El profesor Sharpey se ha suicidado y en su cartera se localiza una importante suma de dinero. Temiéndose que haya practicado espionaje, el comandante Hall, de la Inteligencia Británica, comienza a investigar los estudios en los cuales estaba trabajando, que consistían en las reacciones ante el aislamiento. De hecho, parece que, tras los experimentos que hizo sobre sí mismo, eso le alteró notoriamente y le situó accesible a la manipulación por parte de espías soviéticos. El otro compañero de Sharpey fue el doctor Longman, y Hall tiene la idea de someterle a un experimento de manipulación mental para ver si ese pudo ser el motivo de la traición del profesor.
Dirección: Basil Dearden. Producción: Michael Relph Productions para Anglo-Amalgamated Film Distributors. Productor: Michael Relph. Guion: James Kennaway. Fotografía: Denys N. Coop. Música: Georges Auric. Montaje: John D. Guthridge. Dirección artística: Jim Morahan. Intérpretes: Dirk Bogarde (Dr. Henry Laidlaw Longman), Mary Ure (Oonagh Longman), John Clements (comandante Hall), Michael Bryant (Dr. Danny Tate), Wendy Craig (Annabella), Harold Goldblatt (profesor Sharpey), Geoffrey Keen (Calder), Terry Palmer (Norman), Norman Bird (Aubrey), Timothy Beaton, Elizabeth Counsell, Roger Delgado, Christopher Ellis, Edward Fox, Imogen Hassall, Robin Hawdon, Georgina Moon, Edward Palmer, Teresa Van Hoorn, David Weston… Nacionalidad y año: Reino Unido 1963. Duración y datos técnicos: 110/99 min. B/N 1.66:1.
Basil Dearden (1911-1971) fue un director británico que, a día de hoy, me temo que no tiene el crédito crítico que realmente merece. Ya en su época era bastante despreciado por los estudiosos, que lo rechazaban por su estilo “academicista” y por intentar abordar siempre “grandes temas”, muchas veces en asociación con el productor Michael Relph: las tensiones raciales en Crimen al atardecer (Sapphire, 1959), la homosexualidad en Víctima (Victim, 1961), la religión en Vida para Ruth (Life for Ruth, 1962)… El crítico David Thomson dijo de él: “Las películas de Dearden son decentes, vacías y pesadas, y su asociación con Michael Relph es una representación exacta de la preferencia británica por el cine burocrático. Es sinónimo de subrayar el significado de lo obvio”[1]. Sin embargo, en los últimos tiempos comienzan a aparecer voces que lo intentan rescatar de ese desprecio al que fue sometido.
El extraño caso del doctor Longman (The Mind Benders, 1963)[2] también es una producción del “polémico” Michael Relph y, según consta en los créditos, se basa en investigaciones realizadas en Estados Unidos con respecto a la “privación sensorial”, y en concreto sobre tanques de aislamiento, un ingenio que fue desarrollado en 1954 por el neuropsiquiatra John C. Lilly. Según se refiere en la Wikipedia británica: “Las sesiones a corto plazo de privación sensorial se describen como relajantes y propicias para la meditación; sin embargo, la privación sensorial prolongada o forzada puede provocar ansiedad extrema, alucinaciones, pensamientos extraños, falta de sentido temporal y depresión”[3]. En la película, el comandante Hall percibe que los experimentos que estaban realizando Sharpey y Longman se parecen mucho, en resultados, a la sesiones de lavado de cerebro[4] que él conoce a la perfección debido a su trabajo. Para comprobar si emulando estas técnicas se puede manipular una mente, Hall experimenta sobre Longman. Dado que éste comparte un feliz matrimonio con Oonagh, Hall induce a que Danny Tate, ayudante en las referidas experiencias y amigo íntimo de la familia Longman, provoque que el doctor desprecie a su mujer, y patentizar hasta qué punto tiene efectividad esta maniobra.
El elemento de ciencia ficción de la presente película procedería de las técnicas empleadas, basadas en hechos reales, aunque el film se centra más en la relación de pareja de los Longman y cómo esta va desmoronándose de forma paulatina. La narración no deja muy bien parado al personaje de Danny Tate, supuesto amigo de la familia y que está secretamente enamorado de Oonagh. Pero con quien es implacable es con el comandante Hall, alguien que se ha vuelto insensible debido a su trabajo, lo cual pone en evidencia al servicio de Inteligencia Británico. Al final es consciente de lo que ha hecho, y trata de enmendarlo, pero eso no es óbice para el daño que ha provocado en dos personas para comprobar una mera teoría.
La historia se despliega por medio de una excelente fotografía en blanco y negro debida a Denys N. Coop[5], de raíces que la conectan con el cine negro, y es soportada por un pequeño puñado de actores sensacionales, donde Dirk Bogarde está sencillamente espléndido. El film desprende una sensación de gravedad constante, pese a que en ocasiones se suelten pequeños destellos de ironía ―en especial provenientes del personaje de Longman, siempre con comentarios ácidos en la manga―, y se tiene la impresión de estar asistiendo a un film “importante”, aunque se desprende la idea de que en la recámara quedan detalles que no terminan de desplegarse en ningún momento, y da la impresión de que la película se queda algo por debajo de sus posibilidades. Sin embargo, pese a todo, El extraño caso del doctor Longman es una cinta muy por encima de la media y que merece verse.
Anécdotas
Título en Argentina: La piscina del terror.
Primer crédito fílmico de la actriz Wendy Craig en el papel de Annabella, la chica bohemia.
Aparición en un papel muy cortito del luego prestigioso actor Edward Fox como uno de los estudiantes.
James Kennaway, el guionista, escribió simultáneamente una novelización de la película.
El doblaje español reemplaza de forma incomprensible una alusión a Málaga por Sevilla.
Estrenada en el Reino Unido el 21 de febrero de 1963, en Londres. En España se estrenó el 29 de abril de 1970, en Barcelona, y el 19 de junio, en Madrid.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ***½
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] David Thomson: The New Biographical Dictionary of Film. London: Little, Brown, 2002; pág. 213.
[2] Torpón y obvio título español. El original inglés podría traducirse como “Los retorcedores de mentes”. Véase en el anecdotario la denominación, tampoco muy sutil, que se le otorgó en Argentina. Otros apelativos, traducidos al castellano, fueron “Extraña obsesión” (Brasil y Portugal), “El hombre que cambió de alma” (Dinamarca), “El sospechoso del London Express” (Grecia), “El cráneo y el cuervo” (Italia), “Lavado de cerebro peligroso” (Suecia) o “Alma cautiva” (Alemania).
[3] Estos elementos hacen que la presente cinta sea un claro precedente de la posterior Un viaje alucinante al fondo de la mente (Altered States, 1980) de Ken Russell.
[4] Véase al respecto la estupenda película norteamericana El mensajero del miedo (The Manchurian Candidate, 1962), de John Frankenheimer.
[5] Oscar y premio BAFTA por Superman, el film (Superman, the Movie, Richard Donner, 1978), y candidaturas a los BAFTA por Billy, el embustero (Billy Liar, John Schlesinger, 1963), Rey y patria (King & Country, Joseph Losey, 1964) y El rapto de Bunny Lake (Bunny Lake Is Missing, Otto Preminger, 1965), todas estas en blanco y negro.