Madrid, y el 27 en Sevilla.

 

Bibliografía

Star Trek: Viaje a las estrellas; por Gene Roddenberry. México: Lasser Press, 1980. T.O.: Star Trek: The Motion Picture (1979) [novelización; a veces el libro se acredita a Alan Dean Foster, famoso negro de muchas de estas novelizaciones].

 

Luis Alboreca y

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

 

CALIFICACIÓN: *****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Povill escribió un guion para la fallida Phase II, que se reaprovechó para La nueva generación, “The Child”. También fue uno de los creadores de Desafío total (Total Recall, 1990), de Paul Verhoeven, y escribió para las series Salto al infinito (Sliders; 1995-2000) y Más allá del límite (The Outer Limits; 1995-2002). En la película de Star Trek se le reservó un puesto de productor asociado.

[2] Hoy día tiene fama por sus series policíacas, pero a veces se mostró también interesado en el género fantástico. En 1972 escribió el guion de la película de ciencia ficción Naves misteriosas (Silent Running, 1972), dirigida por Douglas Trumbull.

[3] Precisamente co-guionista de Naves misteriosas junto a Bochco (y a Deric Washburn), antes de devenir un prestigioso director.

[4] Uno de los motivos del distanciamiento de Nimoy con la serie fue el uso que Paramount hizo de la imagen de Spock en diversos anuncios publicitarios sin pagarle royalties.

[5] En los inicios del proyecto, Roddenberry bromeó, diciendo que quería a Richard Burton como capitán Kirk, y a Robert Redford como Spock. La noticia apareció en diversos medios como auténtica.

[6] Encuentro en Marrakech (Two People, 1973), un melodrama exótico con Peter Fonda y Lindsay Wagner.

[7] A cada nueva aportación trek, parece ser, el aspecto de los klingons varía y se vuelve más y más polémico.

[8] Kline trabajó también en otras cintas de ciencia ficción como Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973), de Richard Fleischer, Battle for the Planet of the Apes [tv: Batalla por el planeta de los simios; vd/dvd: La conquista del planeta de los simios, 1973], de J. Lee-Thompson, The Terminal Man [tv: El hombre terminal, 1974], de Mike Hodges, La furia (The Fury, 1978), de Brian De Palma, Howard… un nuevo héroe (Howard the Duck, 1986), de Willard Huyck, y Mi novia es una extraterrestre (My Stepmother Is an Alien, 1988), de Richard Benjamin. Fue nominado al Oscar por la fotografía de los filmes Camelot (Camelot, 1968), de Joshua Logan, y King Kong (King Kong, 1977), de John Guillermin.

[9] V’Ger almacena en su interior copias de los mundos y naves que ha destruido, semejando una especie de biblioteca universal de todo el conocimiento adquirido en sus viajes, elemento recuperado, de alguna forma, en la serie animada de Superman de 1990, con el villano llamado Brainiac, que va recolectado mundos.

[10] Algunos han conjeturado, tratando de atar cabos en el Universo Trek, que ese planeta era el originario de los Borg. Pero si así hubiese sido, estos hubiesen averiguado la situación de la Tierra… y la historia hubiese cambiado de forma drástica a partir de ese instante.